La invasión de los jabalíes
Los jabalíes se han convertido en un problema mundial, en una plaga incluso para algunas ciudades. Su presencia problemática en los campos y ciudades nos obligan plantearnos la forma en la que nos relacionamos con la naturaleza
La invasión de los jabalíes
Madrid
Falta de sueño. Pánico entre los vecinos por los atacantes que se pasean por las ciudades de día y de noche. No es un grupo armado del crimen organizado, sino jabalís que, en solitario o en piara, se han acercado a poblados urbanos y ocasionan a las personas que en ellos habitan problemas de seguridad y de convivencia, pues las soluciones para atajar el aumento de jabalís suponen disputas entre los vecinos afectados.
En Cataluña los jabalís se han multiplicado por tres en la última década y existen ya 200 mil ejemplares de este mamífero. En Can Rectoret, como en otros barrios de Barcelona que colindan con la montaña, los vecinos han visto cómo los jabalís se han vuelto parte del hábitat urbano. Acompañados de sus crías, cientos de jabalís vuelcan cubos de basura en busca de comida, atacan a los vecinos cuando van cargados con bolsas de compra o buscan en los jardines con qué alimentarse.
Jesús lleva 66 años en Can Rectoret. Pensando en cómo evolucionó en los últimos 20 años la vida en su barrio, cuenta que “entre la gente que venía a verlos que les hacía gracia, que les empezaban a dar de comer, [los jabalís] fueron perdiendo el miedo”. “Han pasado los años y estamos en una situación caótica porque estos animales se han vuelto dueños del barrio”, pues les obligan a dar la vuelta a los viandantes. Tanto es así, que incluso hay algunos que tienen nombre propio. Paco, por ejemplo, “era el más bravo”, como recuerda Cristina, otra vecina, al relatar su captura hace unos cinco años.
Hay soluciones como la esterilización, la caza, pero también la educación de la población para dejar de alimentar a los jabalís para que dejen de acercarse a las zonas urbanas. Cristina, que es vegana, está “horrorizada por la caza” y no lo ve como una solución. Por un lado, prefiere priorizar la limpieza de los contenedores para mantener alejados a los jabalís. Por otro lado, ve la esterilización como una forma de controlar la crecida poblacional de estos mamíferos.
El avance de los jabalís desde los bosques a las zonas urbanas tiene explicación. Carles Conejero, coordinador del Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje de la Universitat Autònoma de Barcelona, ha estudiado cómo la sobreexplotación del bosque, conjuntada con la despoblación rural, ha ayudado a acrecentar este fenómeno. También señala que “había una época en la que estos animales sí que tenían depredadores”.
El vaciado del campo también afecta a esta situación. Al no haber quién cuide los bosques, las tierras, hay afectaciones para los agricultores. “De 18 hectáreas del año pasado que sembré para mis ovejas no pude empacar ni una paca. Se lo comieron todo los jabalís”, cuenta Vicens Armengol, que cultiva cereales en Canet d’Adri, una zona a 20 minutos de Girona. Se comieron unos 5.000 euros acabándose su cosecha. Armengol tiene “un ladrón en casa que me está robando todas las noches”, por eso sostiene que, como los agricultores históricamente, es “cazador por obligación” cuando se le pregunta si dispararía con un arma a un jabalí.
Quienes se dedican a la caza por ocio, se quejan de que recaiga sobre ellos la responsabilidad de mantener controlada la población de jabalíes. Sergio Sánchez, cazador, expresa que “no se le exige a un ciclista que asfalte carreteras. Sin embargo, a un cazador sí le exigimos que esté cazando 365 días al año para regular una población de la que además no tenemos responsabilidad a la hora de que se produzcan estas explosiones demográficas que está habiendo”. De hecho, el colectivo de cazadores de Cataluña ha hecho una huelga de caza de jabalís para protestar contra esta situación, y quejarse también de la nueva ley que les obliga a anunciar las zonas de batida con 24 horas de antelación.