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Vicky Luengo y la micropolítica de una pareja moderna en el campo

La actriz protagoniza, junto a Pol López, 'Suro', la ópera prima de Mikel Gurrea que compite por la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián

El director Mikel Gurrea (d) y los actores Vicky Luengo (2i), Ilyass El Ouahdani (i) y Pol López (2d), posan este lunes en el 70 Festival de Cine de San Sebastián, donde su película "Suro" compite en la Sección Oficial. EFE/Javier Etxezarreta. / Javier Etxezarreta (EFE)

El director Mikel Gurrea (d) y los actores Vicky Luengo (2i), Ilyass El Ouahdani (i) y Pol López (2d), posan este lunes en el 70 Festival de Cine de San Sebastián, donde su película "Suro" compite en la Sección Oficial. EFE/Javier Etxezarreta.

San Sebastián

No exageramos si decimos que este 2022 será recordado como uno de los mejores años del cine español. No solo por los premios, la calidad de las películas y la diversidad de propuestas, sino también por la irrupción de una generación de realizadores que presentan unas óperas primas que bien las podrían firmar muchos veteranos. En julio, durante los corrillos de la presentación de la programación del Festival de San Sebastián, se habló mucho de 'Suro', película que no estaba (del todo) en el radar de los periodistas y que entraba directamente en sección oficial para competir por la Concha de Oro. La sorpresa estaba justificada. El debut de Mikel Gurrea ha cumplido todas las expectativas puestas en este primer largometraje que indaga en las contradicciones del capitalismo (trabajo, género, clase, raza...) a partir de la historia de una joven pareja. Vicky Luengo y Pol López, fantásticos en sus interpretaciones, son esa pareja moderna que se traslada de la ciudad al campo para afrontar la quimérica búsqueda de un lenguaje común en la relación. Con la belleza y la violencia de la tala de los alcornoques de fondo, Gurrea examina esas dinámicas con precisión e inteligencia en un thriller que alterna los puntos de vista. La actriz, curtida en el teatro pese a su juventud, vuelve a demostrar que es una de una de las mejores intérpretes de su generación.

Te hemos visto aquí con la serie Antidisturbios, pero es la primera vez que presentas película en sección oficial y encima es una ópera prima, ¿cómo ha sido acercarte a este trabajo de Mikel Gurrea?

Ha sido una experiencia muy fácil. Mikel es un director extraordinario. Es una persona con las cosas clarísimas, pero a la vez te da libertad, está abierto a cualquier propuesta, a cualquier duda, a cualquier imaginario que yo le pueda aportar a cualquier cosa. Ha sido un viaje precioso. Me acuerdo que empezamos preparando la película yéndonos un fin de semana los dos actores, Pol López y yo, junto con el director, al Delta del Ebro, a una casa rural. Allí leímos la película y nos enseñó una serie de referencias de cine en las que se había inspirado. Para mí, ha sido el rodaje más especial de mi vida y le tengo muchísimo cariño a la película. Ha sido fácil hacer una película que no es nada fácil de hacer. Mikel nos dijo desde el inicio que esto no era una película en la que se observa a la gente vivir. No le interesaba el realismo como tal. Nos daba siempre una consigna que a mí me encantaba: "esto es una película que sabe que es una película". Al principio yo no sabía qué quería decir con eso, pero ahora veo la película y entiendo perfectamente lo que quería hacer y lo que ha conseguido. He aprendido muchísimo de él y, personalmente, la película me llegó en un momento vital muy complicado. Así que la voy a relacionar siempre con algo importantísimo para mí.

Cuando lees el guión, ¿qué es lo que te interesa de este personaje? ¿qué elementos buscas explorar con él?

Lo que más me interesó fue lo que no dice el guion, todo lo que hay por debajo, todo lo que esos personajes se callan y adónde les lleva eso. Luego me interesa mucho el tema de la pareja en el cine. Una de las películas que más me han gustado en los últimos años es Mon roi, de Maïwen. Me gustan ese tipo de películas donde se exploran las relaciones románticas, que son tan complicadas de explicar y a veces de justificar y de comprender. Es muy difícil empatizar con las relaciones de pareja, porque cada una tiene un lenguaje.

¿Y eso lo tiene el guion de Suro?

Me pareció que estaba muy bien escrito, porque lo explica de una manera que me interesa mucho. Y luego lo que más me interesó, para mí es una de las premisas de la historia y de lo que es la película, es la idea de qué proyectamos de nosotros, qué queremos ser. Quiénes somos de verdad o si la verdad es lo que tú quieres ser o lo que tú acabas siendo ¿La verdad es lo que la gente proyecta en ti o lo que tú eres? Todas las preguntas que generaba ese guión y la manera en que Miguel las quería abordar me interesaron muchísimo y me llamaron la atención. Además, este personaje femenino me parece increíble, me ha parecido de una fortaleza técnica, no fortaleza por ser una mujer fuerte. Eso desde el guion está muy matizado, tiene mil colores... Yo a veces la odio, a veces me encanta y eso es lo mejor para un personaje. Con todo eso, me lancé de cabeza. Recuerdo que leí el guión una vez, lloré, llamé a mi representante y le dije era el guión más bonito que había leído en muchísimo tiempo. "Estamos dentro, ya veremos cómo, pero hay que hacer esto", le dije.

El personaje tiene muchos altibajos, es muy contenido muchas veces, pero luego estalla en una escena que donde tú gritas, bailas, cantas con una energía y una vitalidad tremenda. ¿Cómo fue ese momento? ¿Cómo fue rodar ese pico de tensión en una secuencia larguísima?

Esa secuencia es el mejor momento de mi vida en un rodaje. Sin duda, es el momento en que yo he sentido más libertad y más diversión. Es eso que cuentan las estrellas del rock, que a veces te dicen que cuando salen al escenario, hacen click y parece que no estén ahí. A mí eso me había pasado haciendo teatro, pero en el audiovisual me había costado más y ahí me pasó. Le pregunté a Mikel qué quería que hiciera y me dijo que me la preparara en casa. El día que yo hice eso, en la primera toma, nadie sabía lo que iba a hacer. Sí le pedí que me pusiera límites, porque yo puedo desde mear en el suelo, desnudarme o lo que sea. Y me dio la mejor nota y el mejor límite que me pudo poner: "No quiero que provoques a tu novio con ningún otro hombre, eso no me interesa. Esto no va de que tú vayas a dar celos, esto va de otra cosa". Y a partir de ese límite, yo trabajé en casa, me puse a estudiar ese árabe que era como un delirio, porque no había manera que a mí se me quedara eso en la cabeza. De hecho, odio esa canción, no la quiero volver a escuchar en mi vida. Me trabajé como las acciones, pero no las decidí mucho. Nadie del equipo sabía nada de lo que iba a hacer. Es el mejor momento de mi vida en un rodaje me lo pasé increíble.

¿Cómo ha sido verla?

Solo lo he visto una vez, porque me dio mucha vergüenza verla. Es un momento muy patético de mi personaje, por lo tanto tuve que ponerme yo patética, entonces me daba como apuro verlo, pero el recuerdo de cómo me lo pasé... es que es lo mejor que he hecho en mi vida, lo más divertido.

La película hablad de quiénes somos, de quienes proyectamos ser, del campo, de la ciudad... Con el personaje de Pol, llama la atención cómo se reconfigura la masculinidad de una una persona, desde que baila en una discoteca de Barcelona, hasta que tiene que reafirmarse en otro entorno, como es el rural. En tu personaje también hay cuestiones de clase, de posición social, ¿En qué sentido tú las trabajas o las teoriza o eso va surgiendo en el guion?

Pues mira un poco las dos cosas. Había mucho en guion. Nosotros tuvimos muy claro que Pol y yo teníamos que tener definido cuál era el conflicto previo de los personajes hasta llegar a esa casa, qué había ocurrido entre esa pareja, dónde habían estado. Teníamos muy claro que era una pareja que venía de haber montado una cooperativa con un grupo de amigos arquitectos, que él hubiera querido seguir allí, pero mi personaje no. Al final, el conflicto de base es sobre la manera de querer vivir. Hicimos mucho trabajo previo, fuimos a hablar con una cooperativa de arquitectos, les preguntamos cómo funcionaban, cuáles habían sido sus problemas, por qué se peleaban, cómo eran las discusiones y nos intentamos empapar mucho de eso. Yo trabajé mucho el hecho de que al estar embarazada quisiera cambiar de vida. Evidentemente que mi personaje, yo sé que a veces es clasista, pero creo que es que a veces somos clasistas, es que a veces somos racistas. Me parecía importante que eso se reflejara. A mí me gusta mucho la micropolítica que tiene la película.

¿Al final se refleja en nuestra propia relación con el campo y la naturaleza?

Totalmente. Y eso que yo, por ejemplo, soy una persona muy urbanita. A mí me encanta irme al campo para un fin de semana, pero no tengo ningún interés en irme a vivir al campo. Sí que veo que puede estar de moda, pero yo no tengo ningún interés. También hay que entender cómo viven, solos, en una casa absolutamente en ruinas al inicio, que tienen que hacer desde cero. Me pareció muy interesante como manera de aprendizaje también. Y luego durante el rodaje, estuvimos cinco semanas en el Ampurdán, donde estás bastante aislado y es que vivir aquí te configura una personalidad.

Aparece también el tema del racismo, cómo se genera en el grupo, en vuestros personajes, pero también en toda esa cuadrilla que pela los árboles. Es casi como cuando se propaga un discurso de odio en una red social, ¿eso nos define ahora como sociedad?

Me gusta mucho que hagas el paralelismo. Hay gente que me pregunta que si hay mucho racismo en el campo. Y yo digo que hay mucho racismo en todos lados, si es que está por todos lados. Es lo que intentamos mostrar. Esto es es una ficción, es verdad que participan trabajadores del campo que no son actores y que vienen aquí al festival, pero nos interesaba mostrar que eso no ocurre solo ahí. Ocurre también en las redes sociales, como muy bien has dicho, ocurre en cualquier sitio. Creo que eso está bien contado en la película, cómo el discurso del odio se expande como no tengas cuidado. Es que hay mucho miedo detrás y mucha ignorancia. La película habla de eso también.

Los personajes muestra una cierta hipocresía, pero la película va cambiando las posiciones de ambos a través de la relación de pareja, y en esa hipocresía, el cine español se está interesando ahora por el campo, no sé si lo ves hipócrita.

No lo veo hipócrita. Sí que llama la atención que se interese por el campo. Igual tiene que ver con que se están replanteando su realidad muchas personas, en esa idea de huir de las ciudades, porque realmente se está viendo de una manera insostenible. A lo mejor vivir en una ciudad en diez años ya no es sostenible. Hablaba el otro día con amigos de qué sentido tiene comprarse un piso en Madrid si en 15 años, a lo mejor, no puedes pasar más de cinco meses ahí. Lo lanzó al aire. No sé si tengo razón. A lo mejor estoy equivocada, pero sí que lo rural es una posibilidad en la cabeza de tanta gente por el horror del momento que estamos viviendo a nivel climático. Será que esos imaginarios se abren y entonces se empiezan a interesar más por el campo. O será también que cuando a lo mejor haces una cosa y funciona, de repente la gente se interesa por ver algo que a lo mejor nadie ha querido contar. Creo que debe ser una mezcla como de varias cosas.

¿Cuál es la relación del director con el campo?

Mikel fue jornalero. Mikel cuenta esta historia porque él pasó un verano pelando corcho allí en el Ampurdán y es un mundo que le fascinó. Le fascinó la imagen de los corchos pelados, de los alcornoques, ese rojo que deja que parece que el árbol sangre, le pareció como una metáfora de arrancar la piel. De qué piel muestres a la gente cuando arrancas la que tienes, que es lo que queda. Eso os lo podrá decir él, pero estuvo jornadas loquísima de levantarse a las 06:00, a las 05:00, volver a casa...

¿Cómo fue trabajar con los jornaleros?

Son geniales. Tengo una ilusión de que vean la película, creo que no saben donde vienen, creen que la van a ver en el proyector de mi casa. Y de repente van a ver el Kursaal, que parece algo muy emocionante. Para ellos, para Mikel con una opera prima, y para mí. Estar en su ciudad, en Donosti, presentándola aquí no nos lo podíamos ni imaginar. Es una peli pequeñísima que hicimos en cinco semanas, viviendo todos en una casa rural. Lo último que esperábamos es que llegara a sección oficial en este año de tan buen cine español.

Hablas de este momento del cine español, con nuevos directores y directoras, nuevas miradas, diversidad, como actriz ¿da una cierta tranquilidad ver que se están haciendo muchos proyectos?

A mí me parece que sí. Estamos en un momento brillante, tenemos cantidad de creadoras y creadores que hacen cosas muy interesantes, con puntos de partida muy arriesgados, muy interesantes. Yo no recuerdo, al menos en todos mis años de vida, un año donde haya tantísimas películas españolas en festivales internacionales, siendo referencia de tantísima calidad. Como actriz, evidentemente pienso que es una suerte vivirlo, te da el vértigo decir ojalá pueda quedarme un tiempo haciendo esto porque todo es tan inestable. Pero sí que creo que es muy estimulante y muy bonito vivir este momento y creo que deberíamos incentivarlo a hacerlo crecer y aplaudirlo, porque creo que tenemos mucha gente haciendo cosas con muchas ganas y muy bien.

 
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