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Anna R. Costa: "No hay hombres que atiendan sexualmente a mujeres con discapacidad intelectual, también ahí estamos en desventaja"

La creadora, autora de series como 'Arde Madrid', presenta en San Sebastián su nuevo trabajo, 'Fácil', la historia de cuatro chicas con discapacidad tuteladas que exploran su sexualidad y su autonomía frente a las instituciones. La serie adapta, con polémica, el libro de Cristina Morales

Coria Castillo, Anna Marchessi Riera, la directora Anna R. Costa, Natalia De Molina y Anna Castillo en el photocall de 'Fácil' en San Sebastián (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images) / Carlos Alvarez

Coria Castillo, Anna Marchessi Riera, la directora Anna R. Costa, Natalia De Molina y Anna Castillo en el photocall de 'Fácil' en San Sebastián (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images)

San Sebastián

Es casi un milagro que 'Fácil', la nueva serie de Anna R. Costa, haya visto la luz en San Sebastián y en diciembre lo haga en Movistar Plus+. Lo primero porque es una adaptación de 'Lectura fácil', el premiado libro de Cristina Morales con una visión antisistema y provocadora de cuatro chicas con discapacidad que viven en un piso tutelado en Barcelona. Y lo segundo porque la plataforma, que no anunció el proyecto hasta que estaba rodado y montado, haya resistido la tentación de meter la serie en un cajón. "Estuvo todo el rato en el alambre", admite la propia creadora. A eso se le suma la reciente polémica en la que la controvertida escritora criticaba con dureza la serie y la calificaba de 'nazi'. Y más allá de todos esos escollos y condicionantes fuera de la pantalla, lo importante es que 'Fácil' es una gran serie. Valiente y arriesgada. Con la capacidad de aunar humor, emoción y crítica social en cinco capítulos en los que visibiliza el día a día de cuatro mujeres con discapacidad frente a la violencia de las instituciones. Costa logra crear una obra con estilo propio que ahonda en muchos debates, como la sexualidad de las personas con discapacidad, la crueldad de la mirada externa y un sistema que no atiende sus necesidades. Natalia de Molina, Anna Castillo, Anna Marchessi y Coria Castillo son las protagonistas.

Es una serie complicada, ¿cuáles eran las líneas básicas y rojas antes de empezar a adaptar esta historia?

La primera de todas era que si no me dejaban que la serie estuviese contada desde ellas, no contarlas a ellas, sino que las que lleven la voz sean ellas, no la hacía. Ellas son las protagonistas y la mirada sobre el mundo es la de ellas. No conozco ninguna otra serie o película que sea así. Siempre las personas con discapacidad se las cuenta, pero no cuentan ellas. Y ese era el primer reto. Me dijeron que sí, con muy poca confianza de que saliese, de que se pudiese hacer. La segunda era que no fuese una obra de crítica social, porque creo que las obras de crítica social tienen algo que a mí me parece que se queda ahí congelado. Me negaba a hacer una serie donde cuentas una aventura de unas chicas y que se quedaran congeladas en el tiempo ahí. No quería que fuese una cosa de crítica social, sino quería unas mujeres con unas características especiales que contasen cómo ven el mundo. Esas dos grandes líneas, que fueron las más complejas, se fueron aceptando conforme fueron avanzando los guiones.

¿Cómo fue el proceso de escritura? Es un lenguaje de personas con diversidad funcional, diferente al de la novela y pensado para que lo interpreten unas actrices

Es la cosa más difícil que he escrito en mi vida y dudo que me enfrente a un reto más difícil que este, porque de algún modo tienes que poner la cabeza en esa discapacidad, en esa manera de pensar limitada o ilimitada, porque nunca se sabe. Lo que tenía claro es que no tenían filtro, que tenían cierta ingenuidad que facilitaba ciertas cosas, que podían ser escandalosas en según que manera de pensar o actuar, que podían liarla parda en cualquier momento, que podían no entender el mundo. Entonces ha sido como un proceso de quitar y poner, quitar y poner. Y claro, partiendo siempre desde mí, desde el personaje de Àngels, es un poco la madre y yo soy madre. Mi trocito de madre está ahí. Pero también soy una irreverente como Nati y espero serlo siempre, toda la vida. También como mujer tengo mis deseos sexuales y mi sensualidad y nunca he tenido la oportunidad de expresarla. Bueno, en 'Arde Madrid' estaba ese furor del personaje de Pilar que se masturbaba con su piedra. Siempre me gusta explorar la sexualidad femenina, pero en el caso de Marga, que ella no tiene filtro y no lo entiende, fue más difícil. Hay un momento que lo dice en la serie: ¿por qué le molesta tanto a la gente que me toque mi coño? Pues es verdad, ¿por qué? Pero si es mío y me lo toco yo, a quién le importa. Cada una de ellas es un trocito de mí y ha sido ensayo, error, ensayo, error, escribir, romper, escribir, romper.

Y además de la novela, que es la base para esta adaptación libre, ¿hay un trabajo de campo y documentación de mujeres con discapacidad?

Antes de empezar a escribir visité muchos pisos tutelados para ver cómo vivían, cómo se organizaban. Qué conflictos tenían entre ellas, que siempre son muy pequeñitos, ¿no? Hay algunas cosas del guión que las saqué de algún piso tutelado. Lo de que Patri tire el móvil cuando Enric no lo quiere porque dice que ya tiene uno. Eso es directamente de una cosa que me contó una de ellas. Una chica que se había comprado un móvil, sus padres la habían descubierto y para solucionar el problema lo tiró. Pero claro, el dinero ya se lo había gastado, que era el problema.

Y hablemos del personaje de la integradora social que interpreta Bruna Cusí, es como un nexo con el propio público al intentar hacernos entender a los personajes y empatizar

Eso lo tenía clarísimo. El personaje de Laia Huedo, que en la novela es la mala, malísima, yo no lo veía así. De entrada, yo no creo mucho en los personajes ni malos malísimos ni buenos buenísimos. Sí que es más difícil escribir personajes que se quedan ahí, en tierra de nadie. A veces soy mala, a veces soy buena y a veces me pasan ambas cosas. No me creía a una mujer de una edad, digamos joven de 30 y pocos años, que no conectase para nada con las chicas en la novela. Eso yo no me lo creí y yo no podía hacerlo así. Además, a la hora de defender y darle armas a una actriz siempre hay que plantear los personajes en positivo, aunque sea una asesina. Un lado humano tiene por algún lado, ¿no? Y sobre todo para dar herramientas a los actores. Entonces, de algún modo el personaje de Laia Huedo las entiende, intenta luchar por sus derechos en el margen en el que puede luchar por sus derechos. Evidentemente no consigue nunca nada porque la institución es muy rígida. Pero creo que es esperanzador que haya alguien que las entienda. Y a mí me parecía importante que hubiese alguien que intentase enseñarles por dónde tienen que ir para conseguir lo que ellas quieren, no para tenerlas controladas, sino para conseguir lo que ellas quieren.

Antes decías lo de realismo social, pero sí que es cierto que hay una crítica, una crítica a unas instituciones que coartan a personas que se salen de la norma

Me ha dejado muy loca ver que entre quien hace las leyes y quien escribe las normas que se tienen que cumplir a rajatabla no hay personas con discapacidad. Eso inevitablemente te lleva a un lugar de desconexión. El personaje de Nati (Anna Castillo) es el más político, el más reivindicativo desde la destrucción de la política, porque hay una violencia institucional plantada y enterrada bajo tierra que es como inamovible. Durante todo el proceso de escritura, de rodaje, de conocer a tanta gente que vive de esta manera, todavía no doy crédito de que se pueda vivir así. Forzosamente estén relegados a los márgenes porque hay un imposible, construir unas normas sin contar con ellos. Eso es complejísimo, es casi inexplicable.

La serie de toca muchísimos temas pero decides poner en el centro la sexualidad, un tema tabú para mucha gente, pero que aquí se visibiliza. También hay otra película en San Sebastián, 'La consagración de la primavera' de Fernando Franco, que lo mira desde la perspectiva masculina. Y es muy diferente

En la película a la que te refieres creo que es un hombre que tiene una discapacidad altísima, un tetrapléjico, y que tiene un servicio de atención sexual femenino. O sea, una prostituta que es una asistenta sexual. Eso no existe para las mujeres con discapacidad. No hay hombres que atiendan a mujeres con diversidad o con discapacidad intelectual. No hay hombres. No sé si será una cuestión fisiológica de que hay una cosa que se tiene que levantar y no se levanta o lo que sea, pero no existe. Entonces ya ahí estamos otra vez en la desventaja de que no es lo mismo ser hombre con discapacidad que ser mujer con discapacidad. Es peor ser mujer con discapacidad. De entrada las esterilizan. Salió la ley en 2021 donde estaba prohibido esterilizar a las mujeres, pero aunque la institución no lo hace, lo hacen las familias. Todas las mujeres con las que hemos hablado están esterilizadas. Y las que no lo estaban era porque eran jóvenes o porque están a punto, o porque ya las han diagnosticado como estériles o lo que sea. Pero las que tienen esta fogosidad, todas están esterilizadas.

La serie plantea de entrada el debate de quién interpreta a estas mujeres ¿En algún momento se pensó que serían solo actrices o si se podía contar con personas con una discapacidad intelectual para hacer esos personajes?

Si yo me hubiese planteado un documental, el proceso hubiese sido al revés, hubiese contactado con personas con discapacidad intelectual y hubiese intentado escribir un guión a medida suyo. Este caso, que a mí me gusta contar historias desde mi mirada, pues claro, partes de unos guiones que se tienen que reproducir en un tiempo concreto, que se tienen que repetir, que tienes que volver a rodar, que ahora de este ángulo... Yo me asesoré y me dijeron que eso era imposible, que no tienen la capacidad de la repetición, nunca van a memorizar un texto y te lo van a decir igual. Se pueden cansar e irse. Pueden un día no querer ir. No este proyecto, otro de otra naturaleza puede que sí, pero este no.

¿Ha visto la serie Cristina Morales? ¿Y qué opinas de sus polémicas palabras?

Ella ha visto la serie, pidió verla. Primero leyó los guiones, los aprobados, la última versión de guión y nunca me dijo nada. Por terceras personas sé que dijo que había sido una puñalada en el corazón. Estas fueron sus palabras. Luego ya cuando vio la serie, ella me dijo que se había divertido muchísimo, que se había reído mucho con Marga, que Nati no le había gustado, que le parecía ridícula, no la actriz por supuesto, sino el planteamiento del personaje, pero que le parecía muy buen producto. Yo me quedé bastante tranquila porque me pareció sincera y legítima de decir lo que ya le parecía que tenía que decir. Y luego, al poco tiempo, fue cuando escribió este artículo en Rockdelux y entonces me molestó mucho. Me molestó porque yo hubiese preferido que me hubiese llamado. Cuando me reuní con ella me contó los problemas que había tenido para publicar 'Lectura fácil', la comprendí y estuvimos hablando de mujer a mujer, de artista a artista. Hubo una conexión que me pareció sincera y luego el artículo no me pareció sincero. Está al servicio de su estética, por supuestísimo, pero que llamar nazi a mi trabajo me parece facilón, lo primero porque la palabra nazi a estas alturas se debería empezar a medir un poco. No me considero nazi en nada, ni que mi trabajo lo sea, ni que los personajes sean nazis. Me molesta. Y segundo, que no sabe de lo que habla, no sabe lo que es hacer y escribir una serie, no tiene ni idea de lo que es levantar una serie para una plataforma, con las cosas que tienes que luchar, con lo que tienes que pelear para que las cosas sean como tú quieres, para que sean honestas, para que los personajes sean honestos. Y entonces hubiese preferido que nos hubiésemos sentado, yo le hubiese contado todo esto y, si tiene una sensibilidad artística, es imposible que hubiese podido escribir ese artículo. Imposible.

Hay una cosa que han repetido muchos directores aquí en San Sebastián, que es que el cine o las series no cambian nada pero sí que influyen en cómo vemos las cosas, en cómo nos vemos y miramos a los demás. En este caso cómo es parte de un colectivo en su día a día

De entrada, cualquiera de nosotros que ahora no tenemos una discapacidad, podemos tenerla mañana por un accidente, por un ictus, porque nos atropella un coche. Hay millones de motivos por los cuales nuestro físico y nuestra vida puede dar un vuelco y pasar a ser otras personas. En el proceso de documentación he hablado mucho de la discapacidad sobrevenida, que no tiene nada que ver con la discapacidad de nacimiento. Para mí y para todo el equipo ha sido un proyecto transformador. Son siete millones de personas con discapacidad las que viven en España y no las vemos. Es que parece que no están porque realmente viven en los márgenes. Están en los márgenes porque son incómodas de mirar, porque parece que nos cuestionan alguna cosa, algún tipo de moralidad que deberíamos revisar. Y no lo acabamos de revisar porque nos es más cómodo que estén allí a lo lejos y tapaditos, espero que por lo menos se rompa la barrera del tú a tú. Esa es la primera que tenemos que romper. La de tratarles exactamente como personas, como cualquier otra persona, cada uno con sus características. Y luego ya si ayudásemos a tener derechos, eso ya sería fantástico. Me gustaría que la serie pusiese ese granito de arena y que las instituciones no fuesen tan rígidas, que cambiasen sobre la marcha, sobre sobre las necesidades.

La serie no se anunció hasta que estuvo rodada, ¿ha estado en peligro el proyecto, en el alambre?

Estuvo todo el rato en el alambre, yo creo que estuvo en el alambre hasta que estuvo montada. Tenía de mi lado a Sandra Hermida y a dos aliados que confiaban en mí plenamente, que eran Domingo Corral y Fran Araújo, pero ellos tenían que vender la serie. Quiero decir, vale, la hemos hecho, la hemos pagado, pero ahora tenemos que dejar que se emita. Entonces había una serie de líneas rojas que nos las hemos saltado absolutamente todas, que hasta que no ha estado hecha y han visto que era empática no se ha tenido claro.

¿Eso como creadora no es un poco vivir al borde de un ataque de nervios continuo?

Sí, es vivir todo el tiempo al borde de un ataque de nervios. Y así he vivido durante dos años. Lo que pasa es que ha sido el proyecto más gratificante de mi vida. He aprendido muchísimo, he conocido gente extraordinaria, he aprendido un montón de cosas que no sabía que existían. Es como si Doraemon me hubiera abierto una puerta a un mundo que no conocía. Entonces he aprendido mucho y ha sido a partes iguales, disgustos y alegrías. Y por tanto, ahí está, ha nacido la criatura

 
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