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¿Qué fue de las niñas de Aguilar de Campoo? Estas son las pistas 30 años después

En 1992, dos chicas de Aguilar de Campoo desaparecieron tras una noche de fiesta. Treinta años después siguen en paradero desconocido y la investigación continúa abierta

¿Qué fue de las niñas de Aguilar? Estas son las pistas 30 años después

Nos retrotraemos a 1992. Unas chicas de un pueblo de España se van a pasar un día de fiesta a un pueblo cercano y al final de la jornada deciden hacer autostop para volver a casa. Nunca llegaron a su destino. El caso es muy parecido a de las niñas de Alcasser: mismo perfil de víctimas, un recorrido semejante, mismo año, la España rural… Pero lo que difiere es el final. Nadie sabe, 30 años después, qué fue de las niñas de Aguilar.

Un caso irresoluble

Las niñas de Aguilar eran Virginia Guerrero y Manuela Torres, dos amigas inseparables, que en el momento de su desaparición tenían 14 y 13 años respectivamente, naturales de Aguilar del Campoo (Palencia). Aquel día fueron a pasar la tarde a Reinosa, en Cantabria, a media hora en coche. Para volver a casa decidieron hacer autostop, un coche las recogió, y nunca se volvió a saber de ellas. La única pista fiable alude a un Ford blanco, que supuestamente las recogió. En ese primer momento, cuando los familiares dieron la señal de alarma, se llevaron a cabo batidas de búsqueda, se peinó la zona y se tomaron testimonios, pero nada dio resultado. También se investigó en Francia, por si se hubieran marchado o se las hubieran llevado por la frontera y se trabajó con la Interpol.

En 1994, solo dos años después de la desaparición, unos paseantes hallaron dos cráneos en el pantano de Requejada, a una hora en coche de Reinosa. Sin embargo, las pruebas forenses dictaminaron que no pertenecían a dos adolescentes. Las llamadas que se recibieron durante esos primeros años fueron constantes. Una mujer alertó de que le parecía haberlas visto en un autobús a Madrid, se investigó que pudieran haber desaparecido por propia voluntad y vivir en una casa okupa. Incluso se llegaron a realizar retratos robots unos años después de cómo habrían crecido. Pero nada dio frutos. Obviamente cada uno de estos giros ha supuesto un vuelco en la vida de los familiares, que han visto cómo la herida se abría cada vez que el resultado de las pruebas era negativo.

Siempre que ha habido algún hallazgo en la zona se ha apuntado a que estuviera relacionado con esta desaparición. La última esperanza fallida se dio en 2017 cuando hallaron una mandíbula en un pantano en Cantabria, pero de nuevo las pruebas de ADN indicaron que no pertenecían a las niñas. En 2021 se reabrió el caso por última vez ante la revisión de un testimonio de la época. Las muestras de ADN de sus familiares están en el programa Fénix, dedicado a cotejar restos humanos con muestras de familiares de desaparecidos.

Una investigación con muchas trabas

Carmen Balfagón, criminóloga y representante legal de las familias de Virginia y Manuela, se ha pasado por La Ventana para hablarnos de esta causa. La letrada se ha mostrado especialmente crítica con las trabas que se han puesto a la investigación. "Nos han negado la diligencia de buscar en una cueva que era un sitio idóneo para esconder los cadáveres", ha afirmado. También se les ha negado la investigación en una mina que, según una llamada que recibieron, era el lugar donde se escondían los cuerpos de las menores. La mina fue inspeccionada hace 30 años pero la abogada exige que se vuelva a hacer con los métodos de investigación de los que se dispone actualmente.

Balfagón no descarta acudir al Tribunal Constitucional y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo para conseguir que se investigue en los lugares indicados y que las familias tengan la posibilidad de encontrar los restos mortales de sus hijas tres décadas después.