Patricio Guzmán, la memoria documental y la revolución política de las mujeres chilenas
El director chileno presenta en el Festival de San Sebastián 'Mi país imaginario', un documental sobre el cambio político y constitucional de Chile
San Sebastián
Patricio Guzmán fue persona que inmortalizó en el cine el gobierno de Salvador Allende. También el golpe de estado que acabó con él. La Batalla de Chile es más que un documental. Estrenado en 1975, dos años después del genocidio de Pinochet, la película es también una víctima de la dictadura, al tiempo que reproduce una época clave para entender la historia de Europa y, por supuesto, la de América Latina. El cámara del filme, Jorge Müller Silva, fue secuestrado por la policía militar y sigue desaparecido. El director pasó fue detenido, pero consiguió huir a Europa con los rollos de esa película que montó con ayuda de Chris Maker.
"El fantasma del estadio continúa hasta hoy. Es decir, cuando un país es empujado a una situación tan terrible como llenar un estadio de prisioneros, ese fantasma permanece mucho tiempo en la mente de nosotros. Siempre hemos pensado que el estadio está ahí por alguna razón", dice el director a la Cadena SER, justo cuando presenta nuevo documental, que dialoga con La batalla de Chile y que, como este, rueda los acontecimientos al tiempo que suceden. Esos acontecimientos son cambios sociales y políticos que han tenido y siguen teniendo lugar en Chile y que centran Mi país imaginario, película que tuvo su estreno en Cannes y que ahora llega a los cines españoles.
A sus 81 años, el director de documentales como Nostalgia de la luz, El botón de nácar o La cordillera de los sueños, entiende su trabajo como parte de un trabajo político y de memoria. "El cine documental trata justamente de eso, de la memoria. "Es una especie de caja de resonancia del pasado más reciente para proyectarlo hacia el futuro", y eso es lo que hizo en 1975 y lo que repite en 2022. Justo cuando Chile acaba de rechazar su nueva constitución. "Me pareció muy preocupante que la opinión pública haya cambiado tanto en tan poco tiempo. Es un pequeño desastre políticamente", explica sobre ese chasco que se ha llevado el nuevo gobierno de izquierdas, indigenista y feminista liderado por uno de los chicos que participaron en las revueltas de 2019 que Guzmán documenta en su nuevo filme, Gabriel Boric.
"Es una persona competente. Es muy joven, pero es competente. Y yo creo que está acompañado por un gran grupo de juventud dispuesta a llegar hasta el final, es decir, seguir trabajando para construir un futuro más interesante para un país como Chile, que es un país espléndido en el Cono Sur. Yo creo que con suerte va a conseguir lo que quiere. Naturalmente, puede pasar cualquier cosa. Estaremos siempre dispuestos a asumir el presente como venga". Guzmán desconfía de los políticos, pero defiende al nuevo presidente. También es consciente de que la crisis social no se ha solucionado y todo puede ocurrir en un país donde ya todo ocurrió.
En Mi país imaginario dominan las mujeres. Ellas son el motor de cambio de Chile. "Hace tiempo que en Chile las mujeres se organizaron muy bien políticamente. Empezando por las que protestaron contra los desaparecidos. Inventaron formas de excavar en el desierto y estuvieron años y años tratando de hacerse valer", explica el director. El feminismo, las protestas contra los feminicidios, en favor del aborto, la canción de Las Tesis, que popularizaron ese grito de "el violador eres tú", aparecen en un documental que pone los pelos de punta. La lucha de la gente, del pueblo sin recursos que se organiza para salir de una situación de opresión económica y social.
Guzmán dice que nunca hubiera imaginado que años después de La batalla de Chile acabaría rodando otro documental donde el futuro del país saliera a las calles, con rabia y con alegría también. "Realmente pensábamos que la dictadura de Pinochet iba a durar mucho más aún. Resulta que se produjeron fenómenos de deterioro del régimen. Fue un error llamar a elecciones. Y las perdió. Eso fue una derrota extraordinaria para la derecha chilena", recuerda el realizador, para quien la política de su país ha sido una especie de turnismo entre derecha e izquierda. "Digamos que el territorio chileno sigue siendo un campo de batalla entre derecha e izquierda".
Igual que la primavera árabe tuvo su detonante, la revolución chilena, que tuvo lugar antes de la pandemia, también tiene un acontecimiento cotidiano. Una chispa que prendió la rabia entre las estudiantes y los obreros. Fue la subida del precio del metro unos 30 pesos. "El fenómeno del metro sorprendió a todo el mundo. Pensábamos que era otra manifestación más, pero llegó al punto de suspender todo el aparato del metro en Santiago, que es una ciudad enorme. Suspenderlo todo y al mismo tiempo recibir la avalancha de protesta, de rotura, de agresividad, de simplemente a arrasar con las instalaciones". El resultado fue la obtención de un nuevo proceso constituyente, para anular la constitución de la época de Pinochet y aprobar una nueva, que rebajara el neoliberalismo que ha sumido en la pobreza la mayoría del país.
Una semana más tarde de aquello, el fenómeno de protestas arrastró a 1.200.000 personas a las calles. Sin líderes, sin jefe, sin programa, sin perspectiva. "Simplemente la gente salió porque estaba cansada de soportar un gobierno mediano que no satisfacía sus más elementales necesidades. Y esto generalmente se produce con un movimiento, con dirigentes y con partidos de masas. Aquí se produjo solo con masas, pero sin nadie detrás. Este fenómeno único", dice Guzmán.
"La derecha va siempre remar para su costado y realmente no tiene soluciones claras. Ellos hacen mucho ruido y ahora tienen influencia en la opinión pública. Pero va a pasar un tiempo que se les van a acabar los argumentos y nuevamente la ola de protesta, que es una ola real de problemas que no se han solucionado durante años, va a volver a tomar fuerza y vamos a continuar", explica Patricio Guzmán esperanzado con este movimiento popular. "Todo puede ocurrir. Son peligros latentes que tiene esta revuelta. Hay que tener confianza en que el movimiento encuentre una salida más, con más futuro".
Ojalá todos los países tuvieran un Patricio Guzmán, que pusiera la cámara acompañando a aquellos movimientos que ponen en jaque al poder. En La batalla de Chile participó un director español como guionista, José Bartolomé, hermano de Cecilia Bartolomé, autores ambos de uno de los mejores documentales del cine español, Después de..., que retrataba el momento de protesta durante la Transición. Y es que el realizador no solo tiene un compromiso político en su cine, sino que considera el documental como el arma para colocar al espectador ante los grandes problemas que tenemos, como país, como personas y como grupo. "El documental es una opinión muy personal de cada uno de nosotros y queda guardada para siempre en la memoria chilena. La gente se olvida de las películas de ficción, pero los documentales quedan ahí, machacando siempre".
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...