Enterrado al ritmo de 'Paquito el Chocolatero': el último deseo de Miguel que ha desbordado a la charanga del pueblo
Algunos vecinos del municipio han mostrado su interés por contratar este servicio musical el día de su funeral
Imágenes cedidas
Vilches (Jaén)
Diez y media de la mañana de un viernes de septiembre. La familia de Miguel López se prepara para darle el último adiós en Vilches (Jaén). A las puertas del tanatorio, las coronas de flores ya están listas, mientras sus seres queridos esperan al cortejo fúnebre para acompañarlo por las calles del pueblo hasta la iglesia. El coche arranca y, a su mismo compás, comienzan a sonar los acordes de una música conocida por todos, pero atípica para un entierro: el pasodoble Paquito el chocolatero. Esa era, según cuentan las hermanas del fallecido, su última voluntad. Y se ha cumplido, sirviendo de ejemplo a otros muchos vecinos que ahora quieren seguir sus pasos.
Miguel Parra, uno de los integrantes de la charanga, reconoce que a todos les sorprendió porque no habían "recibido nunca ninguna propuesta así". Pero, sin dudarlo, la aceptaron. "La petición era muy sencilla. El hombre había expresado en vida bastantes veces que quería que fuese una charanga tocando Paquito el chocolatero. Quería que la gente estuviese de fiesta y alegre en su entierro. Costase lo que costase", asegura el músico.
La contratación se produjo poco después de su muerte. El jueves a mediodía el enterrador del municipio se puso en contacto con Parra para transmitirle el deseo de Miguel. "Fue un poco caótico porque se gestionó todo a última hora", admite. Nueve de los 10 músicos de la charanga, llamada El Posturón, se organizaron con rapidez, por ejemplo, pidiendo permisos en sus trabajos, para poder asistir al día siguiente al funeral. "Era un caso muy especial. Hicimos lo imposible por tocar porque era importante para la familia. El concepto y el mensaje que se lanzaba de enfrentar el duelo de otra manera nos gustó".
Y llegó el día del entierro. La charanga acudió puntual a la cita. Vestidos con pantalón oscuro y camisa blanca, se situaron a las puertas del tanatorio con incertidumbre y "sensación extraña" por lo que iba a suceder en pocos minutos. "Al hacer esta petición, pensábamos que el funeral iba a tener otro enfoque, pero para nada. Cuando llegamos nos encontramos a gente que había perdido a un familiar. Estaban totalmente rotos". Con un nudo en el estómago, empezó a resonar, en primer lugar, Paquito el chocolatero, la canción favorita de Miguel.
"La persona que peor estaba llevando el duelo era una de las hermanas. De hecho, la mujer se desmayó cuando empezamos a tocar de la impresión de ver que se estaba cumpliendo. Fue una sensación extraña", recuerda. Primero la charanga acompañó a los restos de Miguel, fallecido a los 73 años, con populares pasodobles como Campanera, Gato Montés o Nerva desde la puerta del tanatorio hasta la plaza del municipio, donde se sitúa la iglesia principal, a unos 1,2 kilómetros de distancia. Luego, la despedida continuó en el propio cementerio.
"Por petición de la familia entramos dentro del cementerio, tocamos mientras metían la caja en el nicho. [...] La forma de tocar los pasodobles no era la misma que en las fiestas. Lo hicimos lo más formal, intentando no hacer un circo, que fuera solemne". Un momento muy íntimo y personal que impactó a los propios integrantes de la banda. "Me pareció bonito. Hubo músicos que se emocionaron". Al finalizar el entierro reconoce que todos estaban afectados. "No sabíamos cómo etiquetar lo que había pasado y entendimos que esto iba a alcanzar otras dimensiones". Y así ha sido.
Otros también quieren a la charanga en su funeral
Con su petición, Miguel López ha derribado un velo invisible que frenaba a otros muchos vecinos, por pudor o miedo a lo inusual, a hacer lo mismo el día de su entierro. Ahora son "decenas", según detalla Parra, los vilcheños que se han dirigido a los integrantes de la banda para decirles que ellos también quieren que les despidan con su música. "Nos consta que de todos ellos dos o tres personas son capaces de hacerlo de verdad porque son seguidores de la charanga", apostilla. El coste medio de un servicio de estas características varía en función de las peticiones de las familias y las tarifas de cada banda, pero ronda los 500 euros.
No solo los vecinos de este pequeño municipio jiennense, que no llega a los 5.000 habitantes, miraban con asombro el cortejo fúnebre a su paso por las calles del pueblo. La sorpresa también se trasladó a los propios trabajadores de la funeraria. "Alucinaron, no se creían lo que estaba pasando. El chófer se echó varias veces las manos a la cabeza". A pesar de su trayectoria, ellos tampoco habían presenciado ningún entierro así. En algunos funerales, detalla Parra, los fallecidos solicitan música de capilla, de corte más "dramático", pero nunca lo habían visto con una charanga, asociada a momentos festivos. Quién sabe si a partir de ahora lo presenciarán en más ocasiones.
Minerva Marcos López
Periodista en la sección digital de la SER. Antes en Radio Madrid, el programa 'Hoy por Hoy' y en la...