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Evitar por ley que cada español tire a la basura 30 kilos de comida al año: la apuesta por la donación tradicional

Los españoles tiramos a la basura cada año 1.200 millones de kilos de comida y bebida en buen estado, lo que implica consecuencias económicas, medioambientales y sociales

Objetivo: evitar por ley que se tiren a la basura 30 kilos de comida por persona cada año

Objetivo: evitar por ley que se tiren a la basura 30 kilos de comida por persona cada año

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Madrid

El objetivo de que el texto entre en vigor con el arranque del año 2023. Cuando se presentó el anteproyecto el ministro de Agricultura, Luis Planas, destacó las motivaciones éticas, medioambientales y sociales, sin dejar de lado las económicas: “No hay producto alimentario más caro que aquel que acaban en la basura, aquel que se despilfarra”. Según sus estimaciones el desperdicio alimentario supone una pérdida anual para las familias españoles de 250 euros por cada integrante.

La ley obligará a los restaurantes a dar recipientes para poder llevar a casa lo que no comamos, y recomendará a las grandes superficies poner estanterías separadas y a precios rebajados productos en buen estado pero a punto de caducar (la confusión entre fecha de consumo preferente y fecha de caducidad se estima que genera el 10 % del desperdicio).

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Más allá de eso, el texto establece una jerarquía para que la comida que sobra, el excedente, no se convierta en desperdicio:

  1. Donación para consumo humano directo, con mención explícita a los bancos de alimentos como primera opción.
  2. Empleo en la industria alimentaria para elaboración de mermeladas o zumos
  3. Uso en alimentación animal
  4. Derivación hacia industrias no alimentarias como las dedicadas a la elaboración de abono, compostaje o biogás.

La ley incluye también multas para quien no cumpla, de hasta 60.000 euros por infracciones graves, de hasta medio millón si la falta se considera muy grave.

El punto limpio del desperdicio

Los bancos de alimentos aparecen explícitamente referenciados como posibles destinatarios de las donaciones para consumo humano. Tendemos a identificar estas instituciones con grandes naves donde se almacenan grandes cantidades de alimento no perecedero (lentejas, pasta, arroz…) el que habitualmente se recoge en las campañas navideñas. La realidad es que hoy en día son mucho más que eso, hace ya tiempo que por ejemplo tienen cámaras frigoríficas para la distribución de alimentos frescos, han firmado acuerdos con grandes mercados para la gestión de excedentes y trabajan teniendo presente el lema de de “aquí no se tira nada”.

Mila Benito a las puertas del Banco de Alimentos de Madrid

Mila Benito a las puertas del Banco de Alimentos de Madrid / Rafa Panadero Carlavilla

Mila Benito a las puertas del Banco de Alimentos de Madrid

Mila Benito a las puertas del Banco de Alimentos de Madrid / Rafa Panadero Carlavilla

Se parecen más a grandes empresas de logística y distribución, y precisamente por ahí viene la preocupación sobre lo que puede suponer la nueva ley. “Nos preocupa que en 2023 esto se traduzca en una cantidad de alimentos inmanejable, porque lo esperable es que cualquier empresa quiera largar su producto antes de que caduque”, explica Mila Benito, directora de comunicación del Banco de Alimentos de Madrid. “Nos podemos convertir en el punto limpio del desperdicio, porque destruir alimentos es caro desde el punto de vista de la empresa” añade antes de dejar claro que, a pesar de los matices, la valoración general de la ley es positiva.

El método creado en el instituto de Etxebarri para luchar contra el despilfarro alimentario en su comedor

En ese término genérico de empresa se engloban compañías productoras de alimentos, supermercados, pequeños comercios, restaurantes o establecimientos hoteleros. En la cadena de hoteles Ilunion, del grupo ONCE, hace más de dos meses que han lanzado un proyecto piloto centrado en el excedente que resulta de los desayunos. Los resultados están siendo muy satisfactorios, destacan la mayor concienciación que ven entre los clientes y ya estudian ampliar la experiencia a otros campos.

Victoria Rodríguez, su encargada de restauración, coincide en el avance que puede suponer el texto que se está tramitando pero advierte de algunas lagunas: “¿Cómo van a medir si yo lo estoy haciendo bien o mal? Hay que concienciar, hay que imponer medidas preventivas y correctoras si son necesarios, pero la realidad es que al final la el detonante es el de las posible multas. ¿Y cómo van a decidir si me multan?”.

Victoria Rodríguez, responsable de restauración en Ilunion, junto a uno de los paquetes de comida preparado para la empresa Too Good To go

Victoria Rodríguez, responsable de restauración en Ilunion, junto a uno de los paquetes de comida preparado para la empresa Too Good To go / Rafa Panadero Carlavilla

Victoria Rodríguez, responsable de restauración en Ilunion, junto a uno de los paquetes de comida preparado para la empresa Too Good To go

Victoria Rodríguez, responsable de restauración en Ilunion, junto a uno de los paquetes de comida preparado para la empresa Too Good To go / Rafa Panadero Carlavilla

Rodríguez echa también en falta más facilidades para que los establecimientos puedan deshacerse de los excedentes, porque de momento “se está resolviendo casi todo a nivel local, por iniciativas particulares”. El transporte adecuado de los posibles excedentes antes de que se conviertan en desperdicio es otro punto de los puntos delicados porque de poco servirá combatir el efecto medioambiental del desperdicio, que se estima que está detrás de hasta el 10% de la emisión de gases efecto invernadero, si a cambio hay que poner en circulación nuevas flotas de vehículos obligados a recorrer grandes distancias.

Donaciones a través de una app, la opción olvidada

En paralelo a los bancos de alimentos, los supermercados o los establecimientos de hostelería, en los últimos años han aparecido algunas startup que se han convertido en actores de peso en el escenario del desperdicio de alimentos. Las app que han desarrollado permiten adquirir, a precio rebajado, comida en buen estado antes de que una tienda, un restaurante o un hotel lo tire. Sus defensores aseguran que es una solución en la que “todos ganan”, un win-win de libro.

Too Good To Go es posiblemente la más veterana. Llevan en España desde 2018, tienen más de 5 millones de usuarios y trabajan con 15.000 establecimientos. Ven la nueva ley como una gran oportunidad que hay que aprovechar y que generará un cambio de conciencia, aunque consideran que la prevención debería estar en el primer puesto de la jerarquía propuesta para actuar antes de la generación de residuos.

También echan en falta imposiciones para el manejo de los productos en función de su fecha de consumo preferente. “La ley debería obligar a los establecimientos a diferenciar y dar salida específicamente a los alimentos con fecha de consumo preferente próxima a su vencimiento”, destaca Victoria Albiñana, su responsable de Relaciones Institucionales. El texto actual habla sólo de “buenas prácticas” pese a que la confusión entre esa fecha, que no significa que el alimento esté en mal estado, y la de caducidad, es la causa del desperdicio del 10% de la comida que se tira en la Unión Europea.

Gabriel Ramas, uno de los fundadores de Encantado de Comerte, en el centro de emprendimiento La Nave, sede de su empresa

Gabriel Ramas, uno de los fundadores de Encantado de Comerte, en el centro de emprendimiento La Nave, sede de su empresa / Rafael Panadero

Gabriel Ramas, uno de los fundadores de Encantado de Comerte, en el centro de emprendimiento La Nave, sede de su empresa

Gabriel Ramas, uno de los fundadores de Encantado de Comerte, en el centro de emprendimiento La Nave, sede de su empresa / Rafael Panadero

“Encantado de Comerte” es otra startup nacida en España con el objetivo de combatir el desperdicio alimentario. Recientemente ha sido reconocido por Naciones Unidas como una de las 50 mejores pymes del mundo para mejorar el sistema alimentario. Ellos también ven con buenos ojos la futura ley pero lamentan que se señale como primer receptor de las donaciones a organizaciones tradicionales, como un banco de alimentos, en lugar de abrir la puerta a otros métodos que permitirían el reparto de comida entre familias vulnerables sin renunciar a la dignidad.

“Al final no estás aportando nada novedoso con esa ley, habría que ser más ambiciosos”, reflexiona Gabriel Ramas, uno de sus fundadores. “Nosotros propusimos que a partir de herramientas totalmente tecnológicas se implementaran procesos para manejar los excedentes de comida que dignificaran la entrega a familias vulnerables”. Según su enfoque, con estas nuevas apps las familias necesitadas podrían recoger comida en los establecimientos seleccionados, como cualquier persona, sin necesidad de ponerse en una cola del hambre y manteniendo por tanto su dignidad.

Tarea pendiente, ponerle fin al desperdicio de alimentos

Tarea pendiente, ponerle fin al desperdicio de alimentos

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Rafa Panadero

Rafa Panadero

Ha desarrollado casi toda su carrera profesional en la Cadena SER, a la que se incorporó en 2002 tras...

 
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