El lumpemproletariado de la belleza

Madrid

El pasado martes Íñigo Errejón presentaba en el Congreso una iniciativa para obligar a las redes sociales a identificar las imágenes que hayan sido retocadas y muestren cuerpos "irreales". Una medida que, claramente, solo beneficiaría a los guapos o, por decirlo en términos más sociales, a las rentas altas en hermosura, al tiempo que atentaría directamente contra los feos a los que la Constitución reconoce el sacrosanto derecho a mentir sobre nosotros mismos.

Si mentir sobre uno mismo estuviera mal, el infierno estaría lleno de gente que ha puesto en el currículum que sabe inglés. Los feos somos el lumpemproletariado de la belleza. El Photoshop es para nosotros la renta básica que nos permite subsistir en Instagram y en Tinder.

Creía que Íñigo estaba con los desfavorecidos. Me equivoqué. Pero no corrí delante de los grises para que ahora aparezca en mi perfil de LinkedIn que me he borrado la papada.

Me gustaría saber hasta dónde está dispuesto a llegar Errejón en ese cruel empeño de que nos aceptemos como somos. Se empieza obligando a declarar el uso de Photoshop y se acaba prohibiendo la braga faja.