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Liz Truss da un giro de 180 grados para mantenerse a flote mientras la oposición pide en bloque su cabeza

La primera ministra británica sacrifica a su mayor pilar dentro del Gobierno para aplacar el malestar que ha causado su propuesta de política fiscal

La primera ministra británica, Liz Truss, da una rueda de prensa este viernes tras destituir a su ministro de Finanzas. / Carlos Jasso / POOL (EFE)

Madrid

No corren buenos tiempos para Liz Truss. Lleva poco más de un mes de mandato, pero ya se enfrenta a su primera gran crisis de gobierno. La primera ministra británica ha tenido que sacrificar este viernes a su íntimo aliado y ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, para intentar aplacar el malestar de una buena parte del sector económico del país. Un intento desesperado por restaurar la confianza que los mercados y la oposición en el Parlamento han perdido solo semanas después de que asumiera su cargo al frente del Ejecutivo.

Kwarteng era uno de los pilares del plan fiscal que abanderó Truss y que le ha traído de cabeza desde que lo anunciara el pasado 23 de septiembre. La propuesta versaba en una bajada masiva de impuestos, que atemorizó a los inversores de la Bolsa y que, además, propició una caída exponencial de la libra esterlina. La primera ministra se vio acorralada por la reacción de los mercados, y también por las voces críticas dentro de su propio partido, y no le quedó más remedio que recular. Pero ya era tarde. Se había desatado una tormenta que no era fácil de aplacar.

38 días después de que aceptara su cargo, Kwateng se ha convertido en el chivo expiatorio y, hasta ahora, el único que ha pagado las consecuencias del plan fiscal de Truss. El ya exministro se ha empeñado en recordar que no ha dimitido, sino que ha sido cesado contra su voluntad. Aun así, en su carta de despedida ha sido cortés con la primera ministra, a la que incluso ha dedicado buenas palabras: "Hemos sigo colegas y amigos durante muchos años. Durante ese tiempo, he visto tu dedicación y determinación. Creo que tu visión es la adecuada. Ha sido un honor servir como tu primer canciller".

Y a rey muerto, rey puesto. Pocas horas después ya se conocía quién iba a asumir una cartera caliente, en la que todos los inversores británicos tienen puestos sus ojos. Truss de nuevo da un giro de 180º y ha apostado por un perfil totalmente opuesto al ministro saliente. El conservador Jeremy Hunt, que abandera algunas formas del establishment que no gustan a Truss, ha sido el elegido para reconducir el rumbo financiero del país y lanzar así un mensaje de normalización y estabilidad.

Marcha atrás de Truss

La primera ministra ha comparecido este viernes por la tarde en una rueda de prensa corta, en la que ha venido a reconocer que los mercados le han ganado el pulso, dejándola sin mucho margen de maniobra. "Está claro que partes del minipresupuesto [que presentó Kwarteng el 23 de septiembre] fueron más lejos y más rápido que lo que los mercados esperaban", ha admitido una alicaída Truss.

En sintonía con esta nueva etapa, Truss ha dado marcha atrás y ha decidido mantener la subida del impuesto de sociedades que pasará de un 19 a un 25%, algo que se comprometió a anular cuando asumió su cargo. Esta medida ya había sido anunciado por el anterior Ejecutivo de Boris Johnson. Con ella, se recaudará 18.000 millones de libras adicionales (20.700 millones de euros), que se utilizarán principalmente para rebajar la deuda a medio plazo.

Liz Truss, ¿la nueva Margaret Thatcher?

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido uno de los primeros organismos en celebrar el paso atrás de Truss. Consideran un acierto que Londres vaya a "recalibrar" su plan fiscal, en pro de la estabilidad económica del país. Estos cambios, de momento, no se han notado en los mercados. Al cierre de la sesión este viernes por la tarde, la libra esterlina perdía un 0,68 % respecto al euro, hasta 1,1489 euros, y retrocedía un 1,08 % frente al dólar estadounidense, hasta 1,1179 dólares.

La oposición pide la cabeza de la primera ministra

La decisión desesperada de Truss no ha rebajado las pretensiones de la oposición, encabezados por los laboristas, que piden sin titubeos su renuncia. A este carro también se ha subido la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. "Lo mejor que podría hacer Liz Truss por la estabilidad económica ahora es dimitir", ha afirmado la líder independentista, después de que "sus decisiones hayan aplastado la economía y hayan sumido en la miseria a ciudadanos que ya tenían problemas con la crisis por el coste de la vida".

A pesar de esto, Truss se aferra a su silla y descarta dimitir por el momento. Eso sí, su figura seguirá estando en el punto de mira, no solo de los mercados y de la oposición, también de algunos miembros de su propio partido que cada vez disimulan menos su disconformidad con las políticas de la flamante primera ministra británica.

Minerva Marcos López

Minerva Marcos López

Periodista en la sección digital de la SER. Antes en Radio Madrid, el programa 'Hoy por Hoy' y en la...

 
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