Los Mossos, prueba de fuego para Esquerra

Barcelona

El primer mandato de un Gobierno es no convertirse el mismo en un problema. Por eso, el Ejecutivo de Esquerra Republicana en solitario es mejor que cuando estaba coaligado, hasta hace cuatro días, con los ultras de Junts.

Pero el segundo mandato es no crear problemas artificiales. Y aquí la cosa ya resulta más difícil. Porque una historia es hacer de activista y otra, muy distinta, gobernar. O sea, resolver problemas; al menos, no crearlos. Desde el año del referéndum de secesión, 2017, el cuerpo policial de los Mossos, que en general había sido (bajo el Mayor Trapero), bastante efectivo, colaborador con otros, y moderno, está capotando. Ya lleva media docena de cambio de mandos, uno tras otro, casi a razón de uno por año. Por culpa de los políticos que los mandan. Enviaron a Trapero al exilio interno (al archivo) porque tenía demasiada autoridad, más que los gobernantes. Nombraron a pelotilleros, uno tras otro. Destituyeron a uno de los jefes, Toni Rodríguez, porque por oficio investigaba asuntos feos de los dirigentes políticos. Un descrédito: para estos.

El problema no son los Mossos, sino el consejero de Interior, que sabe tanto de orden público como de todo lo demás, pero le encantan los referéndums. Ha venido sosteniendo el señor Elena, un antiguo socialista convertido en neopujolista, que la dirección de la policía autonómica debe ser “coral”. ¡Gran invento, en tantos siglos de civilización! Las policías no son coros musicales, sino organizaciones jerárquicas y disciplinadas. Si el president Pere Aragonès no le marca el paso, un paso ordenado y serio, convertirá a la Generalitat en un espectáculo de coros y danzas.

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