Redistribución de las especies y conflictos entre países: así afecta el cambio climático a la pesca
El calentamiento del mar provoca el desplazamiento de especies a otras zonas y conflictos entre países por las cuotas de captura. Este verano se han batido récords de temperatura del agua en la costa mediterránea y atlántica.
Madrid
El pasado 24 de agosto, a las 15:00h, la boya de Dragonera, en Baleares, registró 31,36 ºC. Es la temperatura del agua del mar más alta recogida hasta ahora por las redes de medidas de Puertos del Estado. Otras boyas del Mediterráneo han batido sus propios récords en este tórrido verano: las de Valencia y Cabo de Gata (Almería) alcanzaron los 29,9 ºC, la de Tarragona 29,7 ºC y la de Cabo de Palos (Cartagena) llegó a los 29,3 ºC. Y aunque las estaciones de medición en el mar Cantábrico y Canarias no han batido récords históricos, algunas de ellas sí han superado los máximos asociados a los meses de julio y agosto.
No pueden confirmarlo, pero los pescadores creen que las altas temperaturas del mar podrían estar detrás de algunas anomalías que han detectado este verano. “Nuestros barcos de cerco de Castellón han visto cómo han descendido las capturas de pequeños pelágicos, hablamos del boquerón, las sardinas..., especialmente a los 60 metros de profundidad. Y al mismo tiempo nos dicen que han visto un aumento de avistamientos de bancos de túnidos en superficie, la mayoría atún rojo y también blanco”, comenta a la Cadena SER Javier Garat, secretario general de la Confederación Española de Pesca (Cepesca). Según explica, en Santa Pola (Alicante) la captura de gamba se ha reducido a la mitad este verano.
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Más allá de estas situaciones extrañas, tanto los pescadores como la comunidad científica alerta de que el calentamiento del agua del mar por el cambio climático es un problema que viene de lejos y que tendrá consecuencias a medio y largo plazo. Según un estudio del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) y el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, la llampuga, una especie pelágica que en España se captura sobre todo en Mallorca, podría aumentar su tamaño entre un 5% y un 13% como consecuencia del aumento de la temperatura del agua.
“Nuestro estudio señala que las condiciones ambientales que favorecen el crecimiento de la población de juveniles podrían afectar al rendimiento de la pesquería de la llampuga al tratarse de un recurso claramente estacional (se pesca sólo entre agosto y diciembre), basado en peces inmaduros y con cupos de captura máxima autoimpuestos por los propios pescadores de alrededor de 150 kilos al día en Mallorca”, explicaba Vicenç Moltó, primer autor del estudio, tras su presentación el pasado mes de septiembre.
Desplazamiento de especies
El centro tecnológico AZTI está especializado en gestión pesquera y lleva investigando el comportamiento de las especies marinas más de 30 años. “Vemos que en años muy calientes la respuesta de los organismos es muy concreta. En el caso de la anchoa y el chicharro hemos detectado que en años más calientes avanza algunos días la puesta, mientras que el verdel tiene otra estrategia para compensar el calentamiento, que es desplazar su área de distribución del atlántico noreste (de Portugal hasta más allá de Irlanda) hacia más al norte”, cuenta a la Cadena SER el coordinador del área de cambio climático de AZTI, Guillem Chust.
“También hemos estudiado el bonito cuando hace la migración trófica al golfo de Bizkaia para comer y hemos detectado que en los años más calientes hay un ligero avance de su llegada”, señala Chust. Además, según explica, los estudios que han realizado sobre decenas de especies de mesales revelan que en aguas del Atlántico noreste la comunidad se está reorganizando, aumentando la presencia de especies propias de climas tropicales y disminuyendo la de las especies más adaptadas a los climas fríos. En el Mediterráneo occidental el patrón es similar, pero la reducción de especies propias de climas fríos es mayor.
Esta redistribución de las especies, que se desplazan a otras zonas, está provocando conflictos entre países por las cuotas de captura. Según explica Javier Garat, “cuando los países se ponen de acuerdo para gestionar una especie, en función de las capturas históricas y otra serie de criterios, se reparten las cuotas de esa especie. A la Unión Europea le toca una cantidad, que a su vez se reparte entre los estados miembros, a Noruega otra cantidad, a Feroe otra, a Groenlandia otra...”. Unos acuerdos que normalmente se respetan. “Lo complejo del tema es que unilateralmente algunos países se saltan esos acuerdos previos y dicen: 'no, como ahora está en mis aguas, tengo derecho a pescar más', y se autoasignan esa cantidad. Y luego pagamos nosotros el pato porque la Comisión Europea dice: 'la UE no se puede pasar la cuota total de todos los países' y nos la reducen a nosotros”, asegura el secretario general de Cepesca.
“Un ejemplo ha sido el de la caballa en lo últimos años. Países como Feroe o Noruega han decidido unilateralmente asignarse cuotas mayores de las que les correspondían por el acuerdo que existe con la UE. Y lo han hecho porque consideran que la caballa esta en sus aguas, a diferencia de lo que ocurría hace 10 o 15 años, y que al estar en sus aguas tienen derecho a pescar más. Pero claro, eso lo hacen en detrimento de la flota de la UE, que tiene un porcentaje de cuota asignada de esa especie”, afirma Garat, quien explica que por este conflicto la UE sancionó a Feroe con la prohibición de exportar productos a la Unión. Y alerta de que “lo mismo puede pasar con la merluza, que se está desplazando hacia el norte”.
Por ello, la patronal pesquera reclama a las instituciones europeas un mayor compromiso con el sector: “Que la UE no sea siempre la que tiene que ceder en todo por su mentalidad más verde, sino que se comprometa con los pescadores y peleen para que conseguir que podamos mantener nuestras posibilidades de pesca”.
Carlos Sevilla
Periodista en la sección de Economía, donde cubro...