Un acuerdo público
Portugal es admirable, sobre todo porque izquierda y derecha supieron construir un espacio democrático común, un relato compartido, que tanto se echa a veces de menos en España. Ojalá Antonio Costa converse mucho con Núñez Feijóo
Madrid
En Portugal estuvo prohibido durante años el llamado fado de Peniche, que cantaba la extraordinaria Amalia Rodrigues, y que contaba el abandono en que se sentía una mujer cuyo marido había sido enviado a la cárcel de Peniche por su “libre pensamiento”. Lo cantaba la izquierda, pero también la democracia cristiana, el centroderecha que combatía la dictadura. La salida de Portugal de la dictadura salazarista fue distinta a la salida española de la dictadura franquista y distinta ha sido también su evolución posterior. Fue curioso que ayer el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoó, alabara tan profusamente en el Senado a Portugal y a su primer ministro, el socialista Antonio Costa. Portugal es admirable, sobre todo porque izquierda y derecha supieron construir un espacio democrático común, un relato compartido, que tanto se echa a veces de menos en España. Ojalá Antonio Costa converse mucho con Núñez Feijóo.
Un acuerdo público
Por otra parte, el debate de ayer demostró que tiene que producirse rápidamente un acuerdo en la mesa de gobierno del Senado para que el jefe de la oposición, que no es diputado y no puede acudir al Congreso, cuente con mucho más tiempo del que dispone según el actual reglamento para dar réplica al presidente del Gobierno. El martes, el responsable del Senado se mostró flexible, pero no debería tratarse de la voluntad del señor Gil, sino de un acuerdo público por el que, hasta que no cambie la posición del señor Feijoó, se regulen esos debates de otra manera.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL...