Liz Truss nunca fue la reencarnación de Margaret Thatcher que prometía ser
Los contextos e incluso las políticas aplicadas por las dos primeras ministras británicas muestran diferencias notables
Liz Truss nunca fue la reencarnación de Margaret Thatcher que prometía ser
Madrid
El shock reciente vivido en Gran Bretaña con el anuncio de la impopular rebaja fiscal masiva en el paquete de las Trussconomics, sumado a la dimisión de la propia Liz Truss como primera ministra y el cese de su ministro de finanzas ha generado muchas preguntas. No termina de entenderse el fracaso tan repentino y tan estrepitoso de unas políticas económicas supuestamente derivadas de la gran inspiración de Truss, la exprimera ministra Margaret Thatcher que revolucionó al Reino Unido en la década de los ochenta. La realidad es que Thatcher y Truss guardan más diferencias de las que pudieran apreciarse a simple a vista.
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Aunque Truss asegurase que había actuado buscando la estabilidad económica siguiendo los postulados del thatcherismo, la propia Margaret Thatcher decía en otro contexto que "no se puede pedir a un soufflé subir dos veces". Truss no ha podido aplicar de nuevo la receta económica de Thatcher porque precisamente con Thatcher se fraguó gran parte del problema económico que el Reino Unido enfrenta actualmente: la falta de productividad, entre otras cosas por el debilitamiento de su industria, y una desigualdad social acuciante, que "se inició con las políticas de Thatcher, aumentó con la crisis de 2008 y no se le está poniendo remedio" indica el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas Diego López Garrido. El doctor en Economía del CEU Juan Luis Santos lo matiza: "Cuando salimos de una crisis siempre estamos poniendo el germen de la siguiente" porque -explica- la economía de Reino Unido necesitaba grandes cambios cuando llegó Thatcher.
Ni siquiera los contextos de ambas son similares, ni las políticas de Truss coinciden completamente con las de Thatcher. Las propuestas de Truss aplican la política de rebaja fiscal de Thatcher pero, aclara Santos, "esta no era ni la parte principal de las propuestas de Thatcher ni la que mejores resultados dio, porque la solución para Reino Unido no está en que gracias a la rebaja fiscal tanto los individuos con mayor poder adquisitivo como las empresas vayan a consumir o producir más, los problemas son otros".
En los 80, el Gobierno británico de Margaret Thatcher y el de Ronald Reagan en Estados Unidos, con el apoyo de los demócratas, explica el doctor del CEU, "se dan cuenta de que había que permitir que la economía creciera sin la intervención pública y deciden desregular, disminuir el peso del sector público en la economía con sus buenos resultados económicos y sus claroscuros sociales, porque hubo mucha tensión social, pero junto con Estados Unidos fue el país que mejor salió de la crisis que se vivió en los 70". La industria británica se centraba en sectores en dónde no era especialmente fuerte ni tenía ventajas competitivas, necesitaba modernizarse.
El impacto de la crisis de 2008, una década después
El problema con Thatcher, cuenta Santos, llega "cuando en los 2000 se siguen aplicando las políticas que tan bien habían funcionado en los 80 y 90, porque crea grandes problemas, entre ellos en el sector inmobiliario que también se vivió en España, con la gran burbuja que nace" y da lugar a la crisis del 2008, cuyo impacto todavía arrastra el Reino Unido de la saliente Truss.
Thatcher hereda de los laboristas, en 1979, un país estancado pero en mucha mejor situación económica que el Reino Unido de Truss. Thatcher heredó un país que crecía a un ritmo de un 7,4%, mientras que el de Truss lo hace a un 1,5%. La deuda del país que recibe Thatcher estaba en torno al 40% y la deuda cuando llega Truss supera el 90. Ni siquiera el poder sindical, la capacidad de intervención del Estado en lo económico, o la situación de lo público como la Sanidad o la Educación son similares.
Thatcher hereda un país con una fuerte presencia en la economía, con unos sindicatos fuertes y una tasa impositiva de hasta el 83% en sus cotas más altas. Margaret Thatcher basará sus 11 años de gobierno en combatir a los sindicatos, reducir la intervención del estado en los mercados, privatizar empresas públicas para reducir gasto público, y también reducir los impuestos a los más ricos. Libertad total para que los mercados se regulen solos. Truss, explica Juan Luis Santos, "solo ha cogido parte de las políticas más elitistas y populistas de Thatcher, ni siquiera el paquete completo" porque además Truss había anunciado una fuerte oleada de gasto público para ayudar a los británicos a sobrellevar el asfixiante alza de precios de la energía derivada de la guerra en Ucrania.
'La Dama de Hierro' logró revitalizar una economía estancada con su propuesta económica neoliberal, el Big Bang de 1986, pero Thatcher contaba por aquellos entonces con el inestimable apoyo de los Estados Unidos de Ronald Reagan, y del Mercado Único Europeo de una Unión Europea que, aunque detestaba, dio salida al comercio británico. Thatcher también pudo compensar la consecuente reducción en la recaudación de dinero público tras la rebaja de impuestos por el éxito comercial del petróleo del británico Mar del Norte. Apoyos y revulsivos que Truss no ha tenido.
El vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, Diego López Garrido explica que "el mensaje final del neoliberalismo de Thatcher y de Reagan es que se había pasado de una época de industria y de manufactura a una nueva época en la que lo único que importa es el dinero puro y duro y se gobierna desde y para el dinero sin importar lo demás".
De la capital financiera con Thatcher a al desmantelamiento de la industria
Reino Unido con Thatcher se convirtió en la capital de la banca mundial. Los derivados de productos financieros y la especulación financiera en general enriquecieron al país a un ritmo vertiginoso. Un país que había visto como su otrora imperio colonial se desvanecía y como la Commonwealth decaía. El precio a pagar por esa apertura total al comercio internacional fue el desmantelamiento progresivo de su industria nacional en sectores clave como el automovilístico, por ejemplo con la venta de empresas británicas como Mini, Vauxhall o Jaguar que fueron vendidas a una empresa entonces estadounidense. De hecho, añade Santos, "la pata industrial británica está muy dañada ahora porque a diferencia de la era Thatcher hoy en día no tiene acceso al mercado europeo" e indica que tiene una feroz competencia con los países asiáticos que entre otras cosas no cumplen las mismas políticas de protección al medioambiente de los países occidentales: "el carbón que no se quema en Reino Unido, se quema en China" y esto les permite ser más competitivos.
Con la crisis de 2008, los sueldos británicos hasta entonces superiores a los alemanes o franceses se estancan, quedan por debajo hasta ahora y se aviva el miedo a una nueva recesión y a una mayor austeridad. Truss emulando a Thatcher acusa a toda la oposición y a los sindicatos de haber formado una coalición anti crecimiento, pero ese discurso que si funcionó a Thatcher no ha calado en la sociedad británica en boca de Truss. Thatcher puso fin a una época de gobiernos principalmente laboristas, después de una etapa complicada conocida como el "invierno del descontento" y llegó a la política desde una familia sin relación con la aristocracia política británica. El llamado a la responsabilidad individual de cada uno de los ciudadanos británicos para acabar con la decadencia del país caló porque Thatcher suponía un cambio de paradigma pero Truss forma parte de los doce años de gobierno conservador ininterrumpidos que no han solucionado el estancamiento económico desde el 2008 ni tras la pandemia de la COVID-19.
Truss y su gobierno contra los votantes
El día anterior a la rebaja masiva de impuestos de Liz Truss, la Encuesta de Actitudes Sociales del Centro Nacional de Investigación Social británico, que recaba encuestas anuales de todo tipo en nombre del gobierno, aseguraba que solo un 6% de los ciudadanos querría una rebaja de impuestos como la propuesta por Truss. En ese sentido, López Garrido incide en que con batacazos como el de Truss "la idea ilusoria de que todo era una cuestión de dar libertad absoluta a los mercados financieros fracasó ya que han sido los propios mercados y los británicos los que han imposibilitado que Truss pusiera en marcha esas políticas" porque para el directivo de Alternativas los mercados y la sociedad británica tomaron nota de los efectos desastrosos que tuvieron en Europa las políticas austeras para combatir la gran recesión de 2008 en toda la zona Euro y prefieren apostar por políticas más sociales similares a las que la UE ha utilizado para paliar el parón de la covid. Truss parecía querer gobernar contra sus propios votantes.
La desigualdad social flagrante y el deterioro de lo público ha llevado al FMI a advertir al Reino Unido de que la productividad nacional que buscan va ligada a modelos sociales mucho más equitativos. De hecho, un artículo del Financial Times cataloga al Reino Unido como una sociedad cada vez más empobrecida pero con bolsas o grupos de ricos muy importantes, y el mismo artículo alerta de que si no corrigen esa dinámica, un hogar británico promedio tendrá en 2024 menor poder adquisitivo que un hogar de Eslovenia. "Por la polarización social en Gran Bretaña hay muchas zonas, barrios en los que tenemos una gran tasa de jóvenes que no se incorporan correctamente al mercado de trabajo porque no pueden permitirse unos estudios, no están cualificados, tienen muy poca productividad y esto hace que los salarios no puedan ser tan altos como todos quisiéramos", explica Santos.
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