Agonía en el Metropolitano: el Atlético de Madrid cae eliminado de Champions League tras fallar un penalti en el último minuto
Los de Simeone, que pudieron ganar en la última jugada, empataron ante el Bayer Leverkusen (2-2)
Dependían de sí mismos, un lujo que el Barça no se podía permitir. Pese a ello, el Atlético de Madrid corrió la misma suerte que los culés, cayendo eliminados de la Champions League tras empatar contra el Bayer Leverkusen (2-2). El final pasará a la historia, ya que Carrasco falló un penalti y Saúl dio al travesaño en la misma jugada. Así, decreta un dato horrible para el fútbol patrio: desde que hay octavos de final en la máxima competición europea (la temporada 2003-2004), nunca hubo menos de dos representantes españoles en las eliminatorias. Además, los rojiblancos no aseguran su presencia en la Europa League, teniendo que jugársela ante el Oporto en la última jornada de la fase de grupos.
Los goles del Atleti 2-2 Leverkusen | Adiós a la Champions de la forma más agónica
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El Atlético, eliminado de la Champions
El comienzo del partido fue un déjà vu para los rojiblancos. Esto ya lo habían vivido este año en Europa, siendo una pesadilla que se alargaba un día más. Ante su público, el Atlético de Madrid comenzó intenso y mandón, intimidando al Bayer Leverkusen. Pese a ello, la primera jugada de los alemanes supuso el primer gol del partido. Una pérdida de Griezmann supuso que la línea defensiva rojiblanca se adelantase al unísono para minimizar el riesgo. O casi toda la zaga. Kondogbia se quedó enganchado, habilitando a Moussa Diaby. Adam Hložek lo vio, asistió a su compañero y despertó a los de Simeone. Era, una vez más, el día de la marmota.
No solo necesitaban el apoyo incondicional del Metropolitano para salir del bucle europeo, ya que no iban a conseguirlo sin la rebeldía de sus mejores futbolistas. Dicho y hecho. Tras unos instantes de zozobra, Correa condujo entre rivales, encontrando a un Griezmann que estaba llevándose la atención de la defensa. El francés descargó rápido sobre Carrasco, en una posición franca para el remate desde la frontal. Todo indicaba que iba a ir hacia el segundo palo, pero los distintos son así por algo. Solo había un hueco en el palo del portero, y por ahí la coló. El Metrapolitano estalló de júbilo. Era el minuto 21 y todo volvía a empezar, pero esta vez debía ser diferente para evitar una catástrofe clasificatoria.
Simeone lo vio claro: debía subir las revoluciones del partido. La solución hubiese valido con la mayoría de equipos, pero los alemanes están hechos de otra pasta. Cuando el mundo prefiere bajar el ritmo, en Bundesliga apuestan por subirlo. Metidos ambos en un ida y vuelta peligroso, la ruleta rusa seguía girando. Era momento de valientes, de controlar la sobreexcitación del gol. Correa, vital en el empate, tuvo esa mezcla de valentía e inconsciencia para recoger el balón en el centro del campo. Se intentó girar, pero Amiri estuvo más vivo. El robo no tardó en traducirse en un gol de Callum Hodson Odoi, rompiendo la fe rojiblanca en lo que restaba de la primera mitad. No había forma de despertar del día de la marmota.
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Los cambios llegaron con la segunda mitad. Rodrigo De Paul y Saúl Ñíguez entraron por Correa y Hermoso, señalados en ambos goles. No tardó mucho más la reacción rojiblanca, espoleados por un Carrasco enrabietado e inédito en esta campaña. El belga iba a contracorriente, teniendo el atrevimiento para pedir el esférico y la cabeza como para no ser conservador. Debía ser él. Recibió en el área, aguantó el balón como un veterano, buscando una rendija por la que colar un pase. Por fuera apareció De Paul, sin marca y con la pierna cargada. El argentino no falló, poniendo el empate en el minuto 50. En poco más de media hora tenía que llegar el gol que los mantenía vivos, el que rompería el bucle europeo de esta temporada.
Por primera vez en el partido, el Atlético de Madrid era dueño del partido y no preso de las circunstancias. Todas las virtudes del Bayer Leverkusen del novel Xabi Alonso aparecen cuando aumenta el ritmo y su altura en el campo, quedando eclipsados por el asedio rojiblanco. Quizás nada cambiaba, pero el camino era ese. Cada balón al área provocaba que el Metropolitano aguantase la respiración, rezando todo lo que sabían para que el balón acabase dentro. O, al menos, no provocase una contra. Los minutos iban pasando y no perdonaban el arrojo de los colchoneros, embocando el partido hacia el final y la eliminación rojiblanca. Aun así, el fútbol de Champions League siempre tiene un as bajo la manga.
En una mano que hace plantear por qué no se pitó la de Dumfries en el Inter 1-0 Barcelona, el colegiado pitó penalti en la última jugada del partido. Pitó antes el final, pero decretó el penalti por orden del VAR. Estaba hecho, era esa ocasión la que iba a darle la ansiada victoria a los del Metropolitano y un fuerte dolor de cabeza a más de un cronista. Carrasco se enfrentó a Hradecky, como si fuese un duelo del viejo oeste del que todos imaginábamos el final feliz. Pese a ello, no pasó. El rechace de la parada del meta llegó a Saúl. Esta sí que era la buena. Tampoco fue así, acabando en el larguero. Luego, hubo un barullo en el que las ansias de gol se mezclaron con la incredulidad, generando que de nuevo, sorpresivamente, el balón acabase fuera. El Atlético de Madrid estaba eliminado de la Champions League.
El panorama era desolador en el Metropolitano. Los rojiblancos llevan toda la Champions conjugando el verbo 'merecer', quedándose por el camino el 'ganar'. Como si fuesen antónimos, no lograban ponerlos en la misma frase. El día de la marmota se alargó a toda una fase de grupo de Champions League, provocando una triste eliminación y una realidad aún más dura: no están ni clasificados a la Europa League. Deben ganar (o cosechar el mismo resultado que el Bayer Leverkusen) para amarrar su participación en la segunda competición continental. La mirada de Simeone, desubicada, lo decía todo. Había resuelto todo problema a lo largo de su carrera, pero este bucle futbolístico lo había superado como pocas cosas lo habían hecho en su vida. Toca levantarse, aunque sea lo mismo que durante toda la fase de grupos, para evitar una catástrofe mayor.
Víctor Diéguez
Periodista según la UCM. Pasión por el deporte y por sus historias.