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Opinión

Los relojes de arena

"¿Se acuerdan de cuando se le daba cuerda al reloj? Todos los días, uno cogía la ruedecita con la punta de los dedos y enroscaba la espiral del tiempo. Fue dejando de tocar con las manos los relojes como perdimos la partida, pues el tiempo empezó a transcurrir por su cuenta y riesgo"

Los relojes de arena

Barcelona

Lo mejor de los relojes de arena es que no valen para los cambios de hora. Los ingleses de antes, los que llevaban bombín y paraguas, decían que el tiempo es oro. Pero los europeos medievales, que aún eran más antiguos, se habían dado cuenta de que la esencia del tiempo es la arena, como en aquel malo de Spiderman. Para un inglés, el tiempo no pasa, lleva desde siempre pegado al Big Ben, y para contemplarlo le basta con alzar la vista igual que cuando se observan las nubes. El tiempo que pasa es el tiempo que hay. Por eso hacen ese mismo gesto de mirar arriba. Y también por eso en castellano, o en catalán, o en gallego, la palabra tiempo sirve para la lluvia y para las horas. Somos gente de concepto. Así ha sido desde Quevedo hasta Manuel Marquiña. No hay cuadro ni lámina medievales sin su reloj de arena. En aquella época también se pintaban cráneos y libros abiertos. Las letras y los granos de arena son dos maneras diferentes de detener el tiempo. Porque, antiguamente, el tiempo estaba en nuestras manos. ¿Se acuerdan de cuando se le daba cuerda al reloj? Todos los días, uno cogía la ruedecita con la punta de los dedos y enroscaba la espiral del tiempo. Fue dejando de tocar con las manos los relojes como perdimos la partida, pues el tiempo empezó a transcurrir por su cuenta y riesgo. Y así sigue, por mucho que ahora nos esforcemos en controlarlo dos veces al año. Una, empujando todos para delante, y otra, achuchando todos hacia atrás. No importa, las horas ya no quieren saber nada de nosotros. La culpa de todo la tuvo Einstein. ¡Mira que decir que el tiempo es relativo! Eso no se le dice a una madre, ni a tu pareja de hecho, las dos cosas que el tiempo significa para los seres vivos. Pero más aún que de arena de reloj, el tiempo está hecho de arenas movedizas. Por eso, hoy, a las tres serán las dos.