Carmen Linares no se fía de la verdad
La cantaora jienense es exponente de una generación que entendió que la mejor revolución la hacen aquellos que dominan la ortodoxia
Madrid
Carmen Linares tiene setenta y un años y no deja de sonreír. Acaso interrumpe el gesto cuando lanza unos tientos a un público que sabe desde el principio que su cante pertenece a la mejor historia del flamenco; porque incluso con las malagueñas - que presenta diciendo que las aprendió en Madrid - su sonrisa perfora la quietud del escenario. La voz de Linares tiene algo de ladrido hipnótico, de violencia modesta. Su garganta tiene, en fin, el secreto indecible del flamenco; y su biografía, cicatrices y logros de la historia de un género del que ella es prosa y verso, cronología y testimonio vivo. "Viva Madrid, viva el flamenco que yo viví", entona cuando termina unos tientos que introduce citando a Enrique Morente, otro genio indomable del que ella fue amiga y exponente también de una generación que entendió que la mejor revolución la hacen aquellos que dominan la ortodoxia.
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Carmen Pacheco Rodríguez (Linares, 1951), es experiencia y es sosiego, es la niña de trece años que lloró el verano en el que se mudó a Ávila y es señora que ahora canta como quien evoca a un dios de vientre feraz. O mejor, a una diosa. Porque su cante es sabiduría y es recogimiento. Carmen sonríe a sus dos guitarristas, presenta a sus acompañantes, elogia al bailaor. Hace de líder de un grupo. Porque el flamenco es el compás del que está detrás y el cante del que está delante. Su concierto es ejemplo de equipo y quizás una muestra de cómo ella entiende subirse al escenario. "Esto parece una clase de cante, con tantos palos y tantas canciones tradicionales", dice.
Estamos en Madrid, en su concierto dentro de la programación del festival Suma Flamenca, en los Teatros del Canal. Y un aplauso espontáneo sacude al público cuando entona eso de “tú ya no mandas en mí, me peine como me peine, ya no me peino pa ti", letra que escribió la siempre injustamente recordada poeta cordobesa Concha Lagos y que ella llevó al escenario en 1988. Y así pasa de una soleá por bulerías a unos fandangos que borda hasta esa letra que popularizó Bernardo el de los lobitos y que emociona cuando la entona alguien de 71 años con la experiencia en la mirada. "Me fie de la verdad y la verdad me engañó. Si la verdad a mí me engaña, de quién me voy a fiar yo".
"Ahora es el momento de la mujer, nuestros son los momentos más importantes"
Carmen Linares es todo eso y fue también la voz elegida para reestrenar el Amor Brujo de Falla en la Bienal de Sevilla de 1988, una de las primeras cantaoras en actuar en el Lincon Center de Nueva York, el Colón de Buenos Aires, el Royal Albert Hall de Londres o la Ópera de Sidney. Es también Premio Nacional de Música y, junto al monstruo en movimiento de María Pagés, Premio Princesa de Asturias de las Artes de este año. Ambas comparten galardón y una vigorosa capacidad para llevar al escenario la más magistral cota de manifestación artística. "Ahora es el momento de la mujer, nuestros son los momentos más importantes", explican casi al unísono desde Oviedo, donde esta semana han recibido el premio Princesa de Asturias de las artes.
Carmen recoge el premio rompiendo el protocolo y con un océano en los ojos dice: “con tu voz”. Y con voz rauca canta el poema de Juan Ramón Jiménez. Pagés - a su lado en el escenario del Teatro Campoamor, Oviedo - se incorpora a esa magia como un golpe de viento y su mantón vuelve a convertirse en una extremidad; su cuerpo, en un animal antropomórfico. La belleza de las olas chocando contra la tierra podría preceder a estas dos mujeres sobre el escenario. Porque su arte es certeza en la intemperie. Carmen ha cerrado la semana de los premios cantando por alegrías, haciendo surco o epitafio de eso que dijo a Mara Torres convertida en Gataparda: "Toda mi vida he intentado estar a la altura del flamenco y de la dignidad de su gente". Y qué éxito.
Enrique García
(Sevilla, 1994) Corresponsal en Bruselas, siguiendo y explicando la política comunitaria. Antes, redactor...