Dos décadas abierto y con un solo difunto, así es el cementerio de Fisterra: "Por un entierro preguntan más los visitantes que los propios vecinos"

Madrid

La coimetrofobia es el miedo irracional a los cementerios, desde las lápidas hasta sus mausoleos o nichos. Quienes la padecen experimentan los síntomas propios de la ansiedad, ya sea por el temor a la muerte o, incluso, a ser enterrado vivo. Pero, para otros, son espacios con un encanto especial. Tanto es así que existe una tendencia turística conocida como necroturismo y que consiste en seguir una ruta de camposantos.

"Me agrada un cementerio, de muertos bien relleno, manando sangre y cieno, que impida el respirar, y allí un sepulturero, de tétrica mirada, con mano despiadada los cráneos machacar". Como estampó el escritor José de Espronceda en sus versos 'La desesperación', un cementerio levanta pasiones. Uno de sus fanáticos es Jesús Pozo, director de la revista funeraria 'Adiós Cultural' que organiza el Concurso de Cementerios de España 2022.

En su séptima edición, la revista ha distinguido a cinco cementerios entre los más de 19.000 camposantos que se reparten por toda la geografía nacional. La Carriona de Avilés o el de Os Eidos de Redondela se postulan como el cementerio con el mejor monumento o el más bonito, respectivamente. Pero hay otros recintos como el Municipal de Bilbao que cuenta con la mejor iniciativa medioambiental. "Genera la energía propia mediante placas fotovoltaicas en los edificios de nichos", explica Pozo.

El mejor cementerio es el General de Valencia. Un camposanto que cuenta con un Patio de Columnas de orden dórico. "En las primeras secciones hay panteones que van desde lo neogótico hasta el neoliberalismo", explica Rafael Solaz. Durante dos meses al mes, el historiador del cementerio muestra sus entresijos a alrededor de medio centenar de visitantes. "Es un lugar que no habla de muerte sino de vidas y recuerdos", así define el Museo del Silencio.

"El peligro está fuera"

Y es que para Solaz la cultura popular, el cine especialmente, ha tergiversado la identidad de estos lugares. "Tras realizar la visita me dicen que lo han visto con otros ojos, en el cine muestran una mano cogiendo un pie", comenta no sin cierta ironía. "Aquí no hay ningún peligro no va a haber una escena de terror, el peligro va a estar fuera", añade. En Castro Urdiales se encuentra el cementerio de Ballena, que cuenta con la mejor agenda de actividades públicas.

Rosa Palacio es la concejala de turismo de Castro Urdiales defiende la apertura de este lugar para actividades culturales. "Hacemos que atractivo para acercar la vida de estas personas", matiza. Ubicado al borde de un acantilado, este lugar cuenta con rutas teatralizadas y un escenario para recitales de música o poesía. "Tenemos una deuda con los muertos, es un espacio vivo y acogedor que incluso lo usan para pasear o ver el atardecer", explica.

Fisterra, un cementerio sin muertos

Sobre el turismo de cementerios, Jesús Pozo comenta que los camposantos son un fiel reflejo de cómo son las sociedades. "Un pueblo se conoce por cómo tiene el mercado y el cementerio", apunta. Si bien considera que España está recuperando estos lugares de cultos como centros patrimoniales, aún queda trabajo para normalizar la muerte. "Hay que empezar a quitar ese miedo en el colegio, los padres tienen que llevar a sus hijos a ver a sus familiares al cementerio", explica.

Pozo no ha querido desaprovechar la oportunidad para comentar la especial situación del cementerio de Fisterra. Construido hace 25 años, solo alberga un féretro. "Sí estuvo ocupado, pero por una persona extranjera que no podía vivir en otro lugar por cuestiones económicas", comenta. Como proyecta nuestro compañero Fran Hermida en un reportaje, los vecinos ven con buenos ojos que este espacio se dedique al almacenamiento de cenizas. "Estamos en un 60% de incineración, la UE plantea que no se puedan esparcir fuera de los cementerios para no ir en contra de la memoria colectiva, aunque no sea ilegal esparcirlas en el mar", culmina.