Medellín innova contra la violencia: del barrote al bit
Servicio de Metrocable, una especie de funicular, para conectar los barrios más vulnerables con el centro de la ciudad. Visitas guiadas para que los turistas admiren los graffitis en zonas donde antes nadie se atrevía a entrar. Escuelas de música para chavales en riesgo de exclusión. Hace años que Medellín apuesta por todo tipo de proyectos para dejar atrás un pasado asociado al narco y a la violencia. Entre ellos ahora gana peso el plan para convertirse en Ciudad Valle del Software, una iniciativa que les ha llevado a convertir una antigua cárcel para mujeres en un centro de estudios tecnológicos con el que pretenden “cambiar la realidad de los jóvenes de las comunas más pobres”.
Formación en tecnología para evitar la delincuencia
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Medellín, Colombia
La feria Medellín TechFest reunió el pasado mes de octubre a expertos internacionales, empresarios, docentes, estudiantes y ciudadanos en más de 40 experiencias interactivas, charlas académicas y espacios de entretenimiento. Durante la inauguración, el alcalde Daniel Quintero insistió en sus planes para consolidar a la ciudad como “distrito de ciencia, tecnología e innovación”.
Quintero, que es ingeniero de desarrollo software, venía esa mañana de un estadio de fútbol done había repartido 30.000 ordenadores portátiles para estudiantes de 10 y 12 años. Los mayores, hasta los 15, ya consiguieron el suyo dentro de un plan que repartirá un total de 150.000. “Ahí abrimos una puerta para llevar oportunidades y riquezas a todas las comunas y los barrios de Medellín”, explicó el alcalde.
También en esos días, Medellín batía el record Guinness con la clase de programación presencial más grande, con más de 3.100 alumnos. Quintero no dejó pasar la ocasión de mencionar uno de los proyectos, heredado de administraciones anteriores, que él ha finalizado y convertido en uno de los símbolos de la institución que dirige: “Además tenemos la Ciudadela para la Cuarta Revolución Industrial, donde había una cárcel de mujeres hemos levantado un centro para que Medellín avance en esa apuesta por el valle del software”. En esa línea en 2019 el Foro de Davos reconoció a Medellín como la única ciudad de Latinoamérica sede de la cuarta revolución industrial.
El centro al que hacía referencia el alcalde recibe el nombre abreviado de C4TA: C4 por ‘Ciudadela de la Cuarta Revolución’; y TA por ‘transformación del aprendizaje’, toda una declaración de intenciones ya que según nos explican sus responsables apuesta por estrategias disruptivas en la enseñanza, lejos del modelo tradicional de profesores que dictan información sobre la que después examinarán. Está en la Comuna 13, que históricamente es una de las más conflictivas de la ciudad. “Estamos en un territorio en el que como producto de la inequidad hubo primero organizaciones delictivas comunes, después subversivas y por último paramilitares”, recopila Carlos Chaparro que es el director de Sapiencia, la agencia de educación superior de la Alcaldía de Medellín.
Chaparro explica que cada vez hay más jóvenes que al terminar el bachillerato no siguen estudios universitarios porque los programa son muy largos y no pueden permitírselo. “Son jóvenes que quedan a la deriva y buscan oportunidades en el narcotráfico, las organizaciones subversivas o los grupos delincuenciales armados, configurando un ejército que se convierte en la carne de cañón más propicia para la guerra”, comenta.
Para responder a ese escenario surge este proyecto. “Lo que busca la ciudadela es atraerles a formaciones más cortas y sacarlos de la dinámica del joven que esta en la esquina sentado a ver quién llega; y los que llegan son la ilegalidad, esta ciudadela pretende cambiar la realidad de nuestras comunas más pobres”, concluye e máximo responsable de esta agencia.
El centro ofrece ya 21 programas sobre big data, producción musical, marketing digital, programación… algunos en colaboración con grandes empresas como Google, Amazon, Microsfot o Huawei. El alcalde Daniel Quintero asegura que durante el mes de noviembre entrarán en funcionamiento todas las salas de computación del C4TA. Según sus opositores ahora mismo el centro no funciona a más del 30% de su capacidad, y de los 8.000 estudiantes que se supone que podrían recibir formación en sus aulas, apenas se han incorporado unos 3.500. Los críticos también mencionan de falta de ordenadores en las aulas, limitaciones en la conectividad a Internet, y fallos en el suministro eléctrico. Casualidad o no, durante nuestra visita un problema técnico mantenía sin electricidad a gran parte del complejo, porque “la empresa de energía estaba haciendo unos arreglos en todo el sector”.
Rafa Panadero
Ha desarrollado casi toda su carrera profesional en la Cadena SER, a la que se incorporó en 2002 tras...