Del internet de las cosas al internet de los sentidos: ¿sabemos la vida que viene?
Son muchos los expertos que afirman que el Internet de los sentidos ya no solo te permitirá navegar por la red, sino también oír, oler, saborear y hasta tocar
Una mujer con gafas de realidad virtual. / QI YANG
El avance de la tecnología es imparable y prueba de ello es el aterrizaje del Internet de los sentidos. Es un paso más dentro de la conexión por red tal y como la conocemos actualmente. Es una mezcla cada vez más evidente entre lo digital y lo físico, donde cada vez se hará más difícil diferenciar qué es lo real y qué es ficción. La inteligencia artificial o la realidad virtual son dos de los aspectos más evidentes dentro de este cambio. Dos avances que permiten una transformación imparable y que por supuesto también tendrá alguna consecuencia negativa.
Muchos campos de nuestra rutina diaria, tales como la educación o la sanidad, pueden verse claramente beneficiados con la llegada de este avance. Una herramienta que permitirá prevenir y controlar más muchos de los aspectos que hasta ahora no podíamos ni siquiera alcanzar. La Industria 4.0, por ejemplo, que es la tendencia actual de automatización y el intercambio de datos, particularmente en el marco de las tecnologías de manufactura y desarrollo. Principalmente, incluye los sistemas ciberfísicos, el Internet de las Cosas y la computación en la nube.
La velocidad de red vive paralelamente un crecimiento similar. La evolución del 4G hacia el 5G o incluso el 6G ayudará aún más a desarrollar a este internet de los sentidos a alcanzar su máxima potencia.
Son muchos los expertos que afirman que el Internet de los sentidos ya no solo te permitirá navegar por la red, sino también oír, oler, saborear y hasta tocar. Cuando decimos que costará discernir entre la realidad y lo que no lo es, no exageramos. Es una manera de introducir una digitalización de los sentidos dentro del mundo de las telecomunicaciones en un cambio imparable que hoy más que nunca es una absoluta realidad.
Ericsson prevé que en 2050 habrá 24.000 millones de dispositivos interconectados, es decir, casi todos los objetos que nos rodean: farolas, termostatos, contadores eléctricos, pulsadores de fitness, bombas de agua, coches, ascensores e incluso chalecos de gimnasia.
El Internet de las cosas (abreviado en inglés como Internet of Things, IoT) facilitado por Ericsson permitirá al usuario acceder a muchos más datos de los que podía disponer en el pasado. Un nuevo nivel de datos que desbloqueará límites impuestos sobre la inteligencia y que provocarán un desarrollo imparable dentro del mundo de las telecomunicaciones, gracias a un papel protagonista de Ericsson en esta transformación.
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Con relación a los límites, la tecnología nos tiene acostumbrados a romper barreras constantemente. El cambio imparable en el mundo tecnológico obliga a la reinvención e imposición de nuevos límites cada poco tiempo y por supuesto, ahora, a pesar de este crecimiento histórico, los sigue habiendo. La imaginación y la tecnología han tenido una relación muy particular a lo largo de los años. La primera siempre ha estado por delante de la segunda, sin embargo, en estos momentos puede que la relación haya virado 180 grados y sea completamente a la inversa. En muchos aspectos, la tecnología está por delante de la imaginación humana y a pesar de que queda por hacer dentro del mundo digital, es una evidencia el meteórico crecimiento tecnológico. Quizás, dentro de lo que se enmarca como límites de la tecnología, se encuentra lo más humano. Aspectos como la ética, el comportamiento y la intimidad son tres ejemplos de campos en los que se puede trabajar y que en estos momentos siguen siendo límites de una tecnología que cada vez más se está aproximando a lo sensorial, permitiendo al usuario una digitalización de los sentidos nunca vista hasta el momento.
