El Festival de Otoño arranca con propuestas diversas y con la sombra de la inflación
El certamen cumple 40 años llenando Madrid cada temporada de las propuestas más innovadoras en las artes escénicas, hablamos con su director, Alberto Conejero, antes de que arranque la cita
Alberto Conejero: "Hay que provocar el amor por el teatro"
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Durante cuarenta años, el Festival de Otoño llena Madrid de propuestas innovadoras en las artes escénicas. Después de dos años de pandemia, esta es la edición de la recuperación, aunque la sombra de la inflación amenace a los organizadores, que han logrado traer a grandes nombres del panorama internacional, como el veterano Robert Lepage o el canadiense Wajdi Mouawad, con el montaje 'Sœurs (Hermanas). Además, habrá circo, danza, performance y una apuesta por descentralizar los escenarios del centro de la capital. "Queremos que el Festival de Otoño no sea el teatro de texto, digamos, no sea el centro del festival, porque Madrid, por fortuna, tiene mucho teatro de texto, aunque también nosotros hicimos alguna propuesta y pensábamos que un espectáculo, que es circo, que es una celebración de la vida, es una ceremonia de la vida, era el mejor para arrancar", dice el dramaturgo, poeta y escritor Alberto Conejero, director artístico del Festival de Otoño.
Uno de los lemas del festival es romper las barreras entre géneros y convenciones. Entre la danza, el circo, la performance y el teatro. La hibridación es lo que se busca. "Yo creo que el espectador o la espectadora de un festival tienen algo de aventurero. Tenemos la intención de que vengan estas tres semanas y hagan una ruta por el festival y vayan encontrándose cosas", cuenta en una entrevista en la Cadena SER.
"Estoy muy contento con los dos años anteriores, que teníamos esta poética de romper géneros, de traer propuestas mixtas o híbridas. También tenemos teatro de texto. Yo vengo de ese teatro y veremos a una compañía catalana de la Abadía que se llama Tres Bandes, con un espectáculo Aspecto global de una cuestión que es de lo mejor de texto que yo he visto en los últimos años. Pero me parece importante que el Festival de Otoño sea un gran festival de creación híbrida o mixta o artes vivas. Las etiquetas a veces están bien para poder orientarnos, pero también para prescindir de ellas. Y yo creo que el festival de Otoño es un festival que se que aventurero en sus propuestas y queremos que los espectadores se sorprendan", añade Conejero. También reaparece Pablo Remón con La Abducción, una obra que regresa cinco años después.
Barreras que a todos nos cuesta sobrepasar en este mundo donde todo está organizado en listas y taxonomías y donde nos cuesta salir de las inercias, como espectadores y creadores. "Es difícil siempre incitar a lo más desconocido. Creo que esta es una de las tareas del Festival de Otoño traer propuestas que no tienen quizá lugar en la temporada ordinaria". Con esa línea de base estarán este año propuestas rompedoras. "El festival, digo por el éxito de las anteriores ediciones, no se ha hecho más conservador ni más reaccionario esta vez, sino que hemos tratado de hacer la apuesta un poquito más alta, a ver cómo nos sale. Yo confío mucho en la gente que está en Madrid, que viene de todos lados. Estamos aquí de todos lados del país y de fuera. Somos curiosos y creo que el festival celebra también la curiosidad de nuestros espectadores".
Y para esos curiosos las propuestas del portugués Tiago Rodrigues, director del Festival de Aviñón, llevará 'Dans la mesure de l'impossible' (En la medida de lo imposible), una exploración teatral de la labor humanitaria. La brasileña Christiane Jatahy, que recrea en el teatro el Dogville de Lars Von Trier, una artista concienciada contra el fascismo en su país. El coreógrafo francés Jérôme Bel, Gabriel Calderón, Baro d'evel, Manuela Infante o Marina Otero. O Jolente De Keersmaeker en 'Dances for an actress' (Bailes para una actriz). También se podrá contemplar por primera vez en Madrid a la performer francesa Phia Ménard con su pieza 'VORTEX'.
A Conejero le preocupa atraer al teatro a nuevos públicos, quizá pertenecientes a una generación cuya atención es diferente en tiempos de TikTok. "No podemos darle la espalda a eso. Habrá que luchar y convocar o hacer sugerente la calma, el tiempo, el detenerse. También tenemos estas experiencias. Sin embargo, en este festival tenemos, por ejemplo, propuestas de música electrónica en la sala réplica". Hay una performer francesa que trabaja las formas del plástico con esculturas efímeras. También teatro de objetos para los niños y niñas más pequeños. Una manera de abrirse a nuevos públicos y de cultivar el teatro y la cultura desde los primeros años.
Es una programación con mucho peso internacional, ya que de los 38 espectáculos, 19 son internacionales, de 18 compañías. Habrá cuatro estrenos absolutos, seis montajes que son estrenos en España y 19 en la Comunidad de Madrid, que nos cuentan estas obras que vienen de fuera. "Tratamos de que sean propuestas que están en esta poética de creación híbrida y temáticamente, lo que yo sí que he observado en todas ellas y también era mi deseo como programador, creo que se ocupan de recuperar y rescatar o nombrar nuestros vínculos amenazados, nuestros vínculos como como sociedad, nuestros vínculos con el propio pasado. Mantenemos propuestas que intentan devolver lo humano. Por supuesto, hay temas lógicamente transversales de cuestiones de género, cuestiones que tienen que ver con la crisis climática, que empieza a matizarse, que ocupa un lugar en muchas de las propuestas y vínculos".
Entre las compañías internacionales destaca la presencia del teatro iberoamericano. "Madrid, por su historia y posición geográfica. Ojalá se convirtiera en un punto de encuentro entre las ciudades iberoamericanas y europeas por una cuestión ya geográfica. Aparte de eso, como nombrabas, también nos unen vínculos muy complejos, discutidos y discutibles y que admiten, tienen que admitir, discursos que nos hagan pensar sobre la memoria histórica en relación a todo el espacio iberoamericano. Por su parte, lógicamente. Ojalá el Festival de Otoño, es mi voluntad, sea un lugar hospitalario para las compañías iberoamericanas". Entre esos espectáculos están los de Gabriel Calderón de Uruguay o el de Manuela Infante en Chile. Hay espectáculos argentinos, como el de Marina Otero o el de La Columna Durruti.
"El precio del combustible, los materiales para construir una escenografía, etc Nosotros hemos tratado de habilitar corredores de programación con otros festivales con el de Cádiz, con el Temporada Alta de Girona para. Primero por una cuestión ecológica. Si una compañía se desplaza desde Iberoamérica vamos a intentar hacer un corredor de programación para que ellos trabajen lo máximo posible y para ahorrar costos y costos ambientales también", cuenta Conejero una iniciativa saludable para la economía y el cambio climático. "La inflación nos afecta y nos afecta a los espectadores", reconoce. "A lo mejor antes compraban diez entradas por adelantado y ahora dicen bueno, voy a esto, que quizá sé que me va a gustar más. Hemos hecho una política de abonos de hasta el 50 por ciento en la Abadía y en los Teatros del Canal". Una iniciativa para fidelizar al público durante el evento. "Yo aprecio enormemente cada hombre y mujer que compra una entrada para el Festival de Otoño, lo que significa que ha dedicado tiempo, y un gran gesto, el de comprar una entrada para ir al teatro después de años muy duros. Y además ahora, con la inflación que tenemos".
El Festival de Otoño pertenece a la Comunidad de Madrid, que ahora mismo mantiene un pulso con el dramaturgo Paco Bezerra, que vio cómo su obra dejó de estar programada en los Teatros del Canal y acusó de censura al gobierno regional. Conejero asegura que él nunca ha tenido presiones en estos años y que la prueba son las programaciones del festival, con propuestas políticas y radicales.
"Yo deseo que Paco pueda estrenar su obra. Desde aquí le mando un abrazo y el deseo de que podamos ver su obra, porque creo que todos sus compañeros y compañeras puedan desarrollar su trabajo y llegar a los escenarios. Yo no he tenido en estos años ningún tipo de injerencia, ni de censura. He programado con absoluta libertad. Nadie me ha dicho nunca no programes esto. Es la respuesta que puedo dar porque es la verdad. Y además creo que la programación es elocuente. Es que la programación es muy elocuente, diga lo que diga yo, ahí están los artistas que hemos programado estos años. Así lo siento y además me sería muy difícil estar en un sitio donde no pudiera ejercer esa libertad", cuenta Conejero.
El dramaturgo prepara además su regreso a los teatros madrileños con una obra que ha presentado en Sevilla, en el Teatro Central. "Ahí hice La piedra oscura, La geometría del trigo, obras que me han dado muchas alegrías", nos cuenta sobre El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca. "Es un espectáculo que habla de la depuración del magisterio republicano, que no es tan conocida como debiera. Es la obra de Antoni Benaiges, un maestro catalán que prometió a sus alumnos de Burgos que los iba a llevar a él a ver el mar. Y por eso un julio del 36 no se fue de Burgos y fue asesinado y está desaparecido en una fosa. Hemos hecho un espectáculo de teatro, de objetos, poético y documental, con el mismo título de él, un cuaderno que publicaron esos niños y vamos al Teatro de la Abadía en febrero", añade. "Es un espectáculo que habla del asesinato, pero también queríamos que no fuera un espectáculo que no escapara a esa muerte. Y por eso nos centramos mucho la labor educativa del maestro, los dos años que estuvo dando clase y es un prodigio, sus textos son bellísimos".