El después puede no ser fácil
Jersón marca un antes y un después. El después no es necesariamente fácil. El Kremlin puede intentar redoblar su saña en otras zonas
Muro siendo construido entre Bielorrusia y Ucrania.
Barcelona
La recuperación de la ciudad de Jersón por el ejército de Zelenski y sin carnicerías es un hito. Un hito clave en la guerra de Putin. Con Jersón de nuevo en casa pasan muchas cosas, todas importantes para la resistencia ucraniana. Parapeta a Odesa, afianza su tramo de costa en el Mar Negro, fuerza la más importante retirada militar parcial del Kremlin, demuestra la inutilidad de haber llamado a filas a miles y miles de reservistas rusos, obliga a reconocer públicamente a los generales del invasor que les fallan los suministros a las pocas semanas de celebrar el ilegal referéndum de adhesión y declarar esa región como territorio ruso para siempre.
Todo eso se revierte, se esfuma y priva a Putin de la única capital de provincia conquistada a casi nueve meses de la invasión. Está casi donde estaba. Jersón marca un antes y un después. El después no es necesariamente fácil. El Kremlin puede intentar redoblar su saña en otras zonas. Probablemente la guerra proseguirá, aunque quizá a menor intensidad, pero también podría entrañar esperanzas. No parece ser aún el momento de negociaciones formales para un armisticio, pero ya lo está siendo para multiplicar discretos contactos necesariamente previos a sentarse de nuevo a la mesa con mejor éxito que antaño. Ojalá.
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El después puede no ser fácil
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...
