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Así es la réplica de la copa del mundo que denuncia la "corrupción" de la FIFA: "El Mundial del 82 fue un regalo al Franquismo"

La revista 'Líbero' lanza un especial de "Mundiales sucios" en el que denuncia las irregularidades en la elección de Rusia, Catar o la Italia de Mussolini como sedes de la competición

Los Mundiales más sucios

Los Mundiales más sucios

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Madrid

Diego Armando Maradona, campeón del mundo en México 1986, declaró que lo más bonito que le puede pasar a un futbolista es "saber cuánto pesa la copa del mundo". El portero francés Hugo Lloris, Phillip Lahm, partícipe en el asedio a Brasil en su propia casa, o Iker Casillas, el portero pegado a un pie bendito que sacó la ocasión más clara de Países bajos en 2010, lo saben. El trofeo pesa exactamente seis kilos con 170 gramos, de los que cinco son de oro macizo de 18 quilates.

Más allá de su ficha técnica, está el peso de todo un país. En el caso de España, en aquel pletórico Soccer City de Johannesburgo, la copa del mundo pesaba el equivalente a 47 millones de personas. Pero, en Catar, sea quien sea el capitán que la custodie durante los próximos cuatro años, pesará más que nunca. Se suman los sobornos de la FIFA para adjudicar sedes, la vulneración de los Derechos Humanos o los trabajadores que han fallecido en la construcción de los estadios de Catar.

Esta es la denuncia de 'Líbero', que en su último número, ya disponible en quioscos, dedica un especial a "mundiales sucios". Un repaso por las historias que esconden la selección de sedes como Rusia o Catar en el año 2010. En la portada se incluye una réplica del trofeo elaborada por el escultor y activista ruso, aunque afincado en Francia, Andrei Molodkin. Una copa del mundo elaborada con petróleo extraído en la península arábiga. "Aquí, en ele estudio, se ve dorada, pero es transparente", explica su director Diego Barcala.

El artista denuncia, con eta obra, que "los símbolos de occidente están vacíos", detalla el director de Líbero, quien se citó con Molodkin en su taller. "Pensamos cómo podíamos ilustrar este especial y vimos que este artista hacía obras de arte con materiales reales, le planteamos la idea y lo hizo", detalla. De hecho, el ruso ha trascendido por otras esculturas como un busto de Vladimir Putin, que está hecho de cristal y "relleno de sangre de donante ucranianos", explica.

"Me extraña el silencio de España"

Como un símbolo, tiene un precio de venta metafórico. "Tiene un valor de 155 millones de euros, que es la cantidad en sobornos y dinero negro que, según el FBI, recibió la FIFA la elección de sedes", apunta. Esta réplica ha estado expuesta en una galería de la calle San Agustín, en Madrid, donde esperan que continúe si cristalizan las negociaciones para una ampliación. Y es que, para Barcala, es un clamor frente al silencio de los agentes implicados.

"Me extraña el silencio de la Federación Española, pese a las campañas de Amnistía Internacional", denuncia el director de 'Líbero'. A diferencia de otras federaciones, como Dinamarca, que jugará con una camiseta completamente negra, o Estados Unidos, que ha incluido la bandera arco iris en sus escudos del túnel de vestuarios, la institución presidida por Luis Rubiales se ha mantenido en silencio. "Aunque quienes más activas están son las federaciones anglosajonas porque no tienen la sede", se lamenta.

Argentina 78 o España 82

En esta edición especial explican los entresijos para la selección de sedes. "Estados Unidos se pone a investigar el nombramiento de Catar, en definitiva, el porqué de no darle el Mundial, pero no se ha hecho nada, la estructura de la FIFA sigue siendo la misma y Estados Unidos será sede en 2024", detalla. Una "oscuridad" que califica de "constante", ya que ha ocultado la verdad de otras ediciones de la copa del Mundo.

"En el altar máximo del desastre, estar celebrando un Mundial del 78 donde a 700 metros se maltratan a embarazadas es una vergüenza", explica Barcala, aunque, incluso, hay otros casos más lejanos en el tiempo. Uno de ellos es el Mundial de 1934, que se celebró en Italia y fue "una pantomima para Mussolini". Y el de España en 1982 no queda exento de polémica. "Fue seleccionado en la década de los 60, fue un premio al franquismo y no a la Transición", se lamenta.

"No" al boicot

Aunque hay muchos aficionados que se sienten "estafados", Barcala no es partidario del boicot. "El aficionado ya tiene un papel secundario, el juego es lo único que queda", señala. Y es que "lo más puro", a su juicio, es crear un combinado de profesionales basado en su rendimiento y no en el valor de mercado. "Además el recuerdo de un primer Mundial siempre está en todos", apunta.

Por último ha querido lanzar una alegato para evitar la canalización de cualquier problema social al verde. "Le exigimos al fútbol mucho más de lo que pedimos a otros estamentos, como empresas o políticos, este deportes no tiene que ser el embajador de todas las causas del mundo", denuncia. Sobre el silencio de la Federación Española recalca que aún está pendiente de resolver su candidatura de cara al Mundial de 2030.

 
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