James Gray: "En el debate escuela pública o privada ha ganado la idea del beneficio y no de la educación"
El director de 'Ad Astra' estrena 'Armageddon Time', una película sobre su infancia, en plena era Reagan, donde el capitalismo salvaje y los Trump empezaron a despegar
Madrid
El sueño americano es el mito sobre el que sustenta la idiosincrasia misma de Estados Unidos. Un mito que ha sido revisitado por distintos cineastas anglosajones, quizá el más certero de todos fue el británico Sam Mendes, en American Beauty, una mirada crítica a la forma de vida, a los valores y al consumo que iguala ahora el neoyorquino James Gray. El director que ha ido del cine negro en sus primeras obras como Cuestión de sangre o La otra cara del crimen, a la mirada existencial de Ad Astra, su ópera espacial con Brad Pitt, se adentra ahora en su obra más personal, Armageddon Time, un retrato de su infancia que va más allá de recuerdos nostálgicos o de experiencias catárticas.
"El sueño americano es obviamente una fantasía, pero eso no significa que no sea una fantasía necesaria. Todas las civilizaciones tienen una mentira que se dicen a sí mismas para perpetuarse. Parte de la lucha que estamos viendo ahora se debe a que ese mito no se ha hecho realidad para mucha gente durante mucho tiempo. Eso ha provocado que haya una ira indefinida que, por lo general, se dirige al lugar equivocado. Pero es que la evidencia de la movilidad social se ha restringido cada vez más", dice James Gray sentado en la Filmoteca Española, donde ha venido a presentar su película.
Un sueño americano que es la contrapartida de la meritocracia euroepea. Dos formas de ver el mundo, que cada vez se acercan más, quizá debido a la globalización. "No sé cómo se entiende aquí mi película", explica Gray, que contrapone en la figura de su padre y su abuelo, personajes que interpretan los actores Jeremy Strong y Anthony Hopkins, las dos concepciones del sistema económico y educativo. El abuelo era judío, un inmigrante ruso que llegó a América como tantos otros, y que cultiva unos determinados valores basados en la integridad. El padre tiene una mentalidad americana pragmática. Todo vale para conseguir el ascenso social y el dinero.
"Soy estadounidense. Solo puedo intentar reflejar el mundo tal como lo veo y lo vi. Lo cierto es que los estadounidenses tienden a creer firmemente en el capitalismo y en las virtudes del capitalismo. Lo que me encuentro con los europeos es un estereotipo maravilloso, pero me encanta porque es divertido, y es que los europeos saben que el dinero importa, pero eso les avergüenza, quizá tenga que ver con que vienen de una civilización más antigua. Sin embargo, los americanos estamos orgullosos de nuestra codicia y de nuestra necesidad de dinero", explicaba sobre la diferencia de concepción con respecto al dinero y al éxito.
Armageddon Time es una película autobiográfica, sobre sus recuerdos de infancia en el Nueva York de los 80, cuando Ronald Regan estaba a punto de ser elegido y cuando el concepto de mercado cambió la manera de entenderlo todo hasta nuestros días. "Las creencias en torno a la igualdad y vivir en una sociedad igualitaria empezaron a desaparecer en esa época y surgió esa manera de ver la sociedad dividida en dos bandos, ganadores y perdedores. Si eras rico, eras un ganador. Todos los demás eran perdedores. Eso se concretó en la vida estadounidense de una manera tremenda, y así lo sentí yo cuando tenía doce o trece años, que no tuve una época nueva".
Sin embargo, el director defiende que tuvo algunos buenos héroes en ese momento vital, tal y como relata en el filme. como Mohamed Ali y los Beatles, todos miembros de la clase obrera que lograron triunfar en sus profesiones "Si nos fijamos en la vida de Muhammad Ali, se le prohibió el boxeo de 1967 a 1970 porque se opuso a la guerra de Vietnam y fue penalizado. En el caso de los Beatles, dejaron de hacer giras para centrarse en grabar, aunque eso pudiera ir contra la popularidad que tenían. Ambas figuras basadas en la integridad. Pero en aquellos años la integridad empezó a convertirse en algo que no tenía importancia, porque no se podía monetizar".
Armageddon Time está ambientada en el barrio de Queens, en Nueva York. Allí llegó su familia procedente de Ucrania. Una familia de judíos que, como tantas otros, huyó del nazismo en la Europa de los 40 y 50. Llegaron huyendo del horror y también con la esperanza de que el sueño americano funcionase. La película gira en torno a un niño, que es el trasunto del director. Travieso, rebelde, indisciplinado y que ya mostraba interés en el arte. Sus padres son un matrimonio de clase obrera, que se desvive para que sus hijos escalen de posición social. De ahí que lo saquen de la escuela pública para que estudie en una privada, un cambio que lo aleja de su amigo afroamericano.
"Creo que la integridad se convirtió en algo en lo que todos los que la tenían eran perdedores o tontos. Empezó a prevalecer esa ética de que tu trabajo es simplemente ganar dinero. Era la época de Donald Trump", explica sobre un tiempo que conecta con el momento actual. el conflicto del filme gira en torno a una familia que no sabe qué hacer con un travieso y desobediente crío en plena proceso de pasar de la niñez a la adolescencia. Alejarlo del colegio público, donde comparte clase con otros alumnos de clase obrera y niños afroamericanos, parece la solución perfecta para unos padres que creen en el ascensor social. De modo que recala en un colegio concertado, propiedad de la familia Trump, precisamente.
"Toda la vida está llena de derrotas a lo largo del camino. Tienes cinco años y tu madre dice que no puedes quedarte con un caramelo y para ti esa es tu derrota. Es el fin del mundo. Así que creo que siempre nos enfrentamos a la derrota. Pero eso era muy importante para mí en la película enfatizar la idea de que al final se beneficia de su propio fracaso. Esa es una idea horrible. Que básicamente puedes estar en una situación en la que salgas con suerte y eso es una forma de privilegio. Sabes que es una catástrofe moral o ética, pero te beneficias de ella. Una de las razones por las que me resisto a lo que creo es una simplificación excesiva y grotesca sobre la culpa de los blancos, es porque al final el niño se beneficia de ella, aun cuando ve su vacío.
El personaje protagonista, ese niño que es un alter ego del director y que recuerda, de alguna manera, al protagonista de Los cuatrocientos golpes, película de Truffaut, a la que homenajea Gray, es algo complicado. No es ningún héroe. "Nadie es inocente. ¿Quién es inocente, en realidad? Ese es nuestro trabajo como creadores, mostrar esos dualismo. Incluso las mejores películas de fantasía funcionan como una especie de metáfora de la lucha que supone ser humano". Por ejemplo, Star Wars. El imperio contraataca. En ella, el ogro es el padre de Luke. "Recuerdo haberla visto con mis hijos y su reacción fue de horror. Eso es lo que pueden hacer las fábulas hermosas. Por eso, soy muy partidario de que la obra nos refleje con la mayor complejidad. No me interesaba mostrar lo maravilloso que era yo... vamos, eso no es nada interesante, ni era el propósito de esta película".
Quizá por eso, para Gray esta revisión de su infancia no tiene nada de catártica, como si lo ha tenido en el caso de otros directores que han contado episodios duros de su vida, como Sorrentino, Almodóvar, Iñárritu o Brannagh. "¿Catarsis? No, en absoluto. De hecho, la película lo que muestra es que conforme crecemos, menos respuestas tenemos, no buscaba respuestas en contar mi infancia. Así que no hay catarsis, ¿qué catarsis puede haber? Cuando llegas a una determinada etapa en la vida, te das cuenta de que la historia es una serie interminable de capas, contradicciones, peleas, argumentos, soluciones, victorias, derrotas, pandemias, cambios climáticos, de terribles seres humanos. Por lo general, los hombres cambian la historia, no puede haber catarsis".
Los tiempos de Reagan, fueron en Europa los tiempos de Thatcher. Los tiempos donde el sistema de bienestar se acabó, donde las reivindicaciones obreras se difuminaron y donde la privatización empezó a hacer su aparición estelar. Esa que hoy amenaza la sanidad y la educación en países como Gran Bretaña o España. Lugares donde el relato de que los impuestos son malos y lo privado es bueno empiezan a calar con fuerza. "Parece que la inercia es privatizarlo todo, porque los capitalistas han ganado. Pero en Estados Unidos sí parece que hay un movimiento en contra. Las elecciones me han dado esperanza, porque no han salido como el mercado pensaba que lo harían", explica.
Armageddon Time demuestra que la política empieza en la propia elección de un colegio para los hijos. Un colegio donde solo vayan alumnos de una raza, de una religión o de una clase. Donde se enseñan una serie de valores que tienen que ver con los que impera en una determinada ideología. "Cuando se habla de escuela pública contra escuela privada, creo que hay que tener en cuenta que ha ganado la idea de que beneficio y excelencia son lo mismo. Eso es una catástrofe", explica el director. Ha ganado la idea de estudiar para ganar dinero. "Cuando hablamos de educación, ¿hablamos de educación para hacer a la gente mejor o para crear trabajadores obreros como si fueran abejas capitalistas?", se pregunta.
Explica Gray que el sistema universitario americano fuerza a los estudiantes a no escoger carreras que no tengan grandes salidas económicas. "La mayoría de la gente necesita estudiar carreras que luego den dinero, para poder pagar los prestamos. Si lo piensas bien, es la situación perfecta para la empresa. Personas que no pueden cuestionar el sistema".
El director ha hecho dos paradas en esta visita a España, al Prado para ver Las Meninas, y al Reina Sofía para ver el Gernika. "Me gusta esa historia de Pablo Picasso recibiendo en su taller a dos agentes de las SS nazis. Ellos le preguntan si el Gernika, lo había hecho él, y Picasso responde, no, lo habéis hecho vosotros". Para el director no es aleatorio que haya sido a sus 53 años cuando se ha decidido a mirar al pasado, a un momento fundacional. "Supongo que cuando llegas a un punto de tu vida, te das cuenta de que quedan más días atrás que por delante, eso te obliga a pensa de dónde vienes y qué pasó. Sentí la sensación de pérdida en el país, de mi propia vida. Y quería dar vida a esa sensación de pérdida, tal vez incluso convertirla en una historia de fantasmas en la que devolvieras un poco a la vida a esas personas que he perdido. Es muy egoísta, pero quiero decir, todo el arte lo es".
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...