Voces pacifistas en Israel
La vuelta al Gobierno de Israel de Benjamin Netanyahu de la mano de la extrema derecha resta esperanzas al pueblo palestino
Pacifistas en Israel
Benjamin Netanyahu ha regresado al Gobierno de Israel a los 73 años y de la mano de la ultraderecha: los ultraortodoxos de Shas y Judaísmo Unido del Pentateuco y los ultranacionalistas religiosos de Sionismo Religioso, tercera fuerza política del país. Pero en realidad “Bibi” nunca se fue. En el último año ha estado esperando su vuelta desde la oposición, como apunta el periodista Mikel Ayestarán.
Su gran legado de los largos años que ha ejercido como Primer Ministro, dice, es la división interna entre quienes le apoyan y quienes no. Y las perspectivas de su nuevo Ejecutivo son la destrucción de la independencia judicial al estilo de Polonia y Hungría “para, entre otras cosas, quitar la autoridad al juicio que están llevando a cabo contra él por corrupción”.
Los líderes de los partidos socios de Netanyahu defienden la anexión de Cisjordania y aspiran a “recuperar la propiedad del Estado” con un mensaje racista y violento. Este ultranacionalismo religioso, explica Ayestarán, “ha logrado conectar con un amplio sector de votantes descontentos con el sistema, que buscan cambios radicales”. Todo esto con Gaza sufriendo un bloqueo impuesto por Israel, Egipto y una Autoridad Nacional Palestina carente de toda autoridad.
Israel es responsable de un apartheid a la población palestina, según han denunciado Yonatan y Eitan, dos hombres israelíes que han llegado a llamar al boicot de su propio Estado.
Dejar de matar
Yonatan Shapira, expiloto militar en el Ejército del aire israelí y defensor de los derechos del pueblo palestino, fue expulsado en 2003 cuando se negó –junto a otros 27 pilotos con la firma de una carta– a bombardear los territorios palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza. “Cuando uno como ser humano se da cuenta de que es parte de un acto terrorista o de un acto de opresión contra gente inocente, uno tiene que decir que no”, explica.
“Como judío, como israelí, me criaron para aprender sobre la lucha contra la opresión que ha vivido el pueblo judío a lo largo de toda su historia. Y cuando me di cuenta de que era parte de una organización y de un país que oprime a millones de palestinos, me di cuenta de que no podía participar, ni de forma directa ni de forma indirecta”.
Tras organizar una rebelión con otros compañeros que querían “dejar de formar parte de la opresión, ocupación, humillación y asesinato de los palestinos”, primero trataron de hacerles obedecer. “Decían que estábamos haciendo algo mal y que todo lo que hacen es súper moral y que lo que hacen es acorde al derecho internacional”. Luego fueron expulsados del cuerpo e intentaron llevarlos a juicio. “Querían deshacerse de nosotros lo más rápido posible”, asegura Shapira.
“Nos lavaron el cerebro, como creo que a otros soldados”, recuerda. “Los soldados de Franco en el pasado de este país tenían el cerebro lavado, también los soldados americanos ahora, los ucranianos, los rusos... Así es como funciona la raza humana”.
Ahora como activista trabaja para concienciar a los israelíes jóvenes para que no vayan al Ejército. “La mejor forma de protegerte a ti mismo es dejar de matar a otra gente”, defiende.
El futuro en manos de la extrema derecha
El giro extremista del nuevo Gobierno en Israel hace temer medidas más duras de opresión. “Pasarán leyes que van a facilitar más la posibilidad de que los soldados ataquen a los palestinos, ampliar los asentamientos ilegales…” Para Eitan Bronstein, cofundador y expresidente de Zochrot, la primera ONG israelí que aborda la memoria histórica palestina desde la creación del Estado hebreo, el futuro inmediato en Israel se presenta como “un tiempo interesante, pero con mucha más tensión interna y a nivel internacional”.
Solo el hecho de que los socios radicales de Netanyahu accedan a ministerios del nuevo Ejecutivo ya es motivo de preocupación para Bronstein. “Es una gran provocación para el mundo que va a agravar mucho la situación”, asegura.
Tras el retorno de Netanyahu al poder, Yonatan Shapira dice haber perdido la esperanza en Israel, un país que, insiste, no se puede considerar una democracia cuando la mitad de los casi 50 millones de habitantes no pueden votar. “Si todos pudieran votar, incluidos los palestinos, Israel no sería lo que ves ahora. Y la ocupación no podría continuar, y tampoco el apartheid. Y quiero lanzar una pregunta a los oyentes: ¿por qué creéis que continua esto durante tanto tiempo? ¿por qué esta opresión continuada no se detiene?”, dice el exmilitar.
Su opinión es que “los países de todo el mundo, incluido Estados Unidos, apoyan la ocupación. España mismo colabora con Israel en la fabricación de armas, en sistemas y programas que espían como Pegasus”. Y recalca la hipocresía de los países occidentales que piden el fin de la ocupación al tiempo que firman acuerdos de armas con Israel.
Ambos activistas luchan contra una iniciativa política del grupo ultraderechista Vox en la Comunidad de Madrid que amenaza con cortar la financiación a ONG o empresas que cuestionen las políticas de Israel. Esa propuesta equipara el antisemitismo al antisionismo, explica Eitan Bronstein, con lo que las posibles críticas o denuncias públicas a las actuaciones de Israel contra el pueblo palestino se considerarían actitudes antisemitas, racistas. Así, corren el riesgo de perder su financiación organizaciones que trabajan en Gaza y que son vitales para ayudar a los palestinos a sobrevivir en el bloqueo.