La encrucijada de las salas de cine: inflación, demasiados estrenos y guerra con las plataformas
Analizamos el estado de las salas de cine ante la inflación y la situación post pandémica, los cambios en las plataformas y si es sano el aluvión de estrenos en los cines
Especial | La encrucijada de las salas de cine: inflación, demasiados estrenos y el streaming
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Madrid
Después de superar varios obstáculos en los últimos años, como la adaptación tecnológica, el IVA al 21 por ciento, el auge de las plataformas, el cierre total durante la pandemia, ahora los cines enfrentan una nueva crisis: la inflación, provocada por la guerra de Ucrania, así como la fuerza de las plataformas o la avalancha de estrenos a las salas. La subida del precio de las materias primas también afecta a las salas, en un momento donde el 28 por ciento de los cines se encuentra en riesgo de impago y donde la taquilla no acaba de recuperarse.
La fase inicial de confinamientos propició nuevos hábitos de consumo audiovisual y una reestructuración de la ventana de exhibición, que aseguraba a los cines un periodo de explotación exclusiva de los estrenos antes de competir con otros formatos. La vuelta de los espectadores españoles a las salas de cine no ha llegado a los niveles de antes de la pandemia. Ha habido excepciones, pero en líneas generales la asistencia a las salas sigue por debajo de la que había antes de marzo de 2020. Mientras que en otros mercados, como Estados Unidos, la recuperación ha sido más rápida.
La última Fiesta del Cine, iniciativa de los exhibidores para abaratar el precio de las entradas y fidelizar a los espectadores, cerró con unas cifras que dieron algo esperanza a las salas. Según datos de la consultora Comscore, la XIX edición tuvo 1.291.799 espectadores, un 82 por ciento más que la última edición. Tras la caída del 40% de asistencia tras el COVID-19 y la huida masiva hacia las plataformas, esta edición cierra con un aumento significativo. Es cierto que el dato no supera al de octubre de 2019, donde casi se llega a los tres millones, 2.291.606 de espectadores; pero es cercana a la del ejercicio anterior, a 2018, con 1825.800 de espectadores.
Sin embargo, esos datos conviven con la inflación, que también afecta a las salas de cine, como afecta a los comercios o los hogares en España. La luz, la calefacción, y otros gastos, se han encarecido, en un sector que no tiene fácil subir el precio como han hecho otros. Coinciden los dueños de las salas de cine en que encarecer las entradas sería contraproducente en un momento como el actual, donde la competencia con las plataformas de streaming y la recuperación de espectadores está siendo más complicada de lo que se pensaba.
No todos cines han aguantado esta situación límite. Muchos han cerrado. Por ejemplo, los Conde Duque en Madrid, situados en las calles de Santa Engracia y Alberto Aguilera. El cierre de pequeñas salas, alejadas de los centros comerciales o de las grandes ciudades ha sido una constante en los últimos años. Los datos de Iberinform así lo constatan. Por ejemplo, las macroempresas representan un 7 por ciento del sector del cine y están concetradas de la siguiente manera: un 17 por ciento en Madrid y un 13 en Brcelona. Son las ciudades con más cines. Seguidas de Girona, con un 7 por ciento, Valencia y Sevilla con un 5 por ciento y Alicante con un cuatro por ciento.
Luis Gil, director general de FECE, la federación de exhibidores, es decir de todos los propietarios o gerentes de las salas de cine, explica que las ayudas a la exhibición, dadas por el ministerio de Cutlura durante la pandemia, y que vuelven a estar en los próximos Presupuestos Generales del Estados, son necesarias. La inflación también afecta también a las plataformas. Como bien señala, Elena Neira, analista y experta en consumo y plataformas, el consumidor de contenido audiovisual en internet, al ver reducido su poder adquisitivo también va a evaluar si realmente necesita todos los servicios de streaming a los que está suscrito. Eso sumado a los cambios de Netflix, que ha introducido publicidad en sus servicios para abaratar tarifas, y en los recortes de plataformas como HBO Max.
Otro desafío para los cines y para el sector en general es si resulta realmente positivio que haya tal aluvión de estrenos cada semana en las salas de cine y las plataformas. Los festivales celebrados desde septiembre hasta ahora, Venecia, San Sebastián, Sitges, Seminci, Sevilla y Gijón, programan una gran cantidad de películas que van llegando a las salas, sumadas a las películas más comerciales que vienen de Estados Unidos envueltas en una gran campaña de marketing y publicidad. La temporada de premios ya ha comenzado y todos quieren estrenar en este trimestre, como explica Enrique Costa, presidente de ADICINE, la Asociación de Distribuidores Independientes de España.
La promoción y el marketing ha cambiado. Eso hace que se replantee también el trabajo de la crítica de cine y de la prensa y los grandes medios, donde nosotros nos encontramos. En este año, el cine español ha entrado en todos los grandes festivales. En Cannes estuvo Albert Serra, Elena López Riera y Rodrigo Sorogoyen. En Venecia, Juan Diego Botto. En Sundance, Cerdita, de Carlota Pereda. En San Sebastián, Pilar Palomero, Alberto Rodríguez, Fernando Franco, Jaime Rosales. En Berlín, Carla Simón con Alcarràs, logrando el Oso de Oro. En Rotterdam, en Sitges, en Karlovy Vary. En todos ha habido cine español. Sin embargo, para la directora del ICAA, el instituto de Cine que depende del ministerio de Cultura, Beatriz Navas, hay que insistir en la importancia de encontrar un público para este cine. "Todo este prestigio y esos premios es motivo de orgullo, pero tenemos que acompañarlo de un trabajo mayor con los públicos, que tiene que ver con el marketing y con conocer a esos públicos. Ahí tenemos un desafío importante para el sector de las industrias creativas", decía Navas que confirmaba que en la Encuesta de Hábitos de Consumo de Cultura, el streaming es la segunda opción de consumo. "Es importante que las obras se vean".
El debate sobre cómo la llegada de las plataformas ha configurado y cambiado la industria del cine español y las dinámicas de los creadores y creadoras es otro debate interesante sobre el estado del sector. Por un lado, hay quien opina que las plataformas han llevado un cine de autor que solo estaba en algunas salas a provincias o localidades donde no hay cines. De esta manera, el público puede ver películas ahora que antes no podía tener. Sin embargo, para otros eso es una muerte anunciada de los cines. "En tres días de Filmin, mi película hizo más cantidad de espectadores que tres meses en salas de cine. Eso es incontestable. Es una realidad con la que tengo que convivir y aceptar. Me impresiona, pero en realidad no me alegra", es la reflexión del cineasta Jonás Trueba, que estrenó en cines y en Filmin Tenéis que venir a verla. Lo decía Trueba en un encuentro organizado por la plataforma Filmin, donde se celebraba los 15 años de funcionamiento en nuestro país.
También Jaime Rosales, otro director que ha estrenado película este otoño, Girasoles silvestres, hablaba cómo Netflix no aprovecha el tirón de las salas para su propio beneficio. "¿Por qué Roma no fue a las salas? Que quieran producir y emitir, ningún problema, pero no entiendo por qué quieren impedir que pase por cines. En realidad, una película que pasa por las salas, digamos, que coge pedigrí, que sería bueno para ellos".
Las plataformas introducen una cuestión importante, que es la de qué ocurre con los derechos de autor. Un tema que preocupa a la guionista y ex ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde. "Siempre comparo esto con la propiedad industrial. Si vendes tus patentes industriales y farmacéuticas haces negocio, pero te quedas descapitalizado de una riqueza intangible. Esto nos preocupa a los guionistas que con las plataformas hemos ganado muchas cosas, pero en otros aspectos hemos perdido mucha soberanía de la imaginación, es bueno que eso lo conserve cada territorio".
Sinde se mostraba preocupada por otro fenómeno que está ocurriendo en el cine español y en el cine europeo en general. La pérdida de un cine medio, que no son películas de presupuesto pequeño, ni las grandes producciones; sino un cine que va a festivales. Lo cierto es que este año tenemos varios ejemplos de ese cine: Alcarràs o Un año, una noche, o As bestas, pero no era lo habitual en las temporadas anteriores. Eso afecta a que las películas españolas estén menos en las salas y que sean los blockbuster americanos los que acaparan todos los huecos, todo el marketing y todo el público, por eso esta idea que daba el actor Karra Elejalde, que es básicamente lo que Francia lleva haciendo décadas.
"No tenemos una ley que defienda nuestro cine. No puedes ir a un bar y que un pincho de tortilla valga un euro y un pincho de caviar otro euro. Si una película española cuesta dos millones de euros y una película americana cuesta 40 mil millones de dólares, el precio de la entrada no puede ser el mismo. No podemos quitar una sala de 100 localidades a una pequeña porque viene la de Brad Pitt. Debería haber un cupo por el que no se pueda quitar una película porque hay poco público. Si el gobierno tiene que subvencionarlo, que lo haga, como hace con otras cosas. La cultura es hipernecesaria para todo el mundo. No es un lujo, es una necesidad que enriquece a todo un país, de uno u otro color".
Esto en lo que se refiere a la exhibición y distribución de cine. También en el ámbito de la producción hay muchas cuestiones abiertas. La polémica Ley Audiovisual no ha resuelto la mayoría de cuestiones necesarias para tener una industria fuerte en el sector, tal y como denuncian los productores españoles. Ahora será la nueva Ley del Cine la que corrija esos cabos sueltos, como la propia definición de lo que es un productor independiente o la cuota de producción en cine español que tendrán que aportar las plataformas, o el dinero para ayudas a la producción de largometrajes. También tendremos que ver cómo acaba la recaudación este año, ya sin pandemia, si volvemos a superar los 100 millones, una barrera casi moral para los cines y si las películas españolas consiguen conectar con el público.