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Oath Keepers y el sustento de la ultraderecha

Perseguimos los tentáculos de la extrema derecha en Estados Unidos y en España: una estrategia para “presentar sus propuestas como demandas de la sociedad civil”

Al servicio de los ultras

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El líder fundador del grupo de extrema derecha Oath Keepers, Stewart Rhodes, fue declarado culpable de sedición, junto con otro de sus miembros, por el asalto al Capitolio de Estados Unidos del 6 de enero de 2021. Oath Keepers se creó hace poco más de una década para movilizar antiguos soldados y policías en una especie de milicia en defensa de los valores de la Constitución norteamericana coincidiendo con la llegada de Barack Obama a la presidencia.

Unos dos tercios de sus simpatizantes han sido militares, incluido el propio Rhodes, y la mayoría son blancos de zonas rurales retirados y están convencidos de que Estados Unidos está al borde de la guerra civil. El nombre del grupo, de hecho, hace referencia al juramento que toman estos agentes al entrar en las Fuerzas y Cuerpos de seguridad estatales. Stewart Rhodes se enfrenta a una condena de 60 años de prisión. Desde Washington, la corresponsal de la Cadena Ser Sara Canals explica que la organización cuenta con varias divisiones a través del país y la conforman miles de personas, 5.000 según varios estudios y 38.000, según detalla el mismo grupo.

Se autodenominan guardianes de la Constitución. Están dispuestos a desobedecer órdenes para defenderla. Con la llegada de Donald Trump al poder en 2016 vieron un aliado en la Casa Blanca y cuando perdió las elecciones, muchos Oath Keepers empezaron a organizarse para evitar que el presidente Joe Biden tomará posesión.

De 57 años, nacido en California y criado en Nevada, el líder del grupo se alistó en el ejército al cumplir los 18 años, aunque tuvo que abandonarlo a los pocos años tras sufrir un accidente de paracaidismo. Fue entonces cuando conoció a su ya exmujer, a quien incitó a convertirse en stripper y quien estos días ha hablado con varios medios sobre el carácter violento de Rhodes: “Cuando se trata de violencia, no tiene límites”, decía hace unas semanas en la CNN.

Antes de fundar este grupo. Stewart Rhodes trabajó como instructor de armas de fuego y perdió un ojo por accidente, por el disparo de un arma que se le había caído al suelo. Estudió Derecho en la Universidad de Yale, una de las más prestigiosas del país, y empezó ganando adeptos escribiendo un blog político donde alertaba sobre la amenaza de la izquierda estadounidense.

Crónica 24/7: Un año del asalto al Capitolio

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Antes del asalto al Capitolio aparecían, por ejemplo, en manifestaciones o movilizaciones en el centro o el sur del país, y lo hacían armados en grupo y con ropa de combate. Por ejemplo, en 2014 se les vio en Ferguson en una acción organizada para proteger a los negocios locales de los disturbios provocados por la muerte de Michael Brown, abatido a tiros por un policía. O cuando Trump alertó sobre una invasión de inmigrantes a través de México, decenas de militantes se fueron a patrullar a la frontera.

Aquel 6 de enero posterior a las elecciones presidenciales, se calcula que había unos 40 miembros de Oath Keepers que, tanto los meses previos a la toma de posesión de Biden, como el mismo día de la insurrección, se comunicaban a través de una aplicación de mensajería encriptada para reclutar a simpatizantes y organizar lo que acabó en un asalto al Congreso. En ella hay mensajes del líder, Rhodes, llamando a algunos miembros del grupo a permanecer armados fuera, “preparados para atacar si es debido”.

Los tentáculos de la ultraderecha en España

En España, la ultraderecha también cuenta con sus propios tentáculos: asociaciones que simulan apoyo civil a las políticas de partidos como Vox. Como ha investigado nuestra compañera Sara Selva, se trata de asociaciones camufladas con nombres blandos o apolíticos. Hay una que se llama Nostra Terra, otra que se llamaba Mujeres por la igualdad, pero bajo esos nombres esconden ideas reaccionarias y radicales. Son la voz de Vox en la calle, organizan manifestaciones en las que defienden las reivindicaciones del partido, protestan contra las iniciativas del gobierno de coalición, organizan recogidas de firmas, etc.

Vox las utiliza para aparentar un mayor apoyo social a sus postulados, para que parezca que las demandas del partido surgen de la calle, como explica Felipe Santos, investigador de la Universidad de la City de Londres: “Intentan presentar sus propuestas como propuestas que vienen de la sociedad civil y apoyadas por la sociedad civil y, además, dan una imagen de mayor apoyo a sus iniciativas”.

Los satélites de Vox

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Otro de sus objetivos es expandir sus apoyos, acercarse a grupos con demandas más obreristas, por ejemplo, que es lo que ya ha hecho la extrema derecha de Marine Le Pen en Francia. Hay un objetivo claro de expandir las ideas del partido en temas muy diversos, que van desde el feminismo a la seguridad o a la universidad, de ahí que funcionen como tentáculos. Por ejemplo, es muy claro el caso de Mujeres por la igualdad o ANAVID, ambas asociaciones que tienen en el centro un discurso anti feminista. Como Vox, niegan la violencia machista, hablan de violencia doméstica y defienden un supuesto feminismo real. Lo que busca Vox con esto es hacerse un hueco en discursos que hasta ahora han dominado corrientes progresistas. Como ocurre también con Mi barrio seguro, una asociación que fomenta la alarma en torno a la ocupación o que utiliza ese discurso del odio que vincula la migración con la inseguridad o con la delincuencia.

Todas estas organizaciones buscan aparentar independencia, pero en realidad sus miembros tienen cargos orgánicos dentro del partido.

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