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La increíble historia del artesano español que dobló servilletas para la reina de Inglaterra: "No sé muy bien por qué empecé"

Joan Sallas es experto en el arte del plegado y ha trabajado para monarquías de diferentes partes del mundo

Joan Sallas junto a un elefante plegado con servilletas para un banquete de los príncipes de Suecia. / Foto cedida

Madrid

Doblar servilletas para crear figuras está considerado un arte. En el Renacimiento era una asignatura obligatoria en las universidades alemanas e italianas. El origen de esta técnica se remonta al siglo XVI, tal y como asegura la historiadora del arte Carmen Abad Zardoya: "Las primeras noticias más claras nos llevan a Italia o a ciertas cortes italianas, pero el gran despegue tiene lugar en el siglo XVII, concretamente a partir de 1629, cuando empiezan a publicarse los tratados de plegatura".

El arte olvidado de plegar servilletas

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Abad, que es experta en el espacio y ajuar culinarios, cuenta que esta disciplina se empleaba en algunas cortes para adornar la mesa en fechas especiales y era un reflejo de la cultura y los intereses de la época. Pero no sólo se usaba para decorar: "También era un marcador de los lugares importantes de la mesa; cuando alguien llegaba a un banquete sabía que las figuras más complicadas marcaban los lugares de los invitados de honor y del anfitrión", explica.

En el presente este arte no tiene tanta relevancia como antaño, pero todavía pervive de otras formas. Uno de sus benefactores en la actualidad es Joan Sallas (1962, Badalona), experto internacional en el arte del plegado que ha trabajado para personajes célebres de todo el mundo, como la recientemente fallecida reina Isabel II o el actual rey Carlos III de Inglaterra, así como el jeque de Qatar o el rey y los príncipes de Suecia.

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La antigua reina de Inglaterra fue invitada a un banquete del jeque de Qatar, cliente habitual de Sallas. En esa ocasión, nuestro artista hizo preguntar a la monarca qué figura quería que plegase para ella. Isabel II pidió una servilleta con forma de corona inglesa. Joan necesitó dos servilletas para hacer realidad este encargo, pues era un pedido muy complicado: "Pensar la servilleta me llevó una semana y hacerla, un día y medio", recuerda. Al final, a la reina le gustó tanto el resultado que se llevó la servilleta al Palacio de Buckingham.

El mayor tiempo que Joan ha dedicado a un encargo ha sido para las servilletas del rey de Suecia, que necesitan tres meses desde que salen de la lavandería hasta que llegan a la mesa: "No tiene que ver tanto con la dificultad como con la técnica que emplean. En el proceso pasan en primer lugar por un prensado, luego por otro prensado en frío y después tienen que hacer los pliegues. Es el caso más exagerado", cuenta.

Joan Sallas pliega un tigre de servilletas para el jeque de Qatar. / Foto Cedida

La pasión de Joan Sallas por el arte del plegado comenzó de pequeño gracias a su abuelo. Él era profesor de escuela en un colegio Montessori, donde se daba mucho valor a este tipo de actividades educativas: "Mi abuelo me transmitió esa magia, aunque no me enseñó a plegar, simplemente me inoculó el gusanillo". El artista recuerda cómo le pedía a su abuelo que le plegase un tren: "Él no tenía ni idea, pero cogía cuatro hojas y te hacía una vía y unos vagones y para mí aquello era un tren. Es lo mismo que con la reina de Inglaterra, que quería una corona. En el fondo, por más rica que fuera, ella también vivía de sus ilusiones, igual que cualquier niño pequeño", señala.

Sin embargo, antes de dedicarse a las servilletas, Joan era dibujante de cómics. Hasta hace 25 años, que lo dejó todo para empezar con la papiroflexia: "No sé muy bien por qué empecé, quizá porque dibujar cómic y dibujar soluciones de plegado es un poco lo mismo y pensé '¡me tiro a la piscina!'". Para él era mucho más atractivo "recuperar ese deseo de infancia", pero nunca imaginó que podría llegar a ser reconocido por ello.

Estaba muy equivocado. El primer interesado en su trabajo fue el Museo de las Artes Decorativas de Dresden (Alemania), que en 2002 le pidió que organizara una exposición sobre un libro de gorros de papel que Sallas acababa de publicar. En esta exposición Joan incluyó una breve historia del origen del arte del plegado que encantó al museo. Tanto les gustó que le pidieron hacer otra exposición más extensa sobre la historia de la servilleta: "Vinieron a verla gente de varios museos, incluso desde Nueva York", rememora. "Es un arte no conservado en los museos, en ningún museo del mundo hay una servilleta plegada antigua".

Joan Sallas ha llevado sus exposiciones a numerosos museos de Europa: Francia, Italia, Alemania, Suiza, Suecia, Inglaterra, Austria... Pero nunca ha organizado nada en España: "Nuestro país tuvo una tradición de plegado de servilletas, como en cualquier otro país de Europa, pero al disminuir esta tradición quedó en el olvido. En países como Austria o Suecia sí han valorado esa tradición y se han preocupado por actualizarla y enseñarla".

Precisamente para combatir ese olvido, en la actualidad Sallas está intentando trabajar con instituciones culturales españolas para ver si habría alguna posibilidad de investigar en documentos antiguos para reconstruir la historia del plegado a nivel peninsular. "Las servilletas no los vamos a encontrar, pero sí que podemos hallar documentación relativa a esto", afirma.

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Para quien quiera iniciarse en el arte de plegar servilletas, Joan brinda algunos consejos: "Que tenga hambre de plegado y que se forme a sí mismo, porque ahora no hay una universidad como sí había en el pasado donde se aprendía a plegar servilletas". Y, sobre todo, no hay que obsesionarse con hacer formas muy difíciles: "Lo importante es que cuando tengamos que plegar una servilleta intentemos crear una pieza nueva y, si plegamos, aunque sea una cosa muy sencilla, pues será sencillo y bello, no siempre lo complejo es bello".

Ya se ha visto que una servilleta tiene muchas más posibilidades de las que se aprecian a simple vista y, aunque no lo parezca, ese trozo de tela remite a nuestra condición humana más básica: "El elemento más importante de este arte es lo efímero. Lo primero que hacemos cuando nos invitan a un banquete es destrozar la servilleta que tenemos delante de nuestro plato. Esto es quizás un reflejo de nuestra existencia, pues nosotros también somos efímeros", reflexiona Joan. "Y, por tanto, nos podemos encontrar mucho más identificados con una servilleta plegada o desplegada que con el gran arte eterno de mármol de los museos", concluye el artista.

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Adriana Calvo Solís

Adriana Calvo Solís

Graduada en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Especializada en Teoría y Crítica de...

 
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