Sucedió Una NocheLo que el cine nos dejó
Cine y TV | Ocio y cultura

La belleza del desierto en una película que nunca envejecerá

Este domingo 11 de diciembre se cumplen 60 años del estreno de uno de los grandes clásicos de la historia del cine. No está en el Top 20 de la lista publicada hace unos días por la revista Sight and Sound, pero sí en la memoria de millones de espectadores de todo el mundo. Es Lawrence de Arabia, dirigida en 1962 por el británico David Lean.

Anthony Quinn, Peter O’Toole y Omar Sharif en una escena de Lawrence de Arabia.

Aventurero, visionario, héroe, estratega… Thomas Lawrence es una de las figuras más atractivas y enigmáticas de la historia británica del siglo XX. Un oficial ingles que unió a las tribus árabes contra el dominio turco y que acabó siendo un mito tanto para los ingleses como para los árabes. En 1960 el productor Sam Spiegel compró los derechos de su autobiografía y pensó que sería un excelente material para un director como David Lean que poco antes había demostrado su buena mano para las superproducciones con El puente sobre el rio Kwai. Lean contaba con un gran presupuesto y vaya si lo utilizó. Lawrence de Arabia es una de las cumbres del cine épico. Hay batallas, escenas de masas, pero a la vez le da la vuelta a los esquemas del género al centrarse también en el retrato psicológico de Lawrence, un personaje complejo y ambiguo atormentado por su propio mito.

El productor Spiegel quería a Marlon Brando de protagonista, pero a Lean no le cuadraba con el aspecto real que tenía el personaje, un hombre de pelo rubio y ojos claros. Así que empezó a buscar por su cuenta. Un día en el cine se fijó en un joven actor irlandés que hacía de secundario en una película de atracos. Se llamaba Peter O’Toole. Y Lean convenció al productor de que sería el protagonista adecuado. Eso sí, a cambio de aceptar al poco conocido Peter O’Toole, Spiegel exigió que el resto del reparto lo formaran estrellas internacionales. Alec Guinness daría vida al príncipe Faisal de Arabia y Anthony Quinn a Auda Abu Tayi, el jefe de una tribu árabe. Otras estrellas como Claude Rains o José Ferrer también integraban el reparto. Para el personaje de Ali, el jefe beduino, David Lean quería a un actor árabe. Examinó cientos de fotografías de posibles candidatos y al final escogió al egipcio Omar Sharif, que tenía ya cierta reputación como actor en Oriente Medio pero aún era un desconocido en Occidente. David Lean solo le pidió una cosa: “Yo nunca había llevado bigote hasta entonces. Lean me dijo, que probara con el bigote y le gustó mucho. Me decía que yo era un tigre, un tigre”. A partir de entonces el actor no volvió a afeitarse y con ese bigote hizo toda su carrera internacional.

Pero hay otro gran protagonista en la película. Nunca la inmensidad del desierto ha sido filmada con tanta belleza como lo hizo David Lean. Eso sí, la dureza de ese paisaje convirtió el rodaje en toda una odisea. “Fue una gran aventura hacer de Lawrence. Más que eso, fue un reto. Trabajar en el desierto en un camello a 45 grados a la sombra, cubierto de pulgas, no es algo muy sano”, recordaba Peter O’Toole. El lugar elegido fue Jordania, en una zona que el director descubrió a través de un reconocimiento aéreo. Hasta que el equipo de la película no hizo fotografías y croquis, el sitio no figuraba en ningún mapa. La ciudad más próxima estaba a 500 kilómetros. Los víveres y el agua llegaban por avión y los actores y los técnicos vivían como beduinos, durmiendo en tiendas. Y por supuesto, también tuvieron que aprender a montar a camello. “Cuesta mucho aprender a montar porque no hay estribos. El único modo de aprender es trotar y galopar durante semanas hasta que aprendes a coger el ritmo”, decía Omar Sharif.

Peter O’Toole como Lawrence de Arabia

Peter O’Toole como Lawrence de Arabia

Uno de los que peor lo pasó fue Peter O’Toole. Su parte de lesiones incluía esguinces, mordeduras de camello, quemaduras de tercer grado y magulladuras por todo el cuerpo. Tenía los muslos ensangrentados de tanto montar a camello. Hasta que se le ocurrió forrar su silla de montar con gomaespuma. Los beduinos que hacían de extras se morían de risa al verle pero, según contaba el actor, acabaron copiándole la idea y a partir de entonces ellos también usaron gomaespuma.

Después de ocho meses en Jordania el rodaje continuó en España. La producción viajó a Sevilla y a Almería. En la capital hispalense se rodaron las secuencias de El Cairo, Jerusalén y Damasco. La Plaza de España de Sevilla se convirtió en el cuartel general del ejército británico y el Casino en el Ayuntamiento de Damasco. Cerca del Cabo de Gata, en Almería, se filmaron los ataques a los trenes turcos y en una bahía próxima a Carboneras se construyó una ciudad de cartón piedra que simulaba ser Áqaba. Durante el rodaje de la carga sobre Áqaba Peter O’Toole estuvo a punto de morir. Lo contaba Omar Sharif: “La carga sobre Áqaba fue muy estresante porque Peter y yo galopábamos al frente de mil extras sobre camellos y caballos. Si caíamos al suelo la tropa entera nos arrollaría. De hecho Peter O’Toole se cayó en una toma, pero pasó algo extraordinario. Su camello se quedó sobre él y le protegió. Plantó sus cuatro patas alrededor de Peter y la caballería pasó sin tocarle gracias a su camello. Los camellos son animales misteriosos”.

Un momento del rodaje de Lawrence de Arabia

Un momento del rodaje de Lawrence de Arabia

La carga sobre Áqaba es una de las muchas escenas inolvidables de la película aunque hay dos en particular que siempre se citan en las antologías de grandes momentos del cine. Una es la aparición del personaje de Omar Sharif. Lawrence observa en el horizonte del desierto un diminuto punto negro que se va acercando poco a poco hasta revelarse como un jinete beduino que a lomos de su camello le descerraja un tiro a su guía. La otra escena es la elipsis que marca el salto de Inglaterra al desierto. “Se me ocurrió la idea: Lawrence enciende una cerilla y cuando la apaga cortamos hacia el alba en el desierto, una pantalla roja. Es uno de mis cortes favoritos”, rememoraba David Lean.

Después de dos años de preproducción y rodaje la banda sonora compuesta por Maurice Jarre puso la guinda final a la película. Una partitura que no solo se amoldaba a la narración de forma magistral sino que gracias a su calidad melódica se sitúa como una de las mejores bandas sonoras de la historia de la música cinematográfica. La película se estrenó en Londres el 11 de diciembre de 1962. No había por qué tenerlo, la película fue un gran éxito de crítica y público y en la ceremonia de los Oscar consiguió un botín de siete estatuillas, incluida la de mejor film. Lawrence de Arabia se convirtió enseguida en un clásico del cine épico y de aventuras. Una película que, como decía Anthony Quinn, resultó muy especial para todos los que participaron en ella. Su éxito además lanzó a la fama a Peter O’Toole. Pocos actores han estado como él tan asociados a un personaje y a una película. “Me han preguntado muchas veces cuál de mis películas es mi preferida y lo tengo claro: Lawrence de Arabia, porque es única”, decía.

Épica a la vez que intimista, Lawrence de Arabia es una de esas películas que, como su personaje central, hace tiempo que dejaron de ser historia para convertirse en leyenda y como tal está más allá del tiempo y de las modas. Ya lo decía Omar Sharif: “Aún se deja ver muy bien. Algunas películas con el paso de los años pierden mucho. Se les nota la edad. Ésta nunca envejecerá, es un auténtico clásico”.