Todavía todo puede pasar

Esta vez no ha ocurrido, pero hemos estado muy cerca de un gravísimo choque institucional. Un Tribunal Constitucional con un tercio de sus miembros caducados por el bloqueo del PP diciéndole al Congreso que no puede votar, que no puede hacer su trabajo, que no puede legislar para acabar precisamente con ese bloqueo. Ojo, puede decirle perfectamente al Gobierno que una ley es inconstitucional, bien en el fondo o en la forma de tramitarla. Se ha hecho muchas veces, para eso está el tribunal de garantías. Con las leyes en vigor. Con una ley en tramitación, no ha pasado nunca. Y pasa ahora justo al final de la escapada que el PP y la derecha judicial vienen protagonizando desde hace cuatro años. Precisamente ahora, cuando esta reforma, que pretendían que no se votará, les puede hacer perder el control del Gobierno de la justicia que no les corresponde. Aún queda votar la reforma en el Senado; aún tiene que pronunciarse el Constitucional, que solo ha aplazado la decisión hasta el lunes. Todavía todo puede pasar. Al Gobierno se le puede criticar duramente, además, por las muchas y muy delicadas reformas legislativas que ha metido en este paquete sin apenas debate y explicación. Veremos si ha medido bien o se le vuelven en contra. Pero el fondo hay una cuestión estructural mucho más grave y perentoria: que la democracia, que se renueva cada cuatro años en las Cortes y en La Moncloa se renueve también, como dice la Constitución, en el Poder Judicial. Hay muchos interesados en difundir una imagen de situación excepcional en España, pero la verdadera excepción es esta. Y el lunes, en la nueva reunión del Constitucional, veremos si acaba o continúa.