Los que malversan
"Un malversador escribe una epopeya, y le sale una comedia. O un drama. O un auto sacramental. O un monólogo"
Los que malversan
Barcelona
Si la malversación se ha vuelto un tema preocupante es porque en las escuelas ya no se enseña ni métrica, ni rima. Antiguamente, aprender a versificar formaba parte de la cultura elemental. Ahora, oyes a los regaetoners, y te das cuenta de que muchos malversan. Al menos, con el rock sinfónico, si uno tenía suertecilla, podía disfrutar de canciones larguísimas sin letra. Claro que si no tiene letra no es una canción, pues no hay nada que cantar. Al volver la vista atrás, por decirlo con un octosílabo, el romancero es nuestro rap, las ocho sílabas le van muy bien al castellano, pues eso, que mirando a lo lejos, casi al principio de lo que somos, aparecen los trovadores. Tenían nombres muy buenos, como Cercamón, Marcabrú o la Condesa de Día. Ahora la gente se llama Maluma y Bad Bunny. Es otra sensibilidad. No puede uno llamarse Guillem de Poitiers y tirar de autotune. Ya todo se hace con aparatos, lo anunciaron los futuristas cantándole al coche de carreras. Quizá la malversación sea una cuestión de sudadera. No me refiero a que a la gente se la sude, sino a la indumentaria, al estilo. Una forma de vestir conlleva un modo de rimar. Por ejemplo, no escribían igual los Burning con sus chupas de cuero, que los grupos con americana de hombreras. Pero quizá las rimas más identificables del rock español sean, de largo, las de Rosendo. ¿Esto significa que Rosendo es un malversador? Al contrario, Rosendo es toda una manera de vivir, es decir, de escribir. Nadie ha sido más coherente con sus vaqueros. Para malversar hay que saltarse unas reglas de composición. Y Rosendo nunca ha perdido su composición. La composición se pierde más con un pareo que con un pareado. Un malversador escribe una epopeya, y le sale una comedia. O un drama. O un auto sacramental. O un monólogo.