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Ocio y cultura

Tom Hanks: "Nada es mejor que la sabiduría que te da una vida bien peleada"

El mítico actor estadounidense conversa con Javier del Pino sobre su última película 'El Peor Vecino Del Mundo', el paso del tiempo y una vida dedicada a un oficio: "No puedo decir sí a un trabajo que no me requiera llegar un poco más lejos"

Tom Hanks: "Nada es mejor que la sabiduría que te da una vida bien peleada"

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Madrid

Él es una de las mayores estrellas de Hollywood. Ha pasado de ser el joven más querido de Estados Unidos a ser el padre perfecto y, sorprendentemente, nunca ha tenido ninguna gran polémica. Su paso por España es para presentar su nueva película 'El Peor Vecino del Mundo', que llega a las salas de cine el 28 de diciembre. Conversamos con Tom Hanks sobre cómo es una vida siendo un icono del cine, cómo se enfrenta al paso del tiempo y si ha cambiado su percepción de lo que es el éxito y el fracaso.

Sobre la película y el paso del tiempo:

Creo que el truco está en comprender que tengo 66 años, y esa edad te da una mirada distinta sobre cualquier historia, sobre lo que cuenta. He hecho muchas cosas: he vivido una vida muy afortunada, en la que ha habido tanto compromisos amargos como celebraciones fabulosas. Y me siento atraído quizá hacia historias que tienen que ver con la confianza en una mismo, basada en todo lo que hemos aprendido. La crisis personal por la que atraviesa Otto, mi personaje en la película ocurre por haber perdido la fe en el futuro. Cuando somos parte de una comunidad, cuando tenemos un trabajo, cuando nuestros seres queridos están todavía con nosotros, no han fallecido, cuando la vida es plena cada día sin ni siquiera tener que hacer nada para que lo sea, asumimos que así es como va a ser la vida siempre, que va a seguir así. Y, de repente, ocurren unas pocas cosas en su vida que tienen que ver con el paso del tiempo: la muerte de su mujer, su jubilación en el trabajo y la soledad que produce reducir su vida a lo mínimo en el día a día. ¿Qué preocupación le queda a Otto? ¿La rutina? ¿Vigilar la seguridad en su barrio con los paseos que da? ¿Clasificar la basura en los contenedores de reciclaje? ¿Las normas que obliga a todos a cumplir? Eso es suficiente para tener fe en tu propio futuro. En la edad en la que estoy, cuando vi la película original sueca en la que está basada, ‘Un Hombre Llamado Ova’, y cuando leí el libro de Fredrick Bachman, y pensé, ¿qué significado tendría esta historia si tuviera lugar en EEUU? Porque hay una mirada distinta sobre la confianza en el futuro, distinta a la de Suecia, por la diferencia que hay entre nuestras sociedades. Pero aun así hay algo muy reconocible para cualquier ciudadano: en cada barrio, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada edificio hay un Otto al que la gente evita porque tiene mal carácter, o porque es mala persona, o porque siempre se está quejando. Pero podría ser que en realidad lo que le pasa es simplemente que está solo. Y eso se puede corregir con algo tan simple como llamar a su puerta, si es que alguien quiere hacerlo.

Sobre la pandemia de Covid-19:

Creo que hay un pequeño movimiento en marcha en muchos sitios, quizá impulsado por gente como Oprah Winfrey, o por otras razones, en torno a la importancia de la comunidad. Yo creo que podríamos decir que, en los últimos años, en esas ciudades a las que nadie se muda, esas ciudades de las que la gente se va… la gente que se ha quedado y que vive en esas ciudades pequeñas, quizá al poder trabajar ahora de manera remota después del Covid, o quizá porque se han quedado y viven solos, y han pasado casi dos años encerrados... Yo creo que hay una evolución en la sociedad que nos dice: tengo que hacer contacto con la gente, tengo que buscar a alguien con quien hablar. Necesito ayuda, voy a llamar en la puerta de alguien. Yo creo que la gente, quizá sólo como consecuencia de lo que nos hecho el virus y los protocolos, ha hecho que de manera mágica sintamos una necesidad de contacto que antes no teníamos.

Sobre la soledad, el dolor y su personaje en la película:

Todos llevamos en nosotros cosas que nos han pasado y que pueden remontarse a cuando teníamos 5 o 6 años. El dolor es relativo. Y es una constante. Es la velocidad de la vida: si has sentido alguna vez cualquier tipo de dolor o confusión en tu vida, si has perdido a un ser querido antes de lo que esperabas o si has sufrido uno de esos cambios en tu vida que no planificas, como perder tu trabajo, o tener que mudarte de sitio... tantas cosas que ocurren y alteran tu vida y que son un obstáculo para la felicidad plena... eso es el dolor. Y todo el mundo se enfrenta a ello. Si tienes suerte, tienes una estructura de apoyo, tienes una familia, eres parte de una comunidad que te ayuda. ¿Sabes el viejo dicho de que hace falta un pueblo entero para criar a un niño? Pues yo creo que hace falta una comunidad para ayudar a alguien a superar el dolor. ¿Qué requiere esto? Requiere buena voluntad y buenas intenciones por parte de los demás. Yo creo que uno de los puntos fuertes de nuestra película es que la liberación de Otto llega a través de una persona con la que él no quiere hablar. La señora mexicana que vive enfrente, que se acaba de mudar al barrio y que no deja de llamar a su puerta para darle las gracias, o para pedirle ayuda, o para ofrecerle ayuda, o para decirle que ha visto algo...

Sobre el paso del tiempo y el envejecimiento:

Los 60 son los nuevos 35. Somos muchos los que lo pensamos. Te diré una cosa: mi día a día es ahora más fascinante que nunca. Es verdad que echo de menos criar hijos pequeños, echo de menos hacerles el desayuno, echo de menos cuando tenían 7 años. Pero ahora siempre tengo muchas ganas de conversar con mi hija de 40 años. Mucho más que antes. Ahora, me encantaría que los días tuvieran 28 horas para tener 4 horas más en las que hacer todo lo que me tengo ganas de hacer. Ahora contemplo cada mañana con más ganas que nunca antes en mi vida.

¿Ha revisado sus películas en los últimos años para ver si hay algún personaje o alguna frase o alguna historia que ahora no podría hacer por cómo ha cambiado la sociedad?

No presto ninguna atención a las películas que he hecho porque no han cambiado desde que las hice. Pero mira, no descarto lo que he aprendido mientras las hacía. Es gracioso porque son como un álbum de fotos de tu vida entera, de tu familia. A veces, si de repente ponen en la tele una película mía y la veo un momento puedo recordar exactamente ese día en el que rodamos eso. Me acuerdo de todo lo que pasó detrás de la pantalla. Es igual que cuando ves una foto tuya con tus padres de cuando tenías 14 años, y recuerdas el día, recuerdas la casa, recuerdas lo que se celebraba, lo recuerdas todo. Hace años me habría puesto pálido al verme en una película. No me aferro al recuerdo, aunque tampoco me cierro.

¿Está en ese punto de su vida, o de su carrera, en el que ya ha pensado: se acabó hacer de buen tío, quiero hacer de malo o quiero personajes conflictivos?

Hay un periodo en el que eres joven, y te ofrecen una película y piensas: ¡me ofrecen una película! Y la haces porque es tu trabajo. Pero después de esa época yo creo que todos los personajes que he interpretado han sido complicados. No puedo decir "sí" a un trabajo que no me requiera llegar un poco más lejos, a un lugar que, digamos, yo no haya imaginado. Todas estas historias y estos personajes siempre acaban pareciendo como... ¿Sabes esas pruebas de personalidad que te preguntan si alguna vez has hecho esto o aquello, y nunca antes habías oído esa pregunta? O cuando estás conversando con alguien y piensas "mira, esto que me ha dicho nunca se me había ocurrido, hasta que me lo han mencionado". Es parecido. Es lo que busco en los papeles que me ofrecen.

 
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