Así trabajan los agentes de la Guardia Civil que analizan en secreto a los pasajeros de Barajas para detectar delincuentes

Por el aeropuerto de Barajas pasan 150 mil pasajeros a diario. En la práctica, es como si cada día todo Badajoz recorriera las cuatro terminales del principal aeropuerto de España. Aunque los controles de seguridad son muy estrictos, no llegamos a ser conscientes de que cada uno de nuestros movimientos se observan con discreción y sigilo. No es el trabajo automático de las cámaras de seguridad, es el trabajo sutil y preciso que lleva a cabo el Grupo Ícaro de la Guardia Civil desplegado en el aeropuerto. Son agentes de paisano que detectan conductas que pueden ser la primera pista para detectar un delito. La cabo María del Carmen Feijóo se encargó de la investigación previa que demostró que era necesario implantar un equipo dedicado al análisis de la conducta. No fue fácil, pero los ataques terroristas del 11-S demostraron que había que apostar por la prevención. «El grupo Ícaro es básicamente un grupo de analistas de comportamiento. Analizamos cómo se mueven los pasajeros, cuáles son las conductas, buscamos todo aquello que sea anómalo y, a partir de ahí, vemos qué es lo que está pasando», explica Feijóo. Aclara que el grupo Ícaro no busca específicamente un delito o una infracción en concreto, porque una conducta concreta puede llevar a muchos delitos diferentes. ¿Pero los delincuentes no se entrenan para pasar desapercibidos? No necesariamente. «Tenemos esa tendencia a pensar que el delincuente es muy inteligente y que lo tiene todo en mente y que lo tiene todo planificado, planeado y que todo va a salir como se supone que tiene que salir. La gran ventaja para nosotros es que cuando ellos quieren pasar desapercibidos, hacen lo contrario. Cuando intentan controlar la conducta, lo que hacen son cosas completamente diferentes a lo que hace la gente normal cuando se mueve por un aeropuerto. Y eso para nosotros es una gran ventaja». Hay patrones que se repiten y que resultan muy llamativos para los agentes del Grupo Ícaro. La cabo Feijóo recuerda un ejemplo típico cuando detectan a organizaciones en las que varias personas simulan viajar juntos: «Si yo vengo con mi familia o vengo con mis amigos de viaje, voy con ellos durante todo el trayecto. Ellos al final hacen como que no se conocen. Y todo eso es un patrón que a nosotros sí que nos llama la atención», explica. Cuando se detecta algún comportamiento anómalo, el pasajero se convierte en «persona de interés» y los agentes empiezan a hacer la parte determinante de su trabajo: una entrevista en la que no hay preguntas cerradas, sino preguntas inesperadas. Hay ejemplos muy llamativos, como el de dos personas que decían que iban a Seattle porque les gustaba la gastronomía de ese estado. Esa información dio pie a una repregunta letal: «¿Y cuál es el plato típico de Seattle?» Un incómodo silencio de treinta segundos demostraba que no tenían respuesta porque estaban mintiendo. No siempre detectan a delincuentes, también localizan a potenciales víctimas de trata. Un caso reciente dio una gran satisfacción al Grupo Ícaro: «Entrevistamos a mujeres que parecía evidente que venían a ejercer la prostitución. Intentamos por todos los medios que no continuaran con en el viaje, para que no contactaran con la persona a la que se suponía que venían a ver. Pero era tal el miedo que tenían que no quisieron. Les dejamos el contacto y en menos de 48 horas una de ellas nos contactó. Dijo que quería salir», recuerda la cabo Feijóo.

Así trabajan los agentes de la Guardia Civil que analizan en secreto a los pasajeros de Barajas para detectar delincuentes

Un equipo de Hora 25 se traslada al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas para ver cómo trabaja el Grupo Ícaro, el grupo de agentes especializado en conductas que pueden ser la primera pista para detectar un delito

Marisol Rojas

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