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Opinión

Érase una vez una Ciudadanía que iba a lo suyo....

De pronto, nos topamos con un portal cuyo picaporte, oh, ¡se movía! En realidad, era un señor con gafas que estaba en un yate con otro señor: “Soy el fantasma de la Navidad pasada”, proclamó

Érase una vez una ciudadanía que iba a lo suyo....

Madrid

Érase una vez una Ciudadanía que iba a lo suyo, una multitud que llenaba las calles. De pronto, nos topamos con un portal cuyo picaporte, oh, ¡se movía! En realidad, era un señor con gafas que estaba en un yate con otro señor: “Soy el fantasma de la Navidad pasada”, proclamó, “y si traspasas este umbral te prometo una vida feliz y resbalosa, hacia abajo, eso sí, y hacia atrás; pero suavizada por el perfumado bálsamo de cremas anti rayos uva, que camuflan la podredumbre”.

La Ciudadanía se lo pensó un momento y, cuando se iba a pronunciar, el picaporte mudó en una chulapona moza que tomaba cañas y que, en lugar de pagar, dejaba caer un euro de propina en el platillo del camarero. “Soy el fantasma de la Navidad presente”, dijo, “y si te portas bien te pondré limpiabotas para quitarte el comunismo de los zapatos”.

Esta vez, la Ciudadanía ronroneó, bastante complacida, y preguntó: “¿Será barato? ¿Tendrá una app? ¿Lo pagaré por el móvil?”. La moza asintió y la Ciudadanía se dispuso a entrar.

En ese instante el picaporte volvió a cambiar su apariencia. Se había convertido en una muchedumbre apretujada, arrodillada, cuyo aspecto humillado sobrecogió a la pobre Ciudadanía, que estaba deseando seguir de compras. “Soy el fantasma de las Navidades venideras”, bramó el picaporte. “Soy vosotros”. “¡¿Nosotros?!”, exclamó la Ciudadanía. “Sí, vosotros. Sois los limpiabotas”.

Y entonces despertamos. O eso espero. ¡Feliz Navidad!

Maruja Torres

María Dolores Torres Manzanera (Barcelona, 16...