'Exterior noche', la serie de Marco Bellocchio sobre el secuestro de Aldo Moro que explica el ascenso de la extrema derecha en Italia
El director italiano firma a sus 84 años una de las series del año, un thriller político donde descubrimos el poder de la Iglesia, de la CIA y de Andreotti

Fotograma de 'Exterior Noche' / FILMIN / ANNA CAMERLINGO

Madrid
A sus 84 años, el director italiano Marco Bellocchio firma una de las series más estimulantes y originales de lo que va de año: Exterior noche. Estrenada en Filmin, depués de pasar por el Festival de Cannes y de ganar el Premio del Cine Europeo a la innovación creativa. Exterior noche es un thriller político sobre una cuestión importantísima en la historia reciente de Italia, el secuestro y asesinato del que fuera primer ministro italiano Aldo Moro.
El director ya contó este asunto, que reconoce le conmocionó en su juventud, en una de sus mejores pelícuas, Buenos días, noche, con la que ganó el premio a mejor guion en el Festival de Venecia en 2003. Ahora regresa a este asunto en otro formato, otro contexto y con otros protagonistas. "Siempre digo que eta serie es el contrapunto, cinematográficamente hablando, de la película que hice hace 20 años. En el sentido en el que en la película yo contaba el cautiverio de Aldo Moro desde ese apartamento, desde una celda construida dentro de una librería. En esa película podíamos ver la televisión, estaba siempre encendida y proyectaba una serie de documentos, no solo políticos, sobre el Caso Moro".
La película se centraba en el día a día del secuestro y en la relación entre los meimbros de la Brigadas Rojas, escisión del Partido Comunista italiano que apostaba por la acción violenta para realizar cambios profundos en la Italia desgiual y en crisis de aquella época. Casi todo el film ocurría en esa celda, donde Moro escribía las famosas cartas a su familia, al Papa, a la prensa y a miembros del gobierno de Democracia Cristiana. "En Exterior noche hemos salido al exterior. Representamos a Francesco Cossiga, al Papa, la pareja de los terroristas fuera de esa prisión donde estaba Moro, y la familia del político. Solo al princpio y al final volvemos al prisionero", cuenta el director sobre una serie de seis capítulos estructurada de manera circular: empieza y acaba con el fin de ese secuestro. Pero además, cada capítulo se centra en uno de los personajes que tuvieron que ver con el fatídico desenlance.
Sin imágenes de archivo, al contrario de lo que ocurría en la película, la serie recrea el clima de aquellos años a la perfección. "Practicamente solo hay imágenes de archivo al final de la serie", confiesa el director que recrea las propias imágenes reales. ·Aquí todo ha sido reinventado, rehecho, menos al final. Ha sido un trabajo muy complejo y creativo". Un trabajo que le ha dado un premio a la innovación. Al recogerlo, Bellocchio se reía sobre el escenario bromeando sobre su edad. "Lo agradecí mucho, por supuesto. La cosa es que no es lo mismo cuando te premian con 30 años que con 80", nos cuenta. "Los premios te dan valor para seguir haciendo películas. Favorecen que te sigan produciendo y te dan más libertad para hacer su siguiente proyecto. En cierto sentido, que esta serie se estrene en España es fantástico, en Italia ha tenido un público muy numeroso. Todo esto da al autor un crédito mayor para cuando propongas otra cosa, si mantienes buena salud de cuerpo y espíritu, pues te financien. El premio a la innovación creativa lo agradezco doblemente, porque ya llevo muchos años en esto".
El secuestro de Aldo Moro, líder de Democracia Cristiana, se produjo cuando el primer ministro acudía al parlamento para una decisiva y polémica votación, la que iba a llevar, por primera vez en la historia, al Partido Comunista a un gobierno conjunto con los católicos. Un hecho, el Compromesso Storico, al que se opusieron miembros de su partido, las Brigadas Rojas, en contra del estado y hartas de que el PCI no representara los intereses de los trabajadores, Estados Unidos y la Iglesia Católica.
La serie retrata la negociación política con los secuestradores y el debate generado en la prensa y la sociedad italiana sobre si negociar o no para liberar a Moro. Mientras, desde su cautiverio, éste escribía diversas cartas en las que pedía que se negociara su libertad. Uno de los grandes protagonistas de ese momento y, por tanto, de la serie, fue Giulio Andreotti. Del que se ha dicho tanto. Siempre se habló de su relación con la mafia, tema que aborda el propio Bellocchio en otra de sus películas El Traidor, sobre el juez Falcone y las declaraciones que obtuvo del jefe mafioso Tommaso Buscetta, en las que acusaba a Andreotti de pedir a la Cosa Nostra la destrucción de las pruebas sobre el secuestro de Moro.
"No es que Andreotti quisiera la muerte de Moro", indice el director sobre un personaje oscuro con alma de Villano. "Mi posición no es que sea benévola con Andreotti, ni mucho menos, simplemente lo que hizo fue no aceptar una de las dos versiones de la opinión pública que era la de no negociar con los terroristas, puesto que los terroristas no reconocían al Estado. Sería históricamente injusto atribuir toda la responsabilidad a Andreotti. Tenía responsabilidades sí, al igual que toda la clase dominante que tomó esa decisión", añade Bellocchio. La serie pone también el foco en Francesco Cossiga, en los militares y su odio a los comunistas, y el papel de la CIA y de Estados Unidos, en unos años en los que todavía era muy reciente el asesinato de Allende en Chile. Finalmente, el estado no accedió a liberar a los 15 brigadistas en las cárceles a cambio de la liberación de Aldo Moro, quien por cierto consideraba a Andreotti como la encarnación del demonio, del mal, como vemos en la serie.
El personaje de Andreotti ya ha aparecido en la ficción italiana. Sorrentino le dedicó una película entera, Il Divo, con Toni Servillo. El actor italiano está también en reparto de esta ficción, pero no como Andreotti, sino como el Papa Pablo VI, que tuvo un papel preponderante aquellos días del 78. "Ya había hecho de Andreotti y no podía repetir, lo había interpretado de manera espléndida en la película de Sorrentino, una película muy buena", bromea el director para añadir por qué lo eligió como el sumo pontífice. "Servillo no se parece en nada a Pablo VI, pero necesitaba a un gran actor que tuviera la fragilidad necesaria y también la ternura y el afecto sincero que el Papa tenía sobre Aldo Moro, al que consideraba un amigo. Me interesaba de Servillo la voz, más que su físico".
Con ese personaje entendemos la fuerza de la religión católica y de la Iglesia en la política de aquellos años, algo que no se ha ido del todo. "Pienso que algo ha cambiado con respecto a aquellos años, quizá porque tenemos un Papa ahora que con la palabra misericordia trata de llegar a puntos en común con los otros. También porque la Iglesia vive una fuerte crisis", explica Bellochio que vivió en 2012 una fuerte polémica con su película Bella addormentata, que llevaba a la gran pantalla la historia real de Eluana Englaro, una joven en estado vegetativo que pedía la eutanasia. "Está claro que hay batallas para los católicos indispensables, como el aborto o la eutanasia", deja claro el director. "En relación con la política, yo viví ese peso de la religión, se aplicó con ese cinismo del centro derecha de Berlusconi, que para complacer a la Iglesia y no disgustar el electorado católico, defendió algo en lo que no creía. El cinismo de mantener a una pobre niña que llevaba 17 años viviendo una vida vegetal".
"También está claro que hace 40 años, la relación con la Iglesia Católica era mucho más estrecha. Aldo Moro era un hombre que iba a misa todas las mañanas, pero también tenía la capacidad de relacionarse y de dialogar con Enrico Berlinguer, del Partido Comunista. Y es que el Partido Comunista nunca negó y nunca se opuso a la Iglesia Católica, porque estaba lleno de católicos. Incluso había ciertas batallas, como el divorcio y el aborto, que el Partido Comunista las acepta sin entusiasmo.
La serie muestra a los peores discípulos de Maquiavelo. Moviendo hilos o entrando en una dejadez gubernamental no por miedo a lo que ocurriera a Moro, sino por cábalas políticas. Y todo mezclado con la ensoñación, las pesadillas y el día a día de aquellas interminables jornadas que vivieron los implicados. "Aquella era la Italia del compromiso, por eso lo de Aldo Moro fue un shock. Todos pensábamos que no iba a suceder, pensábamos que habría un compromiso para llegar a una cuerdo y que así la vida de Aldo Moro se habría salvado. Su muerte sumió al país en un estado de shock, fue un trauma".
Un trauma del que no se ha recuperado. La izquierda nunca volvió a tener la fuerza de aquellos años y la política italiana siempre vivió desconfiada desde entonces, dando lugar al surgimiento de partidos de derecha y extrema derecha que han llegado a gobernar, como es el caso de Meloni. "Con la muerte de Moro hubo un desgaste de los partidos que estaban en el gobierno en Italia. En lo que respecta a la izquierda, el Partido Comunista sufrió un declive progresivo, y acabó sucediéndole el Partido Democrático, que empezó a representar a las clases medias, incluso, paradójicamente, a la burguesía. Se ha llegado a un punto en el que las clases populares, los pobres, los explotados, los que están peor, ahora están representados por otros, por la derecha o por el Movimiento Cinco Estrellas. Partidos que han superado a la izquierda, como el partido ultraderechista de Meloni". Bellocchio también habla de la cuestión de la inmigración, tan manida por la extrema derecha: "En la izquierda no hay una dimensión ideal sobre la inmigración en las posiciones de izquierda. Los italianos que son favorables a la inmigración no votan. Es una situación compleja".
"El PCI nunca estuvo en el gobierno, pero los partidos que estaban en coalición con el centro han gobernando muchos años en Italia. La gran crisis del Partido Democrático vino después, y es que dejó de representar a las clases populares. Cuando era niño, el PCI era el pueblo, eran los trabajadores, los desempleados. Los representaba a todos y tenía una enorme fuerza electoral. Ahora, ¿Cómo puede renacer todo esto? Algunas veces en la historia no ha sido posible, otras veces hay ese renacer puede serlo. Ahora existe un riesgo, dicen expertos en ciencias políticas, de que el Partido Demócratico no tenga la fuerza para recuperarse. Tenemos el ejemplo de Francia, donde el Partido Socialista que era un partido con mucha fuerza, ahora sea un partido reducido a la mínima expresión", reflexiona el director italiano que prepara nueva película y confía en estar en Cannes. "Esperemos", dice el veterano director.
Su cine bebe de la cultura y el cine estadounidense, pero es pura idiosincrasia italiana. Dice que nunca le ha tentado Hollywood. No le gusta hablar inglés. "Es un idioma feo". Cuenta que en Italia hay una crisis de espectadores en el cine. "El cine que tiene mejores resultados es el cine estadounidense. Yo defiendo las cosas que me interesan, que son las cosas italianas que conciernen a Italia, que afectan a Europa. Estoy muy satisfecho de que esta serie se emita en varias televisiones europeas, pero ya. Para mí, conquistar América es cosa de jóvenes, tienes que irte allí y eres un inmigrante. Puedes hacer películas que luego se proyecten allí. Eso me ha pasado, con muchas de mis películas, pero solo las ve una élite, no la gente", explica. "La conquista de América es Avatar".

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...




