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'Las otras historias del volcán', el libro benéfico que reúne la mayor colección de testimonios de afectados por el volcán de La Palma

La productora I Love The World recoge el testimonio de tres meses de erupción, en los que monitorizaron el estado de las viviendas con sus drones de forma altruista

La "erupción silenciosa" un año después del Tajogaite

La "erupción silenciosa" un año después del Tajogaite

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Madrid

La letra del compositor palmero Ezequiel Perdigón, erigida como un himno de resistencia, ya lo avisaba: “La Palma es la isla mía, donde yo aprendí a soñar”. Hace un año, paradójicamente, en el día de Navidad, el valle de Aridane recibió el mejor regalo que jamás recordará: El Tajogaite no volvería a rugir. El Instituto Geográfico Nacional confirmó que, tras diez días de inactividad, el volcán de Cumbre Vieja había cesado toda su actividad. Atrás quedaban más de 80 días de respeto, que no miedo.

La &quot;erupción silenciosa&quot; un año después del Tajogaite

La "erupción silenciosa" un año después del Tajogaite

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La "isla bonita" tiende al olvido, a desaparecer de las memorias, mientras el recuerdo de aquel furor magmático aún está a flor de piel. Las ayudas económicas no llegan, los alquileres temporales se cronifican y las licencias para reconstruir un futuro, que no una simple vivienda, están estancadas en las administraciones. Llegarán más tarde que pronto, pero llegarán. El manto de las coladas se ha enfriado, pero el grito de auxilio de los palmeros resuena más alto que nunca.

Alfonso Escalero es malagueño, pero lleva más de tres décadas residiendo en Tenerife. En el momento de la erupción se encontraba en la península. No esperaba que el Tajogaite desatara su furia aquel 19 de septiembre de 2021. Nada más saberlo partió hacia Canarias. Es el CEO de I Love The World, una productora audiovisual canaria dedicada a la promoción de destino. El guion era perfecto. Con sus drones podían captar aquel espectáculo visual, en su tierra y de forma exclusiva. Pero al llegar con sus socios a la isla bonita, tras una gran inversión, no se sintió capaz de hacerlo.

&quot;Casa de la esperanza&quot; / I Love the World

"Casa de la esperanza" / I Love the World

Se encontró con un drama humano. El descontrol había invadido las calles del valle de Aridane. las autoridades habían mantenido el semáforo de riesgo en el color amarillo, por lo que no se procedió a una evacuación de los vecinos. Escalero sintió que no podía sacar rédito económico de aquella tragedia. De hecho captó la famosa "casa de la esperanza", pero, por convicción, no pudo venderla a los medios de comunicación. No tenía fuerza. A pesar de ello, la imagen recorrió todo el mundo.

Una "recomendación" de su psiquiatra

Volvió a Tenerife, sin recuperar la inversión que habían realizado. Se habían plantado en La Palma sin un proyecto cerrado, pero tampoco podían vender el material que habían recopilado. Su única alternativa era regresar, para convertirse en los ojos de los palmeros, que no sabían qué ocurría con sus viviendas. De una forma totalmente altruista, permanecieron junto a las coladas durante todo el proceso eruptivo. Su misión era captar el estado de las casas a vista de drone. Los vecinos enviaban las coordenadas por redes y 'I Love the World" publicaba las imágenes al final del día.

Ahora gran parte de esas fotos están recogidas en 'las otras historias del volcán', un libro benéfico en favor de la ONG Tierra Bonita. Supone la mayor recopilación de relatos, en primera persona, escritos por las víctimas, voluntarios, científicos y autoridades. Tiene una doble intención. Canalizar el shock postraumático y dejar documentada la verdadera historia de La Palma para que no se superpongan las versiones oficiales.

Escalero padece "shock postraumático, estrés y ansiedad". Su psiquiatra le ha recomendado que "cuente su historia en un libro". Llegaron a la isla como unos paisajistas, pero no se imaginaron aquellas imágenes: "Nadie está preparado para una guerra", explica. No tenían la preparación para apoyar a las víctimas y se convirtieron en un apoyo infalible. La productora consideró que ellos también debían contar sus recuerdos. "este libro es su desahogo y una herencia para sus descendientes, para que sepan la verdadera historia de La Palma", explica.

"He perdido mi ancla con La Palma"

Beatriz es profesora en Tenerife. Y su relato es el primero de este corpus de recuerdos. Se crio en Todoque y, en concreto, en una casa terrera "entre aguacateros". El día de la erupción no estaba en la isla, pero pudo acudir el siguiente fin de semana. "Solo nos tocaba esperar a que la nada llegara", recuerda. Aunque pudo visitarla por última vez junto a sus hermanos, aquel recuerdo no será suficiente para que su hijo herede aquella forma de vida. Ha perdido, dice, su "ancla" a La Palma.

Por su parte, César, perdió su casa, pero no las ganas de seguir ayudando. Veterinario de profesión participó en el operativo de rescate de animales. A unos 20 metros de su vivienda sepultada se formó una kipuka, y en ella, quedaron atrapados los perros de su vecino, que estuvo alimentando hasta que se produjo el rescate del anónimo 'Equipo A'. "Eran pasto de las llamas", nos comenta. Unos 14 meses después desde que perdiera su casa sigue esperando por una licencia de obra para reconstruir la casa que aún recuerda "en un vídeo de despedida" que sacó en el último desalojo.

Y la historia de Francisco empieza en Alicante. Aquel día que comenzó la erupción estaba en un curso para sobrellevar el duelo. Su mujer y su madre habían fallecido con tres meses de diferencia. El volcán le tenía "acobardado". Pues ni siquiera se atrevía a sacarle fotos. Su casa no corría peligro, pero no así el nicho de su familia en el cementerio de Las Manchas. "temía que mi madre muriera dos veces", se lamenta. Su temor desapareció este último Día de los Finados cuando comprobó "que podía leer el nombre de mi madre". La lápida no estaba sepultada, las flores que había dejado meses atrás solo "se habían marchitado".

Su madre le decía, cuando iban juntos al camposanto, que no se preocupara cuando viera que las flores de su nicho se marchitaran, pues "el recuerdo y la oración siempre perduran". Este milagro y contar su historia le ha "sanado". Ahora, como químico jubilado ayuda a los vecinos de Puerto Naos y La Bombilla, que aún no pueden volver a sus casas, con estudios sobre la calidad del aire.

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