"Qué emoción, no sé si merezco tanta generosidad": la emotiva reacción de una anciana al leer su carta contra la soledad

Madrid

"¡Qué sorpresa! ¡Quiero leerla!"

Antonia recibía muy emocionada la noticia de que había llegado una carta para ella, un mensaje anónimo de alguien que, sin conocerla y sin recibir nada a cambio, le quería felicitar las fiestas. Una carta de alguien "muy altruista" como ella misma lo define: un mensaje exento de imperativo. Le es imposible aguantar la emoción a esta anciana de 86 años, que se encontraba leyendo esta carta, junto a su marido, Santiago, de 88. Abrigados, fuera hacía frío. Eran las seis de una oscura tarde en Madrid. El peso de los sentimientos se hacía evidente.

La carta para Antonia podría haber sido para cualquier persona mayor de las miles que no tienen compañía en prácticamente todo el año, ni tampoco en estas fechas tan especiales. En concreto, en España, más de dos millones de personas viven solas y 360.000 ancianos pasan sus días en residencias, pero el 60% no recibe visitas. La soledad es uno de los grandes males contemporáneos, una pandemia silenciosa que se agudiza durante estas fechas. Una realidad mirada de soslayo.

Antonia y Santiago regentaron una librería y también un restaurante. Toda la vida trabajando. Leen la carta en la oficina de Adopta un Abuelo, una asociación en la que los jóvenes acompañan a personas de la tercera edad para intercambiar momentos y hacerles compañía. En el caso de la Navidad, cada año habilitan en su web un espacio para hacer llegar mensajes de afecto a las personas mayores que viven solas, para que quien quiera pueda enviarles una carta y felicitarles las fiestas y que, así, se sientan más arropadas.

En Adopta un Abuelo han recibido en tres años más de 180.000 cartas de más de 25 países, según explica Alberto Cabanes, su fundador. Ahora mismo ultiman un sistema más personalizado para felicitarle los cumpleaños a los mayores. Su intención es seguir creciendo y acompañar a más y más ancianos. En la asociación cuentan, además, con un programa de acompañamiento con el que un joven llama semanalmente a un anciano para conversar, en el que también participa Antonia: "Me encanta que me llame, me hace compañía y hablamos de muchas cosas. Cuando lo hace una persona que no es un familiar es muy bonito, es una labor muy altruista porque lo hacen por darnos una alegría. Es como tener un nieto más". Y Antonia lee la carta:

"Hola abuelita o abuelito. Espero que en el día de hoy estés muy bien. Puede sonar esto un poco precipitado, pero eres sin duda un héroe. Han luchado luchas, las cuales nadie sabe. Has llorado en silencio sin que nadie lo sepa. Has sonreído al mundo, aunque el mundo no te haya sonreído a ti. Y eso es muy valiente y tan generoso. Y cada vez que estés solo quiero que pienses que la persona que persona de esta carta sin duda estaría a tu lado. Una última cosa. Por favor, siempre sonríe. Tienes una sonrisa que vale más que todo el oro del mundo. Te quiero y felices fiestas".

Antonia no puede contener la emoción al leer su mensaje: "Me está diciendo unas cosas muy bonitas, llenando de alegría y siento que no se nos olvida a los mayores". "Alguna vez he pensado que los jóvenes no querían saber nada de nosotros y ahora pienso que estaba equivocada. No se nos aparta como trastitos viejos", añade. Arropar a los ancianos que viven solos: uno de los pocos porvenires que merece la pena.

La carta para Antonia y Santiago