Érase una vez un político

Madrid

Me gustaría terminar el año compartiendo con los oyentes un cuento inspirado en la actualidad pero que, como todos los grandes cuentos, guarda en su interior algo que le otorga validez eterna. Su origen es incierto, no se sabe bien si proviene de la pluma del filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio o del Facebook de Jorge Javier Vázquez.

«Érase una vez un político -no importa de qué país ni de qué partido- que paseando por el jardín del parlamento en el que ejercía su representación se encontró una lámpara de hojalata. Con infantil inocencia, el político la frotó y de su interior salió un genio que, agradecido por haberle liberado, se ofreció a concederle un deseo.

«Haré realidad cualquier cosa que me pidas -le dijo. Puedo hacerte inmensamente rico como Elon Musk, inmensamente inteligente como Stephen Hawkin o inmensamente guapo como Brad Pitt. Incluso podría convertirte en una mezcla de los tres, como Amancio Ortega". Por un momento el político se mantuvo callado y luego preguntó: "¿Y si no pidiera nada para mí? Y si solo te pidiera que solucionaras todos los problemas de mi país, ¿podrías hacerlo?".

Ahora fue el genio el que se quedó callado por un instante: "Perdona -le dijo al político-, te he juzgado mal. Me he dejado llevar por mis prejuicios y he interpretado que antepondrías tus intereses a los de tus compatriotas. No solo podría hacer eso que me pides sino que, en atención a tu generosidad y tu altruismo, te concederé en lugar de uno, dos deseos". "De acuerdo -dijo el político-, estos son mis dos deseos: empeóralo todo un poco y vuelve a entrar en la lámpara. Y la próxima vez que salgas y te encuentres con un político, asegúrate de que no esté, como yo, en la oposición».