Un grupo de azafatas, obligadas a quedarse en ropa interior durante el proceso de selección para trabajar en una aerolínea
Esta práctica, ilegal en España, la llevó a cabo la empresa Meccti que reclutaba personal para Kuwait Airways. La Inspección de Trabajo ya ha abierto una investigación para comprobar los hechos
Madrid
"No nos gusta tu sonrisa" o "tienes el cuerpo de montaña rusa" son frases que recibieron algunas de las candidatas a ser azafatas para Kuwait Airways que el pasado 5 de noviembre acudieron al Hotel Meliá Barajas, cerca del aeropuerto madrileño, a un proceso de selección de personal. Varias aspirantes han relatado a elDiario.es cómo transcurrió esa prueba en la que acabaron desabrochándose camisas y subiéndose jerséis y faldas, ya que debían quedarse en ropa interior para que la reclutadora examinara sus cuerpos, una práctica ilegal en España.
La convocatoria partía de la empresa de reclutamiento Meccti y anunciaba empleos para Kuwait Airways. Ya en el anuncio pedía, entre otros requisitos, “una excelente presentación en general”. Una de las candidatas relata que, la primera prueba consistía en mantener conversaciones en inglés entre aspirantes: “Echaron a gente que hablaba súper bien inglés, pero que tenían 37 años. También a gente que tenía tatuajes. A los chicos, que solo había tres, se les dijo que no les contratarían porque no contratan hombres a no ser que fueran de Kuwait. A una llegaron a decirle: 'si te pedimos que comas más, ¿comerías más?' Todo lo decían en voz alta, sin reparo alguno”, recuerda.
La Inspección de Trabajo, que tuvo noticias de lo sucedido hace algunas semanas, decidió actuar de oficio y ha abierto una investigación contra la empresa en cuestión, ya que ninguna de las personas involucradas ha presentado una denuncia. El objetivo es saber si los hechos pueden ser considerados como un delito, para así elevar el caso hasta la Fiscalía.
"La primera salió llorando"
Ese mismo testimonio cuenta que “la primera chica que entró salió llorando y nos contó que le habían hecho quitarse casi toda la ropa, salvo la interior. Era su primera entrevista. Las demás salieron contando lo mismo, a mí me costaba creerlo, estaba flipando. Pero no estaban exagerando", subraya. Cuando fue su turno, accedió a la sala y allí la reclutadora le preguntó su fecha de nacimiento, el peso, la altura y si tenía tatuajes visibles: “Era la segunda vez que me preguntaban eso. Luego me pidió que me subiera el vestido. Me lo subí un poquito, me llegaba hasta justo por debajo de la rodilla, y ella me lo subió hasta las bragas. El vestido tenía una cremallera por la espalda y me pidió que me lo bajara hasta la cintura y me quedara en sujetador. Ella decía que era para ver que no teníamos cicatrices, marcas de nacimiento, tatuajes. Iba dándose la vuelta para mirar exageradamente mi cuerpo".
Otra joven que se presentó a la prueba cuenta una experiencia muy parecida. Recuerda que "a una chica que hablaba siete idiomas la descalificó por tener una mini cicatriz en la ceja y le dijo que no le importaba sus siete idiomas, que no cogen a gente con cicatrices. A otra le dijo que no seguía por los lunares de su cara. A otra le dijo que estaba un poco rellenita. A otra que por tener gafas y brackets, que no le gustaba ni su piel ni su sonrisa...·". Las referencias sobre el peso de las aspirantes eran continuas y en voz alta, delante de todas las demás. "El reclutador me dijo 'tienes manchas en la cara, no me gusta'. Me froté la cara para que viera que es maquillaje y entonces me dijo si podía sonreír. Entonces, miró por dentro y fuera para ver mis dientes. Me hizo sonreír de perfil, a la izquierda, a la derecha. Me pidió que me quitara las gafas, porque no solían contratar gente con gafas”, detalla. La prueba fue más allá: “Me dijo si podía desabrocharme la parte de arriba de mi camisa. Me tocó el brazo para que me la quitara. Me quedé en sujetador con la falda y las medias. Me miró los brazos, me miró por delante y por detrás fijamente. Te sientes un animal de zoo. Iba apuntando en un cuaderno”.
Además de todo este proceso, el reclutador informó a las aspirantes de que, en caso de ser seleccionadas, tendrían que pagar 1.900 euros como garantía. “Explicó que iban a invertir mucho dinero en nosotras y necesitaban eso para saber que iríamos si éramos elegidas”, relatan.