La invasión de Ucrania impide el control de armamento realizado por los inspectores de los países de la OSCE

“Acabo de venir de Georgia, he estado en Armenia, Azerbaiyán, en Turquía, he verificado también el control de armamento en Bielorrusia, en Ucrania, en Rusia, en Croacia...", recuerda a la Cadena SER el subteniente Carlos de Jesús Subiñas, un veterano miembro del Grupo de Operaciones de la Unidad de Verificación (UVE), una pequeña unidad de élite de las Fuerzas Armadas con más de 30 años de vida, que realiza un trabajo algo desconocido, pero vital para mantener la estabilidad geopolítica del continente europeo y parte de Asia.

Normalmente siempre se descubre el trabajo de las unidades de las Fuerzas Armadas tratando de explicar de qué sirve su existencia. Pero esta vez, lo haremos al revés, ¿Qué ocurriría si no existiese la Unidad de Verificación (UVE)? La respuesta la tiene el teniente coronel, Alberto Hidalgo, jefe del Grupo de Mando de esta Unidad de Verificación: “Sería un escenario un poco oscuro. Si no hubiese este sistema de control de armamento sería todo mucho más opaco. Por ejemplo, no habría manera de detectar una concentración de tropas cerca de una frontera”.

Para entender el trabajo de la UVE hay que fijarse en su escudo, lo compone un animal mitológico conocido como 'grifo', con cabeza y alas de águila unido a un cuerpo de León, representando así las capacidades de este grupo de élite, capaz de observar cada detalle desde el aire con la precisión de un águila y moverse sobre el terreno con la fuerza de un león. Ese emblema va acompañado del lema 'Fiat Lux', que significa 'hágase la luz', es decir, ser transparente y abiertos ante las verificaciones del control de armamento. Esa es la filosofía de los tratados que se firmaron hace más de 30 años.

En la década de los 90, tras la caída del muro de Berlín y tras la guerra de los Balcanes, 22 países de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) cerraron el Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), ratificado finalmente por 28 países, con el objetivo de controlar y eliminar el excedente de armamento los dos bloques, el del entonces Pacto de Varsovia y el de la OTAN. En aquellos primeros años, ambos bandos llevaron a cabo una importante reducción de armamento convencional en las cinco categorías que contempla el tratado: carros de combate, vehículos acorazados de combate, artillería, aviones de combate y helicópteros de ataque. Desde entonces, los inspectores de los países de la OSCE, mayoritariamente militares pero también civiles, verifican el volumen de armamento que almacenan alguno de los países del antiguo bloque soviético, como Georgia o Armenia, con la intención de que ese material de guerra esté equilibrado, es decir, que el arsenal pro-ruso y el de los países europeos sea homogéneo para mantener la confianza entre los estados que estuvieron enfrentados durante la Guerra Fría.

Inspeccionar y ser inspeccionado

El 15 de diciembre es un día muy especial para la UVE. Es la fecha límite para enviar a la OSCE la base de datos con el material militar que hay en España. Esa documentación se comparte a través de un pequeño ordenador, desde el que se puede comprobar en remoto cada uno de los ficheros enviados. Muy cerca, un armario almacena unas carpetas confidenciales con el rótulo 'Intercambio de Información', guardan una información muy sensible. Esos dosieres recogen, año tras año, el inventario de material de muchas de las bases militares españolas, sujeto a estos tratados, es decir, "cuánto armamento se tiene y dónde está", explica el teniente coronel, Hidalgo. Un material clasificado muy delicado que se actualiza periódicamente, "España tiene obligación de aceptar ser inspeccionada, pero también tiene el derecho de inspeccionar a cualquier estado que haya firmado estos acuerdos", añade.

El tratado FACE obliga a los estados firmantes a suministrar información sobre su armamento convencional en los diferentes ejércitos, desde los carros de combate que hay en cuartel, los helicópteros de ataque, el personal que tiene cada unidad… El nivel de exigencia es máximo, por ejemplo, los inspectores tienen derecho a pedir que se abra cualquier puerta cerrada de más de 2 metros de ancho que se encuentren durante su verificación – salvo las zonas que se consideren puntos sensibles que quedan al margen de las inspecciones-.

En paralelo, hay países que también se comprometen a dar vía a libre a los vuelos de aviones militares para que puedan captar y fotografiar las unidades militares desde el aire – se pactó en el Tratado de Cielos Abiertos-, “ese acuerdo permite que cualquier país que haya firmado el tratado pueda sobrevolar a otro por cualquier ruta, puede ir por cualquier sitio, captando lo que considere, ese vuelo además tiene preferencia sobre cualquier otro, ya sea militar o comercial, tiene la máxima prioridad", explica el teniente coronel Alberto Hidalgo.

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Según estos tratados, el país que va a ser inspeccionado puede ser avisado solo un día y medio antes de que lleguen los inspectores "aunque lo normal es que se avise tres o cuatro días antes". Esas inspecciones suelen durar 48 horas, pero son muy intensas, “nos dedicamos a comprobar si son reales las cantidades de material militar que detallan en los intercambios de información”. Si hay diferencias, cada desvío de armamento se recoge en un informe que después se da traslado al Estado Mayor de la Defensa, también al resto de países que han firmado el tratado y a la propia OSCE para que se adopten las decisiones oportunas a nivel internacional.

El incumplimiento del tratado FACE tiene consecuencias que son jurídicamente vinculantes, a diferencia del Documento de Viena, que solo tiene una responsabilidad política para los países que incumplan los parámetros exigidos. Ese riesgo siempre existe, quien hace la ley, hace la trampa, pero lo habitual es que los estados cumplan. “No hay estados que te escondan nada. Hay gente que ante el desconocimiento cree que estás tratando de controlarles. Pero nosotros no vamos a auditar a nadie. Nos limitamos a cumplir el tratado, simple y llanamente. Hay gente que se lo toma mejor o peor, pero nosotros nos limitamos a poner sobre la mesa lo que tenemos cumplir”, relata el subteniente Subiñas.

Imposible verificar Ucrania

La UVE está capacitada para actuar en la desescalada del conflicto de Ucrania si así se lo ordenase el Estado Mayor Conjunto de la Defensa (EMACON) – de quien depende-. Llegado el momento se encargarían de verificar que se respetan las medidas necesarias de desmilitarización y de desarme. Pero no se ha llegado a esa fase, “lógicamente ahora en Ucrania, por las condiciones de seguridad, no hay inspecciones. Con lo cual, ahora mismo, las unidades de verificación no tienen manera de comprobar nada", admite el teniente coronel, Alberto Hidalgo. Nadie es capaz aventurar cuando acabará la guerra, pero en la UVE tienen claro que “cuando termine el conflicto de Ucrania, la mayoría de los estados parte del tratado que quieran asegurar la seguridad en Europa, lógicamente intentarán controlar todo lo que hay en Ucrania. Pasa allí y en cualquier otro tipo de conflicto”, advierte el brigada Javier García Jiménez, experto en armas químicas y armamento ligero dentro de la UVE.

En la UVE admiten que ahora mismo es “difícil controlar esos desvíos de armas ligeras en Ucrania” por la situación bélica que viven, “ahora mismo es imposible. En un futuro se podría hacer, pero te tienes que basar también en la confianza con el país, tienen que poner los medios para que puedas comprobar y para que puedas ayudar. Es un trabajo difícil, pero es un trabajo a futuro y con confianza”, añade el brigada García.

Uno de los grandes retos a nivel global, detrás de cada guerra, es evitar y detectar el desvío de armas ligeras hacia el mercado negro, tal y como ocurrió con la guerra de los Balcanes. “Las empresas que producen armamento o municiones, sobre todo los países occidentales, sí marcan el armamento y la munición para poder hacer un 'tracking'”, eso permite comprobar “de dónde ha salido y adónde va. Pero hay otros estados y otras compañías que no lo hacen”, advierte este experto de la UVE en armamento ligero. Las mafias y los diferentes grupos criminales suelen borrar los números de serie para evitar que se conozca el origen de esas armas, “cuando hacen eso es difícil comprobar de dónde viene", pero consiguen averiguarlo. Cuando lo logran entra en juego otras de las funciones principales de la UVE, el asesoramiento para la destrucción de ese armamento.

Una de las técnicas más comunes para eliminar las armas ligeras incautadas suele ser el uso de trituradoras que son capaces de hacer desaparecer 4.000 armas en una sola hora. Solo en Europa hay unas 220 trituradoras que también son utilizadas para reciclar vehículos que han llegado al final de su vida útil.

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En la UVE no solo verifican si esa destrucción de armamento se ha realizado correctamente, también analizan las condiciones de almacenamiento de los depósitos de armas y munición. Gracias a ese trabajo, han salvado vidas, ocurrió recientemente durante una de sus inspecciones a uno de los países firmantes del tratado - no detallan cuál por motivos de seguridad-, descubrieron que había un arsenal de munición en muy mal estado, un polvorín en mitad de la ciudad que podría hacer saltar todo por los aires, arrasando una ciudad entera, "se les informó, se les avisó de que había un gran riesgo para la población porque en cuestión de meses podían sufrir un accidente. Se les aconsejó que debían solucionarlo, y lo están haciendo".

Rusia y EE.UU, un agujero negro

Durante más de 30 años, el compromiso de mutua confianza entre los países ha cruzado los diferentes continentes, fiel reflejo de ese espíritu transnacional era el lema del Tratado de Cielos Abiertos que dice ‘desde Vancouver hasta Vladivostok’. Pero hace unos años, saltó por los aires. Primero Estados Unidos, y después Rusia, decidieron abandonar ese tratado de Cielos Abiertos (en 2021), Rusia también abandonó el tratado FACE (suspendió su aplicación en 2007), solo permanecen en el documento de Viena. Eso supone que, a día de hoy, es muy difícil que los verificadores internacionales puedan inspeccionar las bases militares rusas, convertidas en un auténtico agujero negro porque apenas se puede inspeccionar en profundidad el control de armamento que poseen, "la retirada de Rusia deja la zona a oscuras", admite el teniente coronel, Alberto Hidalgo.

En 2021 ningún país inspeccionó a Rusia, ni los verificadores rusos analizaron las bases militares de los países firmante del Documento de Viena (el único en el que participan).

Una altísima preparación militar

Entrar en la UVE no está al alcance de cualquiera. Para formar parte de esta pequeña unidad de élite de las Fuerzas Armadas formada por una treintena de militares (aunque no están cubiertas todas las plazas) hay que tener un talento especial, entre otros, poseer una gran capacidad de negociación, sobre todo habilidades diplomáticas para conseguir el objetivo que se busca sin levantar ampollas. También se exige que hablar con fluidez inglés o ruso (incluido ruso aeronáutico), “hay que dominarlo porque muchas de las inspecciones que realizamos es en países de la antigua Unión Soviética que son ruso-parlantes”.

Según los archivos de la Unidad de Verificación, Estados Unidos fue el primer país que llevó a cabo una inspección de este tipo, fue en la todavía URSS, en 1991, en concreto una evaluación de Documento de Viena. En el caso de España la primera actividad en países del antiguo Pacto de Varsovia fue en Hungría, en 1992. Desde entonces han recorrido todos los estados que participan en el tratado.

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Los últimos países que inspeccionaron a España fueron Rusia y Chipre (en 2019). Mientras que, por parte española, se visitó Chipre, Finlandia y Moldavia (2022), pero no se hizo otra prevista a Bielorrusia. También estaban planificadas inspecciones del tratado FACE a Ucrania y Armenia, que finalmente no se llegaron a realizar debido a la situación provocada por la COVID-19, lo mismo ocurrió con las investigaciones amparadas por el Documento de Viena en Bielorrusia, Chipre y Finlandia. Además, estaban planificados dos vuelos de observación, uno sobre el Grupo de Estados Parte de la Federación de Rusia y Bielorrusia y otro sobre Ucrania. Ambos fueron finalmente cancelados también por culpa de la COVID-19.