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Cine y violencia: ¿Un matrimonio perturbador o inseparable?

El director de 'Avatar', James Cameron, ha cortado diez minutos de su nueva película para evitar hacer apología de las armas. Un debate, cine y violencia, tan viejo como el arte

Cine y violencia: ¿Un matrimonio perturbador o inseparable?

Madrid

Nunca ha habido cine sin violencia ni hay historia sin conflicto. Desde héroes y heroínas, hasta malvados de todas las décadas, los tiros han llegado a la pantalla para cerrar con salvaje intensidad miles de batallas. Pero con el debate del acceso a las armas, una vez más, de actualidad, el director de 'Avatar: el sentido del agua', James Cameron, ha querido dejar rodar su conciencia sobre su nueva cinta.

Cameron, quien en el pasado firmó películas como Terminator, ha explicado que decidió cortar 10 minutos del metraje atendiendo a su preocupación por la imagen que daba del uso de las armas. “Quería deshacerme de parte de la fealdad, encontrar un equilibrio entre la luz y la oscuridad”.

Cameron, conocido como director de cine de acción, señaló que al mirar hacia algunas de sus películas anteriores no sabe si hoy las volvería a rodar. “No sé si querría fetichizar el arma, como hice en un par de películas de Terminator hace más de 30 años, en nuestro mundo actual. Lo que está pasando con las armas en nuestra sociedad me revuelve el estómago”.

Según un estudio publicado en la revista Pediatrics hace una década, las escenas violentas se han triplicado desde 1985. Aunque ya antes, Harry El sucio, los vaqueros que cazaban indios y otros personajes se partían la cara y descerrajaban balazos. Las lecturas sobre la aparición de la violencia en la pantalla son tan variadas como sus lectores.

Preocupación por la trivialización de la violencia

Algunos sociólogos han mostrado su preocupación por la trivialización de la violencia, aunque la primera mitad del siglo XX, con sus dos guerras mundiales, no pueda considerarse menos violenta que la posterior, con la emergencia del cine de acción. "Está bien que la representación de la violencia en la pantalla genere un dilema ético en un creador", señala el crítico y profesor de cine de la Universidad de Salamanca Miguel Ángel Huerta. Aunque, a su juicio, el creador tiene otra obligación y otra herramienta para transformar la realidad.

"Si un cineasta quiere hacer un mundo mejor, el primer imperativo es hacer la mejor película posible. El cine es sobre todo un arte y el primer mandato es hacer la obra más bella, conmovedora, emocionante e imperdurable". Así, entrando en el corazón a través de las mejores historias, cree Huerta, cumple el cine, su función y puede cambiar el mundo.

"Restar 10 minutos de metraje con el único criterio de no contribuir a un supuesto fetichismo que pudiera ser malinterpretado en el orden de lo real, parece una decisión poco cinematográfica", remacha.

El arte transformador o el arte pertubador o ambas a la vez. El efecto catártico de que la violencia, como indican algunos psicólogos, se quede en la ficción, como un pararrayos de los interiores humanos. El huevo o la gallina, o quiénes éramos y somos si una escena es la que determina convertirnos en otros.