Rebelión, cobardía, ignorancia

Barcelona

El golpe de los bolsonaristas es el golpe de Bolsonaro. Porque no detuvo el asedio cuando se estaba produciendo. Es su responsable moral, su inductor ideológico: negar la legitimidad al nuevo gobernante elegido en las urnas, Lula, alienta que tus seguidores pretendan apearle del cargo de la peor forma: recurriendo a la violencia y a las fuerzas armadas.

Además de un crimen de lesa democracia, el asalto ha revelado una gran miseria moral. La cobardía del patrocinador, que tira la piedra y esconde la mano; que se refugia, disimulando, a larga distancia en Florida; que conspira desde despachos silenciosos mientras sus crédulos fieles se lanzan al alboroto.

Con la cobardía concurre otra miseria moral, la de la ignorancia culposa. La portavoz del PP y eco oblicuo del bolsonarismo, Cuca Gamarra, ha endosado a Pedro Sánchez la carga del terrible episodio de Brasilia. ¿A quién si no? ¿A ella misma que deslegitima todos los días al poder legítimamente elegido en España? ¿A sus aliados de Vox, socios del exmilitar antidemócrata brasileño? Pues sí. A Sánchez. Ha dicho la dama del PP que en España el golpe brasileño “sería un simple desorden público”.

Falso, porque el nuevo delito del Código Penal castiga con más dureza los desórdenes públicos “agravados”; no los “meros” desórdenes. Y falso, sobre todo porque, al tratarse de un “alzamiento violento”, con porras, palos y hachas y destrozos, eso sería en España un delito de rebelión, o una tentativa de ese delito, o una inducción al mismo. Penada, hoy mismo, con hasta 30 años de prisión. Gamarra olvida, si alguna vez lo supo, que la figura delictiva de la rebelión sigue vigente; que es distinta de la caducada sedición porque implica violencia; y que España tiene arsenal legal suficiente para afrontar cualquier desafío a su democracia, por grave que sea. Y no es el menor que la portavoz del principal partido de la oposición banalice el golpe de Bolsonaro y lo redirija contra Sánchez. ¿Contra quién, si no?

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