Así es el trabajo de un antropólogo forense: "Buscamos quién era y cuándo y cómo murió"
El jefe de la sección de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal, Enrique Dorado, explica cómo influye la presión mediática en el estudio de casos como el de José Bretón
¿Qué esconden los huesos?
Madrid
En la fría madrugada del 22 de diciembre de 1987, un hombre se acercó a Araceli en una céntrica calle de Madrid. El hombre era Santiago San José, que le ofreció 5.000 pesetas por sus servicios sexuales y pagarle el taxi de vuelta a casa. Ella aceptó. Se dirigieron al local propiedad del hombre: la taberna del Lobo Feroz, en el barrio de La Latina. Después de un par de copas, él le dijo que tenía que coger algo en la barra y al minuto apareció ante ella con un cuchillo jamonero. La chica consiguió alertar a los vecinos con sus gritos, escapar del hombre armado y que le detuvieran.
Como la chica solo presentaba algunas heridas, él ingresó en prisión, pero por poco tiempo. Cuando recuperó su libertad, volvió a trabajar como portero de una finca y como delineante. Se alejó de aquella taberna, pero allí estaba el secreto de su pasado criminal. En la misma taberna en la que él había agredido a Araceli, el siguiente propietario emprendió unas reformas un año después. La sorpresa fue que cuando picaron en uno de los muros, los albañiles encontraron dos cadáveres momificados. Tras los análisis se supo que ambos cuerpos pertenecían a dos prostitutas que no corrieron la suerte de Araceli y que acabaron sus días en esa pared.
Los restos llegaron al forense José Manuel Reverte Coma, uno de los mayores expertos de España en antropología forense. Gracias al análisis de los restos, que llevaban ahí más de un año, el doctor determinó que los cuerpos pertenecían a dos chicas, que habían sido asesinadas cuando estaban desnudas solo de cintura para abajo y que las dos habían muerto atravesadas por un cuchillo jamonero de 25 centímetros. Pero no solo eso, como ya hemos comentado alguna vez, el trabajo del forense va más allá y no se limita a hacer autopsias. Reverte Coma trazó un perfil psicológico del asesino: tenía que ser un hombre con odio hacia su madre, alcohólico, sádico, impotente sexual y con algún tipo de adiestramiento militar. Un perfil que coincidía con el de Santiago, que había sido legionario.
El hombre fue detenido y acabó admitiendo ser el autor de los asesinatos y haber construido esas tumbas en las tripas de su bar. En la sentencia que le condenó por los asesinatos, quedaba acreditado que era un psicópata, pero que eso no le eximía de responsabilidad. En el juicio, además, fue clave el testimonio de la víctima que había sobrevivido a su ataque, de Araceli. ¿Qué nos pueden decir los huesos de la muerte de una persona? ¿Se puede llegar siempre a los rasgos psicológicos?
"No es sencillo"
Enrique Dorado, jefe de la sección de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal, considera que "no es sencillo", ya que "depende de las circunstancias y el grado de conservación". Y, por desgracia, no siempre consiguen respuesta analizando huesos. Pero quedan sus tres preguntas claves. "Cuando estudiamos muertos, la antropología forense busca quién era, cuándo murió y cómo", explica. Aunque en algunos casos no pueden obtener tantas conclusiones debido a la cantidad de pruebas. "No es lo mismo un hueso que un conjunto de ellos", destaca.
Policía de homicidios
El coautor de 'Lo que nos cuentan los muertos' junto a José Antonio Sánchez señala que aplican "la metodología propia de la antropología en los casos donde se requiere más allá de la autopsia". Estos suelen ser sucesos con "cuerpos momificados, conservados, quemados, exhumados o en estado de putrefacción". Preguntado por alguno de sus casos más memorables, señala que "desde lo antropológico son importantes pero no mediáticos" aunque hay otros que "son de gran interés".
Entre estos incluye el recuerdo "de cuerpos carbonizados que aparecían en coches". Parecían muertes accidentales, pero "se alejaban de una muerte accidental". Además enumera algunos cuerpos descuartizados, como en el caso del rey del cachopo o "suicidios que no se podían explicar sin la antropología forense". "En un caso determinamos que el arma fue un radiador, teníamos que averiguar los objetos empleados, no siempre ocurre, pero en este caso sí", comenta.
El 'caso Bretón'
Habla del caso Bretón, en el que participó. "Hicimos el estudio y se vivió con cierta emoción, los medios de comunicación estaban constantemente presentes, había una gran cantidad de periodistas". Explica que "la presión influye", pero que "cuando estás inmerso en el trabajo haces lo que tienes que hacer". "Estamos acostumbrados a las desgracias, trabajamos en colaboración siempre están los laboratorios, los cuerpos fiscales y las fuerzas de seguridad", ilustra.
Por último ha explicado que la ficción en series no tiene nada que ver con la realidad a la que se enfrentan cada día. "No suelo ver las series, se exageran muchísimo, es un esquema de medicina forense americana, los modelos que tienen son muy distantes con los que tenemos aquí, pero hay series de mejor calidad", culmina.
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