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Opinión

Niñas que no quieren ser mujeres

Tal vez un síntoma del malestar profundo que supone a día de hoy el hecho de convertirte en mujer adulta

Niñas que no quieren ser mujeres

Madrid

Feministas de Cataluña publicaba hace unas semanas un informe que analizaba datos de personas atendidas por Trànsit, el servicio de atención a la disforia de género del Servei Català de la Salut. Las cifras de personas usuarias de este servicio han aumentado significativamente en diez años pero lo interesante es el cambio de perfil: de una mayoría de hombres adultos en 2012, a chicas adolescentes en 2021. Algo que coincide con la tendencia que ya se ha observado en otros países occidentales: cada vez hay más chicas que dicen ser chicos y eso no supondría problema alguno si el aumento no fuera tan llamativo.

Podría ser, como se defiende a veces, que no se tratara más que de una salida de armario masiva pero hay algunos factores que nos hacen creer que podría ser otra cosa, tal vez un síntoma del malestar profundo que supone a día de hoy el hecho de convertirte en mujer adulta. Tal como vienen describiendo algunas voces expertas y colectivos como la asociación Amanda, padres y madres de hijos con disforias de inicio rápido, podríamos estar ante un fenómeno que nada tenga que ver con la condición de transexualidad. ¿De verdad podemos aceptar que tantas niñas descubran de repente que nacieron en el cuerpo equivocado? En mi generación intentábamos escapar del cuerpo sexuado abrazando la anorexia y odiábamos nuestra anatomía femenina.

Por suerte el feminismo se ocupó de enseñarnos que el problema no es “ser mujer” sino toda la carga de estereotipos, discriminaciones y opresiones que otros montaron sobre esta condición biológica. A eso se refería precisamente Simone de Beauvoir cuando hablaba de que no se nace mujer sino que se llega a serlo, se llega a asumir el género como construcción social que oprime. Pero es lógico que las niñas no quieran convertirse en mujeres: no hay más que ver las noticias de feminicidios y violaciones para entender este rechazo. De todos modos, huir del propio cuerpo y de sus caracteres sexuales no solo no va a traer nada bueno, lo más probable es que agudice todavía más el sufrimiento de estas jóvenes.

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