La sombra de Pablo Escobar es alargada… pero ya no tanto
El jefe del cártel de Medellín creó este barrio para familias que hasta entonces vivían en un basurero. Era el año 1984, y mientras regalaba terrenos y más de 430 casas, Escobar ordenaba asesinar al ministro de Justicia Lara Bonilla, en una acción que supuso el arranque de su guerra al Estado colombiano. Hoy los vecinos le siguen mostrando respeto y agradecimiento, pero algo está cambiando. Por primera vez en su historia se ha inaugurado un centro público, en concreto un jardín de infancia de los que la Alcaldía llama Escuelas de Buen Comienzo. Han decidido ponerle por nombre ‘Renacer’. No querían nada que tuviera que ver con Escobar porque “los niños no tienen por qué venerar a un señor que para ellos no significa nada y tienen derecho a tener otros referentes”
La sombra de Pablo Escobar es alargada… pero ya no tanto
Medellín
De primeras parece uno más de los barrios surgidos en las laderas de Medellín durante los años más duros del conflicto. Pero al pasear por sus calles enseguida llama la atención un gran mural, pintado a todo color, con la cara de Pablo Escobar junto a una frase: “Bienvenidos, aquí se respira paz”. Justo encima hay un altar dedicado al Santo Niño de Atocha, por el que el narco sentía predilección, y un local con fotos, recortes de prensa, cartas e incluso una estatua del que fuera jefe del cártel de Medellín. A sólo unos metros de allí uno se puede cortar el pelo y comprar algún souvenir en la barbería “El Patrón”. Estamos en el barrio “Medellín sin Tugurios”, al que los propios vecinos llaman con cierto orgullo “Barrio Pablo Escobar”.
“Todos vinimos desde el basurero, a mí el terrenito donde me construí la casita me lo regaló la esposa de Pablo, y su papá, don Carlos”, recuerda Ángela Margarita Álvarez Obando, una de las primeras vecinas del barrio. Pese a las sospechas, más que fundadas, sobre el origen turbio del dinero que manejaba Escobar, ella lo tiene claro: “No eran dineros calientes, aquí, por ejemplo, para construir la iglesia organizábamos bingos y hacíamos empanadas que después vendíamos”. Ana Margarita mantiene un agradecimiento que parece eterno: “Esa gente me ayudó demasiado; hacían una fiesta en la escuela La Paz de Envigado para todos los pobres y nos llevaban a nosotros; incluso me ayudaban para el estudio de los niños, que una siempre ha sido pobre y pues no tenía. Yo tengo mucho que agradecerle a esa gente”.
En 1984 Escobar prometió 1.000 casas y llegó a regalar 443. El barrio, que no fue reconocido por la Alcaldía hasta 2012, no ha dejado de crecer y actualmente se estima que viven unas 16.000 personas. En sus casi 40 años de historia, nunca se había construido aquí un solo edificio público. Las instituciones miraban a otro lado a la hora de invertir en un barrio construido por un narco que no fue legalizado hasta 2012.
La situación cambió el pasado mes de agosto cuando la Alcaldía que dirige Daniel Quintero inauguró una Escuela de Bueno Comienzo, que es como llaman aquí al jardín de infancia. Los vecinos lo tuvieron claro: “Para transformar la historia pensamos que lo mejor era arrancar con un buen comienzo, con los niños de 0 a 5 años. Aunque nuestros abuelos quieran mucho a Pablo Escobar, nuestros niños no tienen por qué venerar a un señor que para ellos nos significa nada, tienen derecho a tener otro referente”, explica Wbernei Zabala, reconocido líder social del barrio y presidente de la Junta de Acción Comunal.
A la hora de ponerle nombre a esta infraestructura, en la que se han invertido 11.138 millones de pesos (unos 2’3 millones de euros), tuvieron en cuenta el pasado del barrio: “Quisimos un algo que nos desmarcara de Pablo Escobar, y elegimos Renacer, porque venimos de una historia compleja de la que vamos a renacer ya”, explica Zabala, que sin renegar del pasado confía en que esta escuela sea el arranque de un cambio mucho más profundo: “Esta escuela va a ser la de mayor impacto social de Medellín, en 20 años van a salir de aquí profesionales que habrán pasado por la universidad y que ojalá sean los futuros gobernantes de esta ciudad. Ahí está el verdadero futuro”.
La nueva escuela tiene cuenta con sala de gestación y primer año, sala cuna y caminadores, diez salas de atención para niños y niñas entre los dos y los cinco años, zona de expresión corporal, áreas de alimentación y recreación, además de consultorios y espacios administrativos. Más allá de la formación, los niños recibirán aquí el 70% de su alimentación diaria. “Teníamos una deuda histórica con el barrio porque la falta de acción del Estado había dejado un hueco que aprovecharon otros actores pero ahora le decimos a esta Comunidad que vengan, que ellos también forman parte de la ciudad de Medellín”, comenta Hugo Alexander Marín, el director del Programa Buen Comienzo vinculado a la Alcaldía.
Él tampoco olvida el origen del barrio, (“aunque mientras acá se entregaban casas en otras partes se acababan vidas”) y aunque entiende a los vecinos (“él hizo por ellos algo muy importante, darles un techo, y es imposible pretender que eso se les borre de la memoria”), explica lo que puede ser el futuro con una curiosa comparación: “Es como cuando uno tuvo una novia que quiso mucho y le queda en la mente, pero eso no va a impedir que se case después con otra. Nuestra propuesta es que mantengan su recuerdo, pero reconozcan que hoy ya la ciudad es otra”.
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Rafa Panadero
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