Coincidir con García-Gallardo en un ascensor

Madrid

Si yo tuviera la suerte de coincidir con el señor García-Gallardo en un ascensor, lo primero que le preguntaría al vicepresidente de la Junta de Castilla y León es si ese ofrecimiento que quieren hacer a las mujeres decididas a abortar para que puedan escuchar el corazón del feto lo van a extender también a otras personas que se hallen a punto de tomar una decisión crucial. Si, por ejemplo, a un empresario decidido a despedir a un trabajador, Vox le va a ofrecer la posibilidad de escuchar cómo va a contar este a sus hijos que se ha quedado sin empleo y las severas consecuencias que eso tendrá para la familia.

O, si antes de que un político ordene acometer recortes que van forzosamente a deteriorar la sanidad, los bondadosos miembros de VOX van a invitarle a escuchar las angustiosas quejas de un enfermo grave que no acaba de ser atendido. O, si García-Gallardo cree necesario que antes de que un partido abogue por que se impida la labor de las ONG's de rescate marítimo a inmigrantes, sus diputados deban escuchar el sonido de los bombardeos de los que huyen algunos. O, si ese empeño en proteger al no nacido se va a ampliar también al nacido al que le ha ido mal y, antes de que Santiago Abascal se muestre partidario de la prohibición de la eutanasia, se le va a dar la oportunidad de escuchar la voz desesperada de quien sufre insoportablemente sin esperanzas de mejora.

Eso es lo que yo le preguntaría al señor García-Gallardo. Aunque imagino cuál sería su respuesta: una mirada perdida y una sonrisa bobalicona seguidas de un "¿me las puede repetir que no las he entendido bien?".

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El PP ha caído en la trampa de Vox

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