Jordi Mollà, pintor
El protagonista de Jamón Jamón o La buena estrella acaba de pintar más de una treintena de lienzos para las habitaciones y espacios de Casa Beatnik Hotel, un establecimiento en las Rías Baixas
Desde comienzos de los años 2000 Jordi Mollà compagina su trabajo de actor con el de pintor. Y con muchísimo éxito. “Yo llevaba pintando desde siempre. Pintaba mucho, por ejemplo con Bigas Luna. Entonces vino a verme Carmen de la Guerra, una galerista de Madrid. Yo le dije que pintaba para mí y que no lo quería enseñar. Me convenció y se llevó unos veinte cuadros que tenía en mi casa, lienzos de pequeño y mediano formato. Fueron los años en los que hice Blow; el año que dirigí No somos nadie, mi primera película. Fue como una eclosión de varias subpersonalidades. La última es que estoy grabando música como un loco”, dice.
Su último trabajo ha sido decorar las habitaciones y estancias de Casa Beatnik Hotel del grupo Bonhomme, fundado por Daniel Alonso Monteagudo. “Yo le conocía hace tiempo”, nos cuenta Jordi Mollà. “Es coleccionista mío y estaba inaugurando el hotel que es maravilloso, muy ecléctico rodeado de viñedos. Cuando fui y lo vi le pregunté: ¿Alguien te está haciendo los cuadros para los cuartos y las zonas comunes? Ya estaba todo el hotel hecho y se me ocurrieron mil ideas, pero pensé que la base de todo debía de ser una naturaleza salvaje, pero elegante porque se trata de un hotel de descanso y de reposo. Y llegué a un buen punto entre lo que es el clima gallego en el otoño invierno que es un poco más sombría y al mismo tiempo más luminosa, como es el verano allí, un territorio soleado y frondoso”, nos cuenta.
Antes del verano presentó otro de sus trabajos más recientes, la exposición El Arte de trascender/ El legado del Toro. Eran 65 toros a pequeña escala de la emblemática valla publicitaria del Toro de Osborne; un cartel que tenía muchísima importancia y simbolismo en Jamón Jamón. “Fue una bomba no, lo siguiente. Estuve trabajando en Jerez de la Frontera escuchando todo el día flamenco en las bodegas de Osborne con todo a mi disposición y con dos ayudantes. Por las noches cerraba los ojos y solo veía toros, toros y toros por todas partes. El proyecto me encantó y además coincidía el 75 aniversario del Toro de Osborne con el 30 del estreno de Jamón Jamón. Y yo en la película había sido el tío que había arrancado los cojones del cartel del Toro de Osborne en la autopista de los Monegros por lo que tenía todo el sentido del mundo”, afirma entre risas.
Jordi Mollá reconoce que, con los años, se ha hecho mucho más selectivo con las películas que rueda, “pero no lo he dejado”, asegura. “Acabo de rodar dos películas. Una con Olmo Schnabel, hijo del pintor y director de cine Julian Schnabel, que se titula Pet, Shop Boys, junto a Willem Defoe y Maribel Verdú. La segunda con Harmony Korine, el guionista de Kids y el director de Spring Breakers, que es una especie de realidad virtual filmada con cámaras termodinámicas de la NASA, que solo registran temperaturas. Es una película de hora y media que parece un mega videojuego de realidad virtual. Escojo lo que quiero hacer”, explica.
Y, por supuesto, seguirá con la pintura. “Intento tratar al mundo de la pintura como si fuera un espectáculo”, nos confiesa. “La pintura para mí es un espectáculo en el formato que sea, desde lo que es el cuadro en sí a lo que es el evento, porque no hay concepto que más me aburra que una “exposición de pintura”. Y le dejamos, pintando naturalmente.