Milena Smit se abre en cuerpo y alma: "Soy mi peor enemiga"
La actriz protagoniza la nueva serie de Netflix, 'La chica de nieve', un thriller basado en la novela de Javier Castillo. Tres años después de su debut con 'No matarás' y tras protagonizar la última película de Almodóvar, la intérprete hace balance de sus miedos e inseguridades y de por qué decidió parar durante un tiempo

Cadena SER
Madrid
En tres años Milena Smit ha pasado de ser una chica desconocida que encadenaba trabajos temporales y compartía fotografías artísticas en Instagram a convertirse en una de las actrices con más proyección del audiovisual español. Primero fue su nominación al Goya revelación por ‘No matarás’, la película en la que miraba de tú a tú a Mario Casas, luego rodó alguna serie que se estrenaría más tarde y, acto seguido, recibió la llamada que cambiaría su carrera. La de Pedro Almodóvar para protagonizar ‘Madres paralelas’ junto a Penélope Cruz. Desde entonces la actriz no ha parado, con proyectos más pequeños y personales, como ‘Libélulas’, con compromisos publicitarios y con el exigente rodaje de la nueva serie de Netflix.
Entre una torre de propuestas eligió que lo siguiente sería‘La chica de nieve’. Y eso que, desde el primer momento, sintió mucho vértigo. “Al principio yo estaba bastante nerviosa, sentía que este personaje me venía un poco grande, por así decirlo. Es mi primer protagonista en una serie y, al final, pues es verdad que vengo de trabajar con directores que son lo más pero te enfrentas a un primer proyecto donde casi toda la responsabilidad la llevas tú, donde grabas muchísimas escenas sola y donde eres también un poco la voz narradora. Me imponía bastante. Pero a medida que empecé a trabajar el personaje con los directores en los ensayos, a trabajar esa construcción del personaje, me daba cuenta de lo especial que era, de cuantas aristas y que en su complejidad se encontraban cosas muy bonitas”, cuenta sobre cómo encaró la adaptación de la exitosa novela de Javier Castillo.
En esta historia interpreta Miren, una joven periodista -primero becaria-, que se obsesiona con la desaparición de una niña en Málaga. Su personaje arrastra un pasado traumático y busca calmar, de alguna forma, esa huella en la investigación de este caso. “Ella ha sufrido una violación. Es algo que le ha marcado mucho y obviamente lo tiene muy exteriorizado. Físicamente puedes hasta intuir que esta niña está traumatizada. Entonces, a medida que van sucediendo estos saltos de tiempo, yo lo que intentaba hacer era que exteriormente se notase menos y que el trauma ella lo tuviese más guardado hacia adentro”, explica de un trabajo corporal al que le regala su aparente fragilidad pero también la rabia y la determinación para llegar hasta el final en este thriller en el que comparte pantalla con José Coronado, Loreto Mauleón y Raúl Prieto -ambos fantásticos en su papel de padres de la niña desaparecida- y Aixa Villagrán.
Smit, que asume el desarrollo del relato con una intensa carga dramática, confiesa que lo que aún no ha superado, y no sabe si lo hará algún día, es el síndrome del impostor que comparte con muchos actores. “Yo creo que todas las personas que se dedican un poco al mundo del arte y, bueno, todo lo que tiene que ver con ello, lo sufren. Al final siempre te exiges más y más y nunca crees que es suficiente. Yo nunca busqué ser actriz, llegó y y ahora que lo soy, pues no sabría qué hacer si no me dedicara a esto. Creo que lo más bonito que a mí me ha pasado y a la vez lo que más me ha marcado, para bien y para mal, de alguna forma sería el trabajo constante. He estado empalmando un rodaje detrás de otro o, si no era un rodaje, era una promoción, sino una nominación. Entonces eso al final pues también te pasa factura porque estás viviendo un sueño y a la vez no estás teniendo el tiempo de asimilar todo lo que te está sucediendo”, explica sobre sus inicios, sobre cómo vive en un aprendizaje permanente y sobre cómo está gestionando sus inseguridades”.
“Me acuerdo el último día antes de irme a Málaga. O sea, literalmente estaba en la cama llorando, pero llorando. Mares y mares y mares, con mi novio al lado abrazándome. Todos mis amigos encima de la cama también como venga, que lo vas a hacer bien. Al final pues también te impone, vas a empezar, te pones nerviosa, te sientes que no estás preparada, dices, pero, ¿qué estoy haciendo? ¿para qué me meto en esto aquí de verdad? Ahora me van a pillar, que no se me da bien. Yo por lo menos me intoxicó. Soy mi peor enemiga. Soy insoportable, me llevo fatal conmigo misma antes de esos momentos y es algo que estoy trabajando mucho en terapia, porque es duro y doloroso”, revela de todo este proceso en el que va descubriendo su propia técnica sobre la marcha. Perfeccionista -ella dice masoca-, entregada a cada proyecto y comprometida con esta pasión que llegó por accidente, Milena Smit admite incluso que cada rodaje pone en suspenso su vida.
“Cuando empiezas un proyecto, de alguna forma tu vida personal pasa a un segundo plano y durante los cinco meses que estuvimos rodando ‘La chica de nieve’, Milena no existe. O sea, existe esa persona que se está dedicando durante, no sé, 12 horas al día a hacer ese personaje. Entre que te recogen, te llevan a la localización, maquillarte, te visten, empiezas a rodar y esperas. Empiezas a rodar, esperas, esperas, esperas. Sigues rodando. Bueno, lo que sabemos todos de un rodaje, ¿no? Y al final llegas a casa y te das una ducha, cenas algo y te vuelves a dormir. Enseguida cierras los ojos dos segundos y te está sonando la alarma otra vez”, dice sin atisbo de queja porque el lugar más feliz para ella es un rodaje y entiende que, de algún modo, su yo se difumina en cada proceso. Con Almodóvar pasó cinco meses de ensayos y tres de rodaje, tiempo en el que también vivió en una burbuja. “De repente te la pinchan y te das cuenta de que el mundo ha seguido sin ti y eres tú la que se tiene que volver a acostumbrar, ¿sabes?”, relata bromeando, solo en parte, que cuando vuelve a Madrid a veces alucina porque en su grupo de amigos hay nueva gente o ya no van al mismo parte.

Entrevista | Milena Smit por 'La chica de nieve'
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Es algo que la actriz quiere trabajar y domesticar, la forma en que se relaciona con cada uno de sus personajes. Aunque es de las que le cuesta soltarlos. “No he tenido mucha formación y soy consciente de que tengo todavía una carrera que estoy empezando y me gustaría aprender a soltarlos por eso. Siempre intento trabajar con un coach y aviso a los directores, aunque ellos se dan cuenta. Hay una parte de mí que me gusta no soltarlo del todo, porque es desde esa convivencia con el personaje donde luego todo en rodaje entre por sí sólo. Todo está muy definido te estás convirtiendo tú en ese personaje, ¿sabes? Hasta una de mis mejores amigas me me llegó a decir una vez, no te estoy reconociendo. Al estar tan metida en un personaje que era tan diferente a mí, no nos encontrábamos en esa complicidad de siempre y era como, ¿qué está pasando? ¿estás bien? Y era simplemente que estaba ahí envuelta en el personaje. Y luego termina el rodaje y lo suelto. Pero. Pero hay una cosa que a mí la verdad es que me gusta de convivir con ellos”, dice admitiendo que, dada la intensidad de algunos, como este de Miren en ‘La chica de nieve’, necesita trabajar para que algunas situaciones por las que pasan los personajes le hagan daño.
Al igual que lloró el día antes de empezar el rodaje de esta serie en Málaga, también confiesa que hubo un día que su maquilladora estuvo un buen rato limpiándole las lágrimas y retocándola para que saliera perfecta a una alfombra roja. La ansiedad y el ritmo de exposición la llevó, junto a su equipo, a tomar la decisión de parar por un tiempo. “Siempre estamos pensando desde fuera que la vida de un actor, una actriz o un cantante se basa simplemente en actuar, salir en una alfombra roja y presentar una película, pero hay muchísimo trabajo y muchísima responsabilidad. Hay muchísimas horas empleadas en todo. Como en todos los trabajos, como todos los que nos dedicamos a trabajar básicamente. Y eso también me hizo darme cuenta de que lo necesitaba”. Pero también en ese momento, como es natural, emergen las dudas e inseguridades. “¿Cómo voy a parar ahora si yo estoy empezando? No puedo, pero al mismo tiempo sabía que o paraba o me quedaba para allá. Es que no sé si voy a poder rodar otra película porque ya me voy a quedar zumbada. Al final paramos. Estuve descansando el verano y desde septiembre decidimos no coger ningún proyecto, solo atender a todos los compromisos más enfocados a la moda -es imagen internacional de Yves Saint Laurent-, y así pues estar súper preparados para esta promoción de ‘La chica de nieve’ y para este año que vienen un montón de cosas que estoy deseando contarlas ya, y trabajar un montón y volver a tirarme otros tres años desquiciada hasta tener que parar otra vez”, concluye ilusionada por lo que viene.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




