Claramente mayores
A mí que tanto me gustó durante algún tiempo la noche, ahora disfruto cuando empieza a clarear la mañana
Claramente mayores
09:40
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1674776966809/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Cuando supe que rondaríamos alrededor de la palabra clara recordé de inmediato este verso del poeta Claudio Rodríguez, uno de mis preferidos: "Siempre la claridad viene del cielo; es un don". Te diría que es casi uno de los versos míticos de la Generación del 50. Pero si nos paramos a pensar algo más, clara es la situación perfecta para adentrarse en lo oscuro. Mira tú la que ha liado Shakira con la palabra. Me temo que Clara, el nombre, no está en sus mejores momentos. Y es una pena, porque qué culpa tendrá el nombre. Y si hablamos del adjetivo, que da mucho de sí, sospecho que estaremos de acuerdo en algunas cosas. Preferimos el agua clara al agua turbia —te lo digo yo, que soy un nadador entusiasta en piscinas municipales climatizadas—. Y hablar a las claras es preferible a dar demasiados rodeos. Es más: en la vida, a veces, no conviene dar rodeos. Pero esa es otra historia.
Más información
Con la palabra clara (insisto que con el adjetivo) hay que llevar cuidado. Es un concepto que como te descuides te pone en riesgo de cursilería. Ojo con calificar las mañanas de claras. Y las sonrisas de claras. Por algo parecido, Josep Pla le dio una coz retroactiva a Goethe, uno de los seres más inteligentes que dio el romanticismo. Y es que Goethe vio el mar por vez primera en Italia, en Venecia, en 1876, y parece (según Pla) que dijo algo así como que el mar era una clara inmensidad. A lo que Pla, más de siglo y medio después, dijo que decir del mar algo así era impropio de alguien tan inteligente. Mira si no tiene peligro poner en mal sitio esta palabra.
Una poeta española muy interesante, Clara Janés, tiene unos versos que a mí me gustan, aunque sean algo desolados. Dice: "Soy clara y sin pudor,/ soy entera y tajante,/ y no sé seducir". Lo de seducir es otra historia. A mí que tanto me gustó durante algún tiempo la noche, ahora (converso de madrugadas) disfruto cuando empieza a clarear la mañana. Nos hacemos claramente mayores.