Fernando Aramburu: "Encontré un equilibrio: tomarme en serio el terrorismo, pero mofarme de los terroristas"

Madrid

Fernando Aramburu acaba de cumplir una promesa y ha superado un desafío. El resultado es "Hijos de la fábula" (Tusquets), una novela que se sumerge en la vida de dos aspirantes a miembros de ETA desde la sátira. Escribir sobre la organización terrorista desde la sátira no era fácil, porque detrás hay una historia colectiva sangrienta y trágica. Aramburu empezó a escribir, sabiendo que tení que afinar mucho para no incurrir "en frivolidad o en trivialidad". La fórmula para conseguir ese justo equilibrio consiste, básicamente, "en tomarse en serio el terrorismo pero mofarse de los terroristas". Los dos terroristas de los que se mofa Aramburu son Joseba y Asier, que se van a vivir al sur de Francia en 2011, con la intención de militar en ETA. Les acoge una pareja francesa que tiene una granja, pero las instrucciones de ETA no llegan. Y no llegan porque ETA renuncia a la violencia y, de un día para otro, se quedan sin misión.

Aramburu no se ha reído escribiendo la novela, aunque quienes han podido leer el libro antes de que salga a la venta este miércoles le han reconocido que se "han partido de risa". No es su caso, porque reconoce que el texto le recuerda historias que están fuera del texto, pero que no son, ni mucho menos, alegres para él. ¿Entiende que hay quien piensa que es pronto todavía para escribir un libro así? "Lo entiendo, pero yo no voy a esperar, a mi edad, a cumplir 94 años para llevar a cabo un proyecto que estaba dentro de mis propósitos desde hace largo tiempo y al que he dedicado bastante tiempo, precisamente porque yo sabía que el asunto es muy delicado", resume Aramburu. Antes de escribir esta novela le contó su plan a una víctima del terrorismo y le garantizó que no aparecerían víctimas. Ese compromiso era fruto de la convicción porque él se aplica un "filtro moral" que le impide hacer uso del humor cuando puede agravar el dolor.

Asier y Joseba son dos jóvenes atiborrados de ideología, que creen que existe una línea de puntos que une el bombardeo de Gernika con los atentados de ETA, mientras hablan de Txomin Uribe. Son, según Aramburu, "dos jóvenes exaltados con la cabeza atiborrada de ideología que quieren incorporarse a la organización". Aramburu puede mofarse de ellos, porque pertenece a esos vascos que tienen "apellidos vascos para vender y regalar", pero que no son nacionalistas. "Me ha tocado ser vasco. No me ha tocado el Gordo de la lotería. No es algo que yo quiera imponerle a nadie, ni es una insignia brillante que yo lleve, ni mucho menos. Pertenecemos a una tierra que está dentro de otras y eso es todo", concluye.

Su relación con Euskadi también ha ido cambiando. Aramburu, que lleva años viviendo en Alemania, reconoce que ya le cuesta reconocerse en San Sebastián. Ha cambiado mucho su ciudad y muchos de sus amigos o familiares ya han muerto. En San Sebastián aprendió a escribir y allí fue profesor. Cuando se le pregunta por cómo quiere que le recuerden en los libros de texto, no tiene respuesta. Aun así, es consciente que para muchos lectores será siempre 'El de Patria', la novela que vendió más de un millón doscientas mil copias. Fue un éxito arrollador, pero también la novela que más le alejó del escritorio. Estuvo cinco años sin publicar.