Carmen, de víctima a asistir a otras mujeres sometidas a la trata: "Estaba constantemente en un hoyo psicológico"
La Asociación APRAMP colabora con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la identificación de víctimas y su posterior reinserción
Carmen, de víctima de trata a asistente de mujeres explotadas sexualmente
Madrid
Todo empieza con una llamada al teléfono contra la trata de la Policía Nacional (900 105 090). Un hombre da un par de datos sobre una chica que ejerce la prostitución en un conocido polígono de Madrid. La conversación dura unos segundos, el tiempo justo para indicar un nombre, una descripción y una sospecha; puede ser víctima de trata, vive prácticamente secuestrada y sufre maltrato de sus captores. Así empieza una investigación iniciada el verano pasado.
Esa mujer de 24 años había llegado a España dos meses antes gracias a su hermana. Era una familia rumana. La hermana mayor se había mudado antes a Madrid y poco después le dijo a la chica que viniera ella también, tenía trabajo garantizado. Pero lo que encontró cuando puso un pie en el país fue una auténtica pesadilla. Su propia hermana y su cuñado se convirtieron en sus captores. La obligaron a prostituirse en el polígono y a entregarles 500 euros diarios.
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Para ellos, dejó de ser una familiar. Era poco más que una mercancía. Si no cumplía con el objetivo que le habían marcado, sabía que iba a haber una paliza. Así pasó dos meses. Vivía en un hotel del polígono mientras sus captores estaban en Toledo. Iban y venían cada día para recaudar el dinero que ella había obtenido. Ni siquiera necesitaban estar cerca para que ella siguiese encadenada.
Las mentiras y el chantaje eran sus herramientas para retenerla. La amenazaban con contar a la familia y a su hija, que había dejado en Rumanía, que se dedicaba a la prostitución. Finalmente, la víctima fue liberada y sus captores detenidos. En el examen del teléfono de la chica, se pudo observar el régimen del terror bajo el que la tenían sometida. La Policía Nacional sospecha que esta denuncia anónima vino de un cliente “arrepentido". Pero, ¿qué ocurre después de que la Justicia cierre el caso?
El después de una víctima de trata
Carmen fue víctima de trata. Ahora es superviviente y trabajadora de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP). "Esa historia es muy conocida, nos chocó bastante, la vemos muy a menudo en las calles, detrás de esa mujer hay muchas historias similares", explica. Ahora ayuda a otras mujeres que, como ella, han conseguido salir de ese calvario. Y es que Carmen ha sufrido las consecuencias de la reinserción.
"Es un proceso bastante complejo, lo primero es aceptarte y reconocer que has sido víctima, a mí me costó y gracias a la atención psicológica avancé como persona", rememora. Señala que aquella realidad se asemeja a "estar constantemente en un hoyo del que no puedes salir sola". "Se pasa miedo propio y por la familia, están en otro país, pero reciben amenazas y cuesta contarles lo que ha pasado", matiza.
Trata de mujeres con fines de explotación sexual
Señala que "no todas las historias terminan igual", tampoco tienen el mismo comienzo. En su caso fue captado mediante una falsa propuesta laboral. Por suerte, no tenía un origen familiar, por lo que pudo contarles el drama en el que vivía. "No podía ver a las personas a la cara, tenía vergüenza de mí misma", comenta sobre su proceso de adaptación.
La satisfacción de ayudar a otras mujeres
"Es bastante satisfactorio salvar a otras mujeres", matiza. "Nunca lo voy a olvidar, la Policía hizo una redada, yo no tenía documentación y me llevaron presa, estuve dos días, me dijeron que me iban a deportar, un policía me preguntó qué había pasado y habló con la asociación, me llevó a la parada de autobús y llegué hasta la asociación, desde ese día no me he separado de ellos", recuerda, con orgullo, el momento en que la "salvaron".
Almería, Murcia, Badajoz o Avilés, entre otros puntos, son los lugares en los que se encuentra APRAMP, tal y como comenta la abogada Rocío Mora, su directora. Comenta que España es un país "lleno de esclavas", como se evidencia con el "turismo de prostitución". "Es un negocio, hay mafias y proxenetas pendientes de sacar el máximo rédito económico", señala. Lo primero que hace su asociación es "detectar a las mujeres" mediante un equipo móvil, pero, posteriormente, llega el trabajo de reconstrucción.
"No hay libertad, son personas que llegan a nuestra asociación completamente anuladas, se sienten culpables porque salen de sus países para tener un futuro mejor, dicen sí a salir para ayudar a sus familias", explica . Considera indispensable tumbar una imagen idílica de nuestro continente, ya que "Europa es el sueño de muchísimas mujeres", pero tierra de delitos y "crimen organizado".
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